Conocida este fin de semana la declaración del Dr. Oscar Parrilli en los
medios, acerca del traslado del monumento a Cristóbal Colón a Mar del Plata,
hay que celebrar que quienes nos oponíamos ahora contamos con información
oficial.
Ahora por lo menos es posible mejorar el nivel del debate acerca de esta
decisión que, con oportunismo total, el macrismo porteño se apresuró a condenar
después de que hicieron silencio durante meses. En mi opinión, ahora sólo
vieron en el monumento a Colón una nueva oportunidad de hacer antikirchnerismo
barato. Claro que a eso contribuyó el propio gobierno nacional —todo hay que
decirlo—, al regalarle al alegre equipo municipal y a los medios hegemónicos un
traje a medida.
Como sea, la reiterada decisión de trasladar el monumento sigue
siendo, en mi opinión, un error. Las razones ahora expuestas son débiles e
inconsistentes para insistir en semejante movimiento y gasto.
En primer lugar porque la cuestión de la competencia en "el
cuidado, mantenimiento y custodia de toda la Plaza Colón" no es lo que
está en juego. Lo que se reclama es que no se traslade el monumento a Mar
del Plata, ni a ningún otro lado. Eso, y no otra cosa, es lo que hay que
debatir. Y si no es demasiado pedir, con grandeza.
Es intrascendente que el monumento a Colón haya sido, o no, declarado
Monumento Histórico Nacional. Como también lo es la sanción de una ley
declarándolo "bien integrante del patrimonio histórico y cultural de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires", hace apenas tres días... Tampoco hacen
al caso las "dos violentas agresiones sufridas por el Monumento a Colón a
lo largo de su historia", como destaca la nota del Dr. Parrilli. Ni
tampoco si la gestión macrista aceptó ceder en 2007 "el cuidado,
mantenimiento y custodia de toda la Plaza Colón, incluido su monumento, por
razones relativas a la Seguridad de la Casa Rosada".
Nada de eso hace a la esencia de la cuestión. Lo que se pide es que se
deje el monumento en su lugar, y se lo repare si está dañado. Eso, y no una
disputa político-jurídica más. Quienes reivindicamos la permanencia del
monumento en su sitio original no nos interesamos por la disputa judicial entre
dos administraciones, ni por un nuevo carnaval de cautelares. Nosotros simplemente
queremos que por respeto a la Historia, la estética y el cuidado de los
monumentos públicos en los sitios donde originalmente se los instaló, el de
Colón continúe donde fue colocado hace un siglo. Y si en efecto está dañado,
queremos que se lo repare.
Y el mismo reclamo vale para todas las estatuas, esculturas, conjuntos
artístico-arquitectónicos y demás ornamentos urbanos. En todo el territorio
nacional.
Por eso sí importa la información respecto del "grave nivel de
deterioro que registraba el Monumento a Colón" ya en 2008, así como
"el riesgo estructural" y "la necesidad de su desmontaje a los
efectos de su preservación patrimonial". Lo cual NO aconseja traslado
alguno, sino que habla de la urgencia de una refacción integral para la mejor
conservación del monumento. Lo que puede y debería hacerse en el sitio
en que está emplazado.
También hay que subrayar la debilidad argumental del "pedido de la
comunidad italiana de Mar del Plata", que se contrapone a decenas de
pronunciamientos de asociaciones italianas, y de la prensa de toda Italia (que
se recomienda leer a los responsables de la idea del traslado).
Y finalmente, respecto de la donación por el Estado Plurinacional de
Bolivia de una escultura de la Generala del Ejército Argentino Doña Juana
Azurduy, reitero lo escrito en este diario el pasado 20 de Abril, y que acaso
la Sra. Presidenta y el Dr. Parrilli han leído: el mejor honor a Azurduy
sería erigir ese monumento en el Campo de Polo de Palermo, que es propiedad del
Estado Argentino y funciona bajo control del Ejército.
La Historia de una nación no es propiedad de un único conglomerado
humano, y sobre todo no se cambia de un día para otro, ni es bueno que lo haga
un solo gobierno, por más legitimidad que tenga. El debate histórico siempre es
necesario y lleva mucho tiempo, y es bueno que así sea. Es un don magnífico de
la Democracia.
Por eso es absurdo convertir este debate, necesario y republicanamente
saludable, en una cuestión "K o antiK". Como sería absurdo, en mi
opinión, el empecinamiento en no dar marcha atrás cuando se ha tomado una
decisión errada. Si una virtud tuvo Colón en vida fue ser un tano tozudo. Sólo
así pudo emprender su alucinada travesía. Pero no por eso la tosudez es un
valor político. Todo lo contrario.
Aunque el traslado parece ya irreversible, quiero creer que en el
gobierno nacional alguien entenderá, todavía, que es más conveniente, sensato,
razonable y respetuoso de la Historia y de la cultura inmigratoria de nuestro
país, dejar al gran navegante genovés en su emplazamiento original, restaurado
y embellecido. Y colocar a la Generala Azurduy en el sitial de honor de un
hermoso predio del Ejército Argentino. Ojalá en los oídos del poder no impere
la sordera.
Sr. Mempo, yo tambien quisiera creer que el monumento van a dejarlo donde está. Pero lamentablemente, no creo que Cristina Fernández tome esa decisión. Ojalá me equivoque.
ResponderEliminar