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miércoles, 27 de marzo de 2013

El Papa Francisco, las esperanzas y los gestos



Mi nota de hoy en la contratapa del diario Página/12.

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-216654-2013-03-27.html

domingo, 17 de marzo de 2013

LECTURARIO # 8


Volviendo de los Estados Unidos, y por diferentes razones, la verdad es que últimamente no he estado tan lector como hubiese querido. Pero sí leí algunos libros que me parecen compartibles.

• Entre ellos, "Osvaldo Soriano: Los años felices de Cipolletti", un interesante trabajo del escritor y periodista cipoleño Pablo Montanaro. El texto, que por momentos es conmovedor, reconstruye los primeros años del querido Soriano, su infancia rionegrina, sus amistades y sobre todo su pasión futbolera. No es fácil de conseguir, pero los fanas del "Gordo" sabrán encontrarlo. (Ediciones Vigilias).

• Aunque no fueron mis vacaciones, durante un par de viajes de este verano leí "Paraísos", de Iosi Havilio, joven narrador de Buenos Aires a quien conocí el año pasado en Londres. Es una novela notable, que crece y se pone interesante a medida que transcurre el derrotero de dos mujeres bastante incalificables: una porque parece flotar como un corcho en la vida; la otra por su desenfreno. Ambas son marginales, creíbles y bien narradas, si bien por momentos es dudosa la voz femenina de alguna de ellas. Pero acaban convenciendo, igual que la curiosa galería de personajes laterales. Con prosa corta y por momentos telegráfica, Havilio sale avante con una novela intensa, sólida, porteñísima y recomendable, que, por eso mismo, en mi opinión no necesitaba el desmesurado elogio de contratapa que firma la siempre aguda Beatriz Sarlo. Como sea, creo que se trata de un texto inusual en la literatura argentina de lo que va del Siglo XXI (Random House-Mondadori).

• Terminé en un avión "Mr Gwyn", de Alessandro Baricco, una novela que yo calificaría de simpática y entretenida, aunque, para mí, no muy significante. Es la historia de un exitoso escritor inglés que decide abandonar el oficio. Su relación con su agente literario –un personaje que es en todos los sentidos un lugar común– y con una muchacha muy llamativa sobre todo por lo que no tiene, conforman un cuadro de época bien narrado (al fin y al cabo es un auténtico Baricco, el mismo de "Seda") pero para mí, algo desangelado. Yo sigo prefiriendo al Baricco ensayista, más sanguíneo y audaz. (Anagrama).

• También leí, o acaso debiera decir releí, el grueso volumen "Poesías completas" de Elvio Romero. Una impresionante suma poética del gran vate paraguayo del Siglo Veinte que es, a la hora de revisitarla, una especie de incursión en un discurso deslumbrante a la vez que abrumador. Elvio Romero (1926-2004) se exilió en el Chaco en 1947, el mismo año en que el verdadero Bartolo protagonizó aquella revolución en bicicleta que homenajeé en mi novela de 1980, y desde allí creció hasta ser uno de los grandes poetas latinoamericanos. Amigo cercano de Pablo Neruda, figura harto reconocida en la literatura de los años 60 a 80 del siglo pasado, y a quien tuve el honor y el placer de conocer, sus versos ardorosos y torrenciales, indudables frutos de la pasión tropical que lo caracterizó, le aseguraron el lugar que hoy resume este libro necesario.

martes, 5 de marzo de 2013

Una vieja entrevista, en homenaje a Hugo Chávez


Como homenaje al hoy fallecido presidente venezolano, he aquí la versión cruda, original, de mi entrevista con Hugo Chávez en Caracas, el 30 de Agosto de 1999. Nos recibió en el Palacio Miraflores al escritor mexicano Carlos Monsivais y a mí, y fue, dijo él mismo, la primera entrevista que daba a dos intelectuales latinoamericanos. Hoy siento que fue una distinción en la que hasta ahora no había reparado, pero a veces es de este modo como se escribe la Historia. Yo estuve allí y hoy, apenado como medio continente, me parece que es justo reproducirlo.
            Al día siguiente (31 de Agosto de 1999) la versión periodística de esta conversación se publicó en la portada del diario Página/12.


Entrevista exclusiva con Hugo Chávez:
Soy sólo una gota de la ola desatada

Por Mempo Giardinelli. Desde Caracas.

