Aviso por los comentarios
AVISO: Es probable que en algunas redes sociales existan cuentas, muros o perfiles a mi nombre. NADA DE ESO ES VERDADERO.
Las únicas 2 (dos) vías de sociabilidad virtual que manejo son este blog y mi página en FB. Ninguna otra cuenta, muro o perfil —en Facebook, Twitter o donde sea— me representa. Por lo tanto, no me hago cargo de lo que ahí puedan decir o escribir personas inescrupulosas.
miércoles, 27 de marzo de 2013
El Papa Francisco, las esperanzas y los gestos
Mi nota de hoy en la contratapa del diario Página/12.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-216654-2013-03-27.html
domingo, 17 de marzo de 2013
LECTURARIO # 8
Volviendo de los Estados
Unidos, y por diferentes razones, la verdad es que últimamente no he estado tan
lector como hubiese querido. Pero sí leí algunos libros que me parecen
compartibles.
• Entre ellos, "Osvaldo
Soriano: Los años felices de Cipolletti", un interesante trabajo del
escritor y periodista cipoleño Pablo Montanaro. El texto, que por momentos es conmovedor,
reconstruye los primeros años del querido Soriano, su infancia rionegrina, sus
amistades y sobre todo su pasión futbolera. No es fácil de conseguir, pero los
fanas del "Gordo" sabrán encontrarlo. (Ediciones Vigilias).
• Aunque no fueron mis vacaciones,
durante un par de viajes de este verano leí "Paraísos", de Iosi Havilio,
joven narrador de Buenos Aires a quien conocí el año pasado en Londres. Es una
novela notable, que crece y se pone interesante a medida que transcurre el
derrotero de dos mujeres bastante incalificables: una porque parece flotar como
un corcho en la vida; la otra por su desenfreno. Ambas son marginales, creíbles
y bien narradas, si bien por momentos es dudosa la voz femenina de alguna de
ellas. Pero acaban convenciendo, igual que la curiosa galería de personajes
laterales. Con prosa corta y por momentos telegráfica, Havilio sale avante con
una novela intensa, sólida, porteñísima y recomendable, que, por eso mismo, en
mi opinión no necesitaba el desmesurado elogio de contratapa que firma la
siempre aguda Beatriz Sarlo. Como sea, creo que se trata de un texto inusual en
la literatura argentina de lo que va del Siglo XXI (Random House-Mondadori).
• Terminé en un avión "Mr
Gwyn", de Alessandro Baricco, una novela que yo calificaría de simpática y
entretenida, aunque, para mí, no muy significante. Es la historia de un exitoso
escritor inglés que decide abandonar el oficio. Su relación con su agente
literario –un personaje que es en todos los sentidos un lugar común– y con una
muchacha muy llamativa sobre todo por lo que no tiene, conforman un cuadro de
época bien narrado (al fin y al cabo es un auténtico Baricco, el mismo de
"Seda") pero para mí, algo desangelado. Yo sigo prefiriendo al
Baricco ensayista, más sanguíneo y audaz. (Anagrama).
• También leí, o acaso debiera
decir releí, el grueso volumen "Poesías completas" de Elvio Romero.
Una impresionante suma poética del gran vate paraguayo del Siglo Veinte que es,
a la hora de revisitarla, una especie de incursión en un discurso deslumbrante
a la vez que abrumador. Elvio Romero (1926-2004) se exilió en el Chaco en 1947,
el mismo año en que el verdadero Bartolo protagonizó aquella revolución en
bicicleta que homenajeé en mi novela de 1980, y desde allí creció hasta ser uno
de los grandes poetas latinoamericanos. Amigo cercano de Pablo Neruda, figura
harto reconocida en la literatura de los años 60 a 80 del siglo pasado, y a
quien tuve el honor y el placer de conocer, sus versos ardorosos y
torrenciales, indudables frutos de la pasión tropical que lo caracterizó, le
aseguraron el lugar que hoy resume este libro necesario.
martes, 5 de marzo de 2013
Una vieja entrevista, en homenaje a Hugo Chávez
Como homenaje al hoy fallecido presidente venezolano, he
aquí la versión cruda, original, de mi entrevista con Hugo Chávez en Caracas,
el 30 de Agosto de 1999. Nos recibió en el Palacio Miraflores al escritor
mexicano Carlos Monsivais y a mí, y fue, dijo él mismo, la primera entrevista
que daba a dos intelectuales latinoamericanos. Hoy siento que fue una
distinción en la que hasta ahora no había reparado, pero a veces es de este
modo como se escribe la Historia. Yo estuve allí y hoy, apenado como medio
continente, me parece que es justo reproducirlo.
Al día
siguiente (31 de Agosto de 1999) la versión periodística de esta conversación se
publicó en la portada del diario Página/12.
Entrevista exclusiva con Hugo Chávez:
Soy sólo una gota de la ola desatada
Por Mempo Giardinelli. Desde Caracas.
Entramos al Palacio Miraflores, en el centro de Caracas, con
la sensación de prisa que siempre se tiene cuando se va a entrevistar a un
presidente. Nos condujeron, al escritor mexicano Carlos Monsiváis y a mí, por
un largo corredor del precioso palacio construído en 1893, y al final nos
atendió, con café y sonrisas, un joven teniente coronel. De apellido Alcalá, de
37 años, se presentó como el edecán del presidente y nos hizo varias preguntas
sobre literatura. No había nadie alrededor. No sonaban teléfonos. Luego
entramos a una sala presidida por un enorme retrato de cuerpo entero de Simón
Bolívar, y allí estaba Hugo Rafael Chávez Frías, un cuarentón simpático,
orgulloso de ser provinciano, padre de tres hijos (de dos matrimonios) y ya
joven abuelo.
Dos horas
después, parecía que él no quería dar por terminada la entrevista. Habló sobre
todos los temas, no eludió ninguna pregunta, y hasta se permitió alguna broma
sobre “la mano peluda” que me habría entregado el Premio Rómulo Gallegos en
1993. Le dije que fue el presidente interino Ramón J. Vélazquez, un distinguido
historiador que gobernó Venezuela sólo nueve meses. Dijo que era el más
respetable de los hombres del sistema que el “chavismo” vino a sustituir.
Declaró que
duerme sólo cuatro o cinco horas diarias, que le encanta jugar al béisbol (es
un pitcher zurdo natural, y practica todos los mediodías en una cancha a varias
cuadras del Palacio), y que adora pintar. Inicia el tuteo a los dos minutos, y
aunque uno se sostiene en el protocolar y distante “usted” Chávez no dejará de
tutearnos. Pero no parece demasiado confianzudo. Se lo ve mucho más serio de lo
que parece y, realmente -sea impostado o verdadero- lo que menos parece es
militar. Y sin embargo, a su alrededor todo es uniformes y los rojos “Húsares
de Páez” andan por doquier.
Él mismo da
comienzo a la entrevista, cuando ve que enciendo el grabador y comenta:
-Seguramente
me va a preguntar sobre los partidos tradicionales y le diré que ellos sí fueron
tiranos disfrazados de demócratas.
-No pensaba
empezar por allí, sino más bien por el acoso y la hostilidad que es evidente
hacia usted. Su popularidad es inmensa, la vemos en la calle, todo el mundo
habla con simpatía de usted, pero es como si un fantasma recorriera América...
el de la desconfianza. ¿A qué lo atribuye?
-Yo de
afuera no siento acoso. Siento que hay ignorancia, o desinformación. Hay gente
que puede creer, con inocencia, en la mala información. Somos víctimas de
estrategias goebbelianas de desinformación y eso es evidente. Se ha escrito
desde Londres, o desde Madrid, o por Internet, que somos guerrilleros horribles
tomando el poder en Caracas. Han dicho que yo venía por el Amazonas o el
Orinoco en un barco a tomar el poder. Y hablo de diarios importantes, que han
creido esos cuentos y dicen que aquí hay una especie de Idi Amín Dadá
caribeño... El año pasado fue horroroso, me han satanizado mucho.
-¿Y a que
se debería eso? ¿Prejuicios por su origen militar, su origen golpista del ‘92?
-Yo creo
que sí, seguro que es por eso.
-Y porque
usted se ha salido del sistema, digamos.
-No, eso
no. Absolutamente no. El que venga, como tú, a ver cómo es esto, verá enseguida
que no somos demonios y se acercará a la verdad. Lo que pasa es que en el mundo
nos sacan titulares tremendistas todos los días... “Ah, mira, éste es el
golpista de hace siete años...” “Ah, mira que ésta con la guerrilla
colombiana”. “Ah, fíjate que está con Seineldin y los carapintadas argentinos”.
“Ah, mira que está con Fidel”. “Fíjate que compró armas y ahora va a ser el Idi
Amín que va a achicharrarles la cabeza a los venezolanos...” No, me rindo...,
pues, si es así yo me rindo...
-Pero no parece
rendirse, Presidente...
-Bueno, es
un decir. Y además yo no tengo dinero para hacer una campaña internacional carísima
para mejorar la imagen. Ni la haría si tuviese dinero. Que digan lo que
quieran.
-Pero en el
llamado mundo global, la interacción se dice inevitable y las presiones no
deben ser sencillas...
-Sí, pero
eso no es ahora el principal palo en la rueda que nos ponen. Yo voy a cuanto
país me invitan, visito presidentes, viajo todo lo que sea. Y así me voy
haciendo entender.
-Democracia
es también cuidado de las formas. ¿Como cuida usted las de Venezuela, en la
medida en que tiene al Parlamento y a los dos partidos tradicionales en contra?
Se lo pregunto porque hay urgencias visibles en su país, que pareciera que no
pueden esperar. Hay hambre, desempleo... ¿Cómo harán para no saltarse las
formas y mantenerse en democracia, avanzando a la vez en lo que ustedes llaman
“revolución pacífica”?
-Primero
que nada, hay que tener una férrea convicción democrática, personal, íntima y
profunda. Y yo la tengo. Esto es lo prioritario, está enraizado en mí. Creo en
la democracia, pero atención, no todo es forma, también hablemos de fondo.
Porque en este país, chico, los partidos tradicionales siempre cuidaron las
formas pero robaron y robaron, y nos dejaron un caos social y económico
monstruoso... Bueno, nosotros vamos a cuidar las formas, sí, pero sin
olvidarnos del fondo de las cosas.
-Me parece que
eso es lo que algunos le van a reprochar, desde luego.
-Bueno, los
que no entiendan este proceso criticarán de todos modos.
-Lo que
llama la atención en Venezuela, hoy, es que hay libertades irrestrictas: de
prensa, de opinión. Realmente es llamativo cómo lo tratan a usted, las cosas
que se dicen... No le tiran con flores. Entonces uno se pregunta cuánto tiempo
más aguantará...
-Nadie
tiene por qué dudar de nuestra buena fe. No hemos engañado a nadie, y menos a
nuestro pueblo. ¿Que somos populistas? Bueno, las etiquetas no nos importan.
Que nos juzguen por los hechos, y ahí están las libertades y garantías públicas
intocadas. Creemos en ellas y las mantenemos por convicción y no, como se hacía
antes, por conveniencia... Aquí no hay presos ni perseguidos políticos. No hay
ningún medio clausurado y ni siquiera bajo presión. Que nos investiguen, vamos,
que hagan y digan lo que quieran que nosotros garantizaremos la libertad de
expresión incluso hasta el abuso... Que oiga el que tiene oidos y que vea el
que tiene ojos. Y ya.
-Suena un poco
soberbio, también, dicho sea con todo respeto.
-Es que
usted no se imagina lo que era esto.. En 1946 los Adecos llamaron a una
Asamblea Constituyente pero disolvieron el Congreso, disolvieron la Corte
Suprema, cerraron diarios y nombraron censores de prensa, etc, etc... Nosotros
no hemos hecho ni vamos a hacer nada de eso sino todo lo contrario, pero nos
acusan todos los días de tiranos. Es de mala fe que nos quieran correr por ese
lado.
-¿Y
entonces por qué hay tanto cuestionamiento?
-Porque se
votó una reestructuración total y profunda del país. Los partidos que se
repartieron poder y prebendas durante 40 años nunca reformaron nada. Ahora
nuestra Asamblea Constituyente es absolutamente legítima y responde a un clamor
de la ciudadanía. Y como la Constituyente es el órgano máximo y no puede tener
un contrapeso, no puede haber dos foros legislativos al mismo tiempo... Y no sólo
eso: el parlamento tradicional era un foro de no legislar, estaba todo frenado.
-¿Y ustedes cómo
van a legislar? ¿Cómo lo están haciendo?
-En lugar
de disolver los poderes, como hicieron en el’46, nosotros llamamos a dialogar y
a cooperar. La Corte Suprema lo aceptó, aunque con la excepción de una jueza
que nos acusó de tan dura manera. Igual podemos decir que hoy la Corte coopera
y trabaja para limpiar el Poder Judicial, que tú no te imaginas lo corrupto que
venía siendo... En cambio el Congreso no, se nos puso en contra y fueron a
receso y empezaron a poner palos en la rueda. Yo lo atribuyo al desespero de
esta gente... Han perdido privilegios, algunos saben que tendrán que rendir
cuentas de sus fortunas mal habidas...
-Da la impresión
de que su lucha es sobre todo política con los que ya no están. ¿Como imagina
el futuro? ¿Y sobre todo en términos económicos y sociales?
-Primero
déjame terminar con la descripción, porque nos dejaron un país quebrado. Te
juro que es inimaginable el desastre en que dejaron a Venezuela. Y es por eso
que para nosotros la variable política es más determinante, hoy en día, que
todas las variables económicas.
-Convengamos
en que es un discurso extraño para la época, Presidente.
-Bueno, pero es
que tenemos que vernos en la circunstancia en que estamos, ¿no? Ortega y Gasset
hablaba del hombre y sus circunstancias, y nosotros queremos extender la idea a
lo social, porque aquí es prioritario modificar y resolver lo institucional.
Porque aparentemente en 40 años no hubo problemas institucionales en Venezuela,
y sin embargo el caos económico-social fue total... Hay causas estructurales
profundas y primero pasan por resolver lo político como única vía para resolver
lo económico.
-¿Cuáles
serían esas razones estructurales?
-Yo comparto la
tesis de Carlos Mathus, a quien he leído bien, en el sentido de que el
componente jurídico-político es como este vaso de vidrio (alza el que tiene
sobre la mesa): es un recipiente. El componente socio-económico sería entonces
el agua: el contenido. Y el componente ideológico es todo lo que está alrededor
y en el aire... Bueno, créeme que aquí se rompió el vaso. Y cuando se te rompe
el recipiente, entonces todo el contenido se te derrama. Le pongas lo que le
pongas, se derrama... Esto significa que ya no hay estructura
política-institucional, ni mucho menos moral. Se derrama todo. Entonces lo
primero es arreglar el vaso.
-Pero Venezuela
tiene urgencias atroces... ¿Cómo las va a contener? ¿No teme sentirse forzado a
situaciones límite, a las cuales sólo le quede como salida reprimir?
-Estamos
trabajando en todos los frentes, pero de lo que hablo es de prioridades que van
parejas. Fíjate que Caldera tuvo siete planes económicos y ninguno funcionó.
Fracasaron todos. Y nosotros también vamos a fracasar si no cambiamos la
institucionalidad política.
-¿Pero cuál
es el plan económico de su gobierno, por ejemplo?
-Nuestra
estrategia económica y social nos impone mirar lo que sucede en nuestras
calles, pero a la vez llevar adelante un ajuste de variables y sobre todo de
contención del déficit fiscal. El proceso político es muy veloz,
endemoniadamente veloz. En cambio el proceso económico es siempre más pastoso,
más complejo. Y como aquí todas las variables se rompieron, pues debemos
trabajar a marcha forzada en todo a la vez.
-Disculpe
que insista ¿pero con qué medidas concretas, por ejemplo?
-En lo
macro-económico, bajamos la inflación al mínimo en 10 años: estamos en 11.1%
acumulado y venimos de 40 % el año pasado... Llegaremos al 20 % a fin de año.
En cuanto al déficit fiscal, lo recibimos en el 8 % y ya lo bajamos al 4 % y
quizá resulte menos gracias a la elevación de los precios petroleros. Que
tienen que ver con nuestra política, también, porque nosotros promovimos con
Arabia Saudita y con México un recorte de la producción para recuperar el
precio internacional. Era de siete dólares y ahora está en trece dólares
promedio, y eso es muy bueno para nosotros. También hay que ver las tasas de
interés, porque en economía no hay milagros. Aquí llegaron a ser del 120 % y
ahora, con absoluta libertad bancaria y cambiaria, el Banco Central acordó con
la banca privada y estamos en tasas del 29 y 30 %. Y eso sin decretar la
emergencia nacional, que yo como presidente hubiera podido hacerlo... Y sin
guerra de precios, sin control de cambio... Y después me acusan de dictador...
-¿Alguna vez se
imaginó que estaría aquí, en la presidencia y en el poder?
-Espera,
déjame decirte que también han crecido nuestras reservas internacionales, y eso
quiere decir que hay inversión. Tenemos completa estabilidad cambiaria y
absoluta libertad de mercado, y la fluctuación de la paridad Bolivar-Dólar está
bajo control. Nuestra situación es grave, pero en el tablero económico en este
momento no tenemos luces rojas.
-Sin
embargo la situación social es explosiva. Tienen un tremendo desempleo y una
criminalidad realmente extraordinaria...
-Es verdad, y
también estamos trabajando en eso. Tenemos una serie de iniciativas que se
dirigen a contener esa situación. Pero es que Venezuela es como un motor
fundido, chico: el coche ya no te arranca y entonces tienes que arreglarlo.
¿Por dónde empiezas? Bueno, le vas limpiando las bujías, le cambias la batería,
arreglas los pistones, quitas las correas en mal estado, en fin, y tienes que
hacerlo todo para que el motor vuelva a funcionar. Nosotros no queremos una
economía estatista, quede claro, pero sí queremos un Estado que motive a la
producción. Aquí hay que motivarlo todo: la agricultura, la pesca, la pequeña y
mediana empresa, hay que crear alternativas petroleras como el uso del gas, el
desarrollo petroquímico... Y en eso estamos: hemos lanzado cantidades de
iniciativas.
-¿Y hay ya algún
síntoma de reactivación concreto?
-Claro que
sí. La industria de la construcción, por ejemplo: terminaremos 30.000 viviendas
para fin de año. Se reactivaron autopistas y otras obras que estaban
paralizadas, y todo en acuerdo con empresas privadas. Nosotros estamos acá para
estimular, para proponer iniciativas.
-Repito la
pregunta de hace un momento: ¿alguna vez se imaginó que estaría aquí, en la
presidencia y en el poder?
-No, jamás.
Jamás. Yo me preparé para servir a Venezuela pero no para estar en el poder.
-Suena a
frase hecha, Presidente.
-Bueno,
pero también acepten que es verdad, ¿no? Yo soy sincero y no tengo ninguna
mentira que ofrecer. Ya hubo demasiado de eso en este país.
-¿Qué es el
poder para usted?
-El poder es
algo que le pasa a uno. Un día te toca y no puedes evitarlo. Pero no se trata
de ser acumulador de poder, sino de saber que uno es un conductor y nada más:
uno es un cable de una corriente eléctrica que en un determinado momento está
pasando por uno.
-Se le
acusa de intentar perpetuarse en el poder. Seguramente usted lo negará, es
obvio, pero ¿cómo debe entenderse que una de las primeras propuestas a la
Constituyente haya sido la reelección?
-Primero
déjame decirte que aquí ya existe la reelección alternada, y eso es lo que
permitió que Pérez y Caldera fueran dos veces presidentes, y así nos ha ido...
Lo que nosotros propusimos, porque lo creemos mejor, es que la reelección sea
directa, por una sola vez. Y propusimos extender el período de gobierno de
cinco a seis años. Nos parece lo mejor para el país.
-Pero le deben
afectar opiniones tan duras como la de Mario Vargas Llosa, quien lo trata de
tiranuelo y dice que Venezuela se está suicidando como nación.
-Es muy
doloroso, por supuesto. Yo admiré mucho a Vargas Llosa; “La ciudad y los
perros” fue una de mis lecturas predilectas. Pero es de mala fe pensar que
nosotros obramos de mala fe. Yo sólo quiero cumplir mi obligación a irme.
-¿A dónde?
-A lo que
me gusta: pintar, leer, jugar al béisbol. Yo vengo de muy abajo, mi origen no
es militar como se dice, sino campesino y muy humilde. Y me gusta la vida
sencilla.
-¿Que
relación tuvo o tiene con sus colegas Seineldín, Aldo Rico y en general con los
carapintadas de la Argentina?
-Sólo
recibí sus saludos, hace años. En su momento ellos manifestaron simpatía por
nuestro movimiento. Pero eso fue todo. Yo sé que algunos lo usan en contra de
nosotros y a veces eso me resulta algo incómodo, ésa es la verdad. Pero ya
estamos acostumbrados. También me quieren asociar a Fidel Castro, a Perón, a
Franco, a Hitler, a Idi Amín... Los carapintadas me buscaron, es cierto, pero
yo no tengo idea de qué quieren ni de cuál es su proyecto. Que quede clara una
cosa: yo me negué siempre a ser identificado como carapintada venezolano. No
hay similitudes.
-Vamos a
dos temas muy sensibles, que tienen que ver con lo político y lo económico:
salud y educación. ¿Cómo los enfrentan, cuando los datos de la realidad aquí
son tan monstruosos como en casi toda nuestra América?
-Bueno, en
la educación también hemos lanzado una especie de Constituyente Educativa, un
movimiento revolucionario y social al que hay que darle cauce. En asambleas de
maestros, estudiantes y padres en todo el país, se ha reorganizado el sistema
educativo y lo lanzaremos ahorita en septiembre, cuando aquí empiezan las
clases. La primera fase consistió en eliminar toda forma de privatización encubierta:
aquí en las escuelas publicas se les decía a los padres qué uniformes y
materiales debían comprar y dónde debían hacerlo, o no entraban los niños al
colegio. Esa corrupción se acabó. Hay instrucciones precisas de que no se cobre
nada, porque lo primero es recuperar la gratuidad de la enseñanza. También
adelantamos el período escolar, en dos semanas, porque las vacaciones e habían
ido haciendo cada vez más largas. Y ya tenemos 600.000 niños más que el año
pasado, y habilitamos todo tipo de edificios: cuarteles militares, edificios
públicos y casas recibidas en donación, ahora son también escuelas y allí se
dará educación integral: no sólo la instrucción sino también desayuno, almuerzo
y merienda; y habrá dos turnos para que en las tardes se practiquen deportes y
diversas actividades culturales. Se incluirá atención médico-odontológica y se
están dando cursos acelerados de capacitación a los maestros, a quienes además
les hemos dado un pequeño aumento de salarios. Pequeño pero había que hacerlo.
Las llamamos Escuelas Bolivarianas y en septiembre arrancaremos con las
primeras 500 escuelas de este tipo.
-¿Y en materia
de salud?
-La nueva
ley de la Administración Central plantea la Reforma del Estado. Comenzamos por
eliminar ocho ministerios. Ahora tendremos sólo 13 y uno será el de Salud y
Desarrollo Social. Es importante el nombre porque le cambiamos eso de
“asistencia social”. Nosotros no queremos asistencialismo sino desarrollo,
porque tenemos una visión integral del individuo: nos importa su desarrollo
físico, mental, educativo, alimentario y de vivienda. Nuestra filosofía es
revolucionaria en este punto, y profundamente humanista. Y hemos empezado por
la reactivación de hospitales y un programa de ambulatorios.
-Sorprendente.
Me cuesta creer que sus opositores no quieran estos mismos buenos propósitos.
¿Por qué cree usted que no los comparten?
-Habría que
preguntarles a ellos, pero yo creo que perdieron sentido de la realidad. Los
políticos tradicionales, los viejos dirigentes, el sistema clientelista de los
partidos que se repartían el poder, sencillamente perdieron la brújula y hoy
son cáscaras vacías. Sus propias bases, de los adecos y de los copeyanos,
votaron masivamente por mí.
-Su base de
sustentación política es lo que se llama el Polo Patriótico, que es una especie
de alianza de gobierno. No puedo dejar de preguntarle si ya tiene pensada
alguna forma de organización partidaria propia.
-No, para
nada. El Polo es un movimiento, un espacio de participación, y así funciona muy
bien. No creo en la necesidad de un partido; prefiero un espacio de
convergencia en el que se puede discutir, disentir.
-Cuesta
creer que un presidente, un líder con una popularidad como la suya, no sienta
que necesita un partido propio que lo sostenga...
-Bueno, mi
partido ya existe. Es el Movimiento Quinta República. Nació como tal en 1982 y
yo soy también su presidente. Pero yo no creo en el partido como maquinaria;
prefiero que me acompañen jóvenes de diversos orígenes, científicos, técnicos,
intelectuales. Incluso, de entrada no quise saber nada con las cuotas de poder
para los partidos del Polo, por ejemplo... A los tres directivos de la
Constituyente por ahí pasa una semana y no nos vemos... Yo confío en quienes me
acompañan y no tengo que andar controlando a nadie.
-¿Qué relación
tiene usted con la figura de Perón y con el peronismo? ¿Conoce su acción de
gobierno, ha leído sus escritos? ¿Y a qué otros personajes de la historia de mi
país conoce o admira?
-Verdaderamente
no, discúlpame pero debo confesar que conozco muy poco de tu país... De
muchachos nosotros mirábamos hacia el Norte: veíamos películas mexicanas y a la
Argentina la sentíamos muy lejana... Por supuesto, sé que Perón ha sido
importantísimo en la vida argentina, que es una figura respetabilísima y que
también habrá cometido errores. Pero yo me siento distante de él. La distancia
que da el tiempo, además.
-¿Qué pasa con
la guerrilla colombiana? ¿Es verdad que tiene relaciones con ellos?
-Yo quiero
enormemente a Colombia. Nací en la frontera, además, y de subteniente ya andaba
por allá. Yo soy nacido en el Arauca vibrador, como dice el joropo (la
canción). Me recuerdo en canoa a los 20 años, por el río, persiguiendo
guerrilleros colombianos que habían matado gente de este lado. De capitán comandé
un escuadrón de caballería en la frontera. Y con la frecuentación, la vida allí
y el estudio constante llegué a la conclusión de que eso no tiene solución
militar. Toda guerra es salvaje, y la civil ni se diga, de modo que al entrar
en política, en la prisión, y luego ya liberado, volví varias veces a Colombia
y entré en contacto con ex guerrilleros que ahora son senadores. Y me propuse
colaborar con los colombianos para alcanzar la paz, que también es necesaria
para nosotros los venezolanos.
-Bueno, pero eso
le ha provocado acusaciones de entrometerse en los asuntos internos de un país
vecino. Eso es grave.
-Lo que yo he
hecho es ofrecer mi contribución al proceso de paz. Lo hice siempre, y ahora,
como presidente, más aún. Tenemos una frontera común que es una zona
militarizada. Yo propuse que se reunieran para dialogar y así lo hicieron. En
Caracas hubo reuniones de las partes: simplemente les prestamos el país, la
ciudad y las condiciones para que pudiesen dialogar en busca de la paz. Luego la
guerrilla me invitó, como también invitaron al presidente de la Bolsa de Nueva
York. Pero yo, en cuanto recibí la carta de las FARC, le avisé al presidente
Pastrana y le recordé que estoy a sus órdenees, allá o acá. Todavía no me ha
respondido, pero si no acuerdan con que yo vaya, pues entonces los puedo
invitar a que vengan acá. No quiero que se meta la guerrilla en Venezuela, no
quiero que secuestren, maten ni intimiden a los venezolanos. Este es un asunto
que nos afecta muchísimo y por eso, como presidente de Venezuela, no puedo
permanecer distraído.
-¿Cómo se
imagina el futuro inmediato?
-Echando el
resto. El pueblo venezolano merece resucitar. Ha estado como muerto, y si mi
vida sirve de instrumento, pues adelante. No soy indispensable, nadie lo es,
pero si dicen que París bien vale una misa, pues entonces Venezuela bien vale
todo nuestro esfuerzo. Yo no soy sino una gota en la ola de agua desatada. •
Suscribirse a:
Entradas (Atom)