Entramos al Palacio Miraflores, en el centro de Caracas, con la sensación de prisa que siempre se tiene cuando se va a entrevistar a un presidente. Nos condujeron, al escritor mexicano Carlos Monsiváis y a mí, por un largo corredor del precioso palacio construído en 1893, y al final nos atendió, con café y sonrisas, un joven teniente coronel. De apellido Alcalá, de 37 años, se presentó como el edecán del presidente y nos hizo varias preguntas sobre literatura. No había nadie alrededor. No sonaban teléfonos. Luego entramos a una sala presidida por un enorme retrato de cuerpo entero de Simón Bolívar, y allí estaba Hugo Rafael Chávez Frías, un cuarentón simpático, orgulloso de ser provinciano, padre de tres hijos (de dos matrimonios) y ya joven abuelo.
       Dos horas después, parecía que él no quería dar por terminada la entrevista. Habló sobre todos los temas, no eludió ninguna pregunta, y hasta se permitió alguna broma sobre “la mano peluda” que me habría entregado el Premio Rómulo Gallegos en 1993. Le dije que fue el presidente interino Ramón J. Vélazquez, un distinguido historiador que gobernó Venezuela sólo nueve meses. Dijo que era el más respetable de los hombres del sistema que el “chavismo” vino a sustituir.
       Declaró que duerme sólo cuatro o cinco horas diarias, que le encanta jugar al béisbol (es un pitcher zurdo natural, y practica todos los mediodías en una cancha a varias cuadras del Palacio), y que adora pintar. Inicia el tuteo a los dos minutos, y aunque uno se sostiene en el protocolar y distante “usted” Chávez no dejará de tutearnos. Pero no parece demasiado confianzudo. Se lo ve mucho más serio de lo que parece y, realmente -sea impostado o verdadero- lo que menos parece es militar. Y sin embargo, a su alrededor todo es uniformes y los rojos “Húsares de Páez” andan por doquier.
       Él mismo da comienzo a la entrevista, cuando ve que enciendo el grabador y comenta:
            -Seguramente me va a preguntar sobre los partidos tradicionales y le diré que ellos sí fueron tiranos disfrazados de demócratas.
            -No pensaba empezar por allí, sino más bien por el acoso y la hostilidad que es evidente hacia usted. Su popularidad es inmensa, la vemos en la calle, todo el mundo habla con simpatía de usted, pero es como si un fantasma recorriera América... el de la desconfianza. ¿A qué lo atribuye?
            -Yo de afuera no siento acoso. Siento que hay ignorancia, o desinformación. Hay gente que puede creer, con inocencia, en la mala información. Somos víctimas de estrategias goebbelianas de desinformación y eso es evidente. Se ha escrito desde Londres, o desde Madrid, o por Internet, que somos guerrilleros horribles tomando el poder en Caracas. Han dicho que yo venía por el Amazonas o el Orinoco en un barco a tomar el poder. Y hablo de diarios importantes, que han creido esos cuentos y dicen que aquí hay una especie de Idi Amín Dadá caribeño... El año pasado fue horroroso, me han satanizado mucho.
            -¿Y a que se debería eso? ¿Prejuicios por su origen militar, su origen golpista del ‘92?
            -Yo creo que sí, seguro que es por eso.
            -Y porque usted se ha salido del sistema, digamos.
            -No, eso no. Absolutamente no. El que venga, como tú, a ver cómo es esto, verá enseguida que no somos demonios y se acercará a la verdad. Lo que pasa es que en el mundo nos sacan titulares tremendistas todos los días... “Ah, mira, éste es el golpista de hace siete años...” “Ah, mira que ésta con la guerrilla colombiana”. “Ah, fíjate que está con Seineldin y los carapintadas argentinos”. “Ah, mira que está con Fidel”. “Fíjate que compró armas y ahora va a ser el Idi Amín que va a achicharrarles la cabeza a los venezolanos...” No, me rindo..., pues, si es así yo me rindo...
       -Pero no parece rendirse, Presidente...
            -Bueno, es un decir. Y además yo no tengo dinero para hacer una campaña internacional carísima para mejorar la imagen. Ni la haría si tuviese dinero. Que digan lo que quieran.
            -Pero en el llamado mundo global, la interacción se dice inevitable y las presiones no deben ser sencillas...
            -Sí, pero eso no es ahora el principal palo en la rueda que nos ponen. Yo voy a cuanto país me invitan, visito presidentes, viajo todo lo que sea. Y así me voy haciendo entender.
            -Democracia es también cuidado de las formas. ¿Como cuida usted las de Venezuela, en la medida en que tiene al Parlamento y a los dos partidos tradicionales en contra? Se lo pregunto porque hay urgencias visibles en su país, que pareciera que no pueden esperar. Hay hambre, desempleo... ¿Cómo harán para no saltarse las formas y mantenerse en democracia, avanzando a la vez en lo que ustedes llaman “revolución pacífica”?
            -Primero que nada, hay que tener una férrea convicción democrática, personal, íntima y profunda. Y yo la tengo. Esto es lo prioritario, está enraizado en mí. Creo en la democracia, pero atención, no todo es forma, también hablemos de fondo. Porque en este país, chico, los partidos tradicionales siempre cuidaron las formas pero robaron y robaron, y nos dejaron un caos social y económico monstruoso... Bueno, nosotros vamos a cuidar las formas, sí, pero sin olvidarnos del fondo de las cosas.
       -Me parece que eso es lo que algunos le van a reprochar, desde luego.
            -Bueno, los que no entiendan este proceso criticarán de todos modos.
            -Lo que llama la atención en Venezuela, hoy, es que hay libertades irrestrictas: de prensa, de opinión. Realmente es llamativo cómo lo tratan a usted, las cosas que se dicen... No le tiran con flores. Entonces uno se pregunta cuánto tiempo más aguantará...
            -Nadie tiene por qué dudar de nuestra buena fe. No hemos engañado a nadie, y menos a nuestro pueblo. ¿Que somos populistas? Bueno, las etiquetas no nos importan. Que nos juzguen por los hechos, y ahí están las libertades y garantías públicas intocadas. Creemos en ellas y las mantenemos por convicción y no, como se hacía antes, por conveniencia... Aquí no hay presos ni perseguidos políticos. No hay ningún medio clausurado y ni siquiera bajo presión. Que nos investiguen, vamos, que hagan y digan lo que quieran que nosotros garantizaremos la libertad de expresión incluso hasta el abuso... Que oiga el que tiene oidos y que vea el que tiene ojos. Y ya.
       -Suena un poco soberbio, también, dicho sea con todo respeto.
            -Es que usted no se imagina lo que era esto.. En 1946 los Adecos llamaron a una Asamblea Constituyente pero disolvieron el Congreso, disolvieron la Corte Suprema, cerraron diarios y nombraron censores de prensa, etc, etc... Nosotros no hemos hecho ni vamos a hacer nada de eso sino todo lo contrario, pero nos acusan todos los días de tiranos. Es de mala fe que nos quieran correr por ese lado.
            -¿Y entonces por qué hay tanto cuestionamiento?
            -Porque se votó una reestructuración total y profunda del país. Los partidos que se repartieron poder y prebendas durante 40 años nunca reformaron nada. Ahora nuestra Asamblea Constituyente es absolutamente legítima y responde a un clamor de la ciudadanía. Y como la Constituyente es el órgano máximo y no puede tener un contrapeso, no puede haber dos foros legislativos al mismo tiempo... Y no sólo eso: el parlamento tradicional era un foro de no legislar, estaba todo frenado.
       -¿Y ustedes cómo van a legislar? ¿Cómo lo están haciendo?
            -En lugar de disolver los poderes, como hicieron en el’46, nosotros llamamos a dialogar y a cooperar. La Corte Suprema lo aceptó, aunque con la excepción de una jueza que nos acusó de tan dura manera. Igual podemos decir que hoy la Corte coopera y trabaja para limpiar el Poder Judicial, que tú no te imaginas lo corrupto que venía siendo... En cambio el Congreso no, se nos puso en contra y fueron a receso y empezaron a poner palos en la rueda. Yo lo atribuyo al desespero de esta gente... Han perdido privilegios, algunos saben que tendrán que rendir cuentas de sus fortunas mal habidas...
       -Da la impresión de que su lucha es sobre todo política con los que ya no están. ¿Como imagina el futuro? ¿Y sobre todo en términos económicos y sociales?
            -Primero déjame terminar con la descripción, porque nos dejaron un país quebrado. Te juro que es inimaginable el desastre en que dejaron a Venezuela. Y es por eso que para nosotros la variable política es más determinante, hoy en día, que todas las variables económicas.
            -Convengamos en que es un discurso extraño para la época, Presidente.
       -Bueno, pero es que tenemos que vernos en la circunstancia en que estamos, ¿no? Ortega y Gasset hablaba del hombre y sus circunstancias, y nosotros queremos extender la idea a lo social, porque aquí es prioritario modificar y resolver lo institucional. Porque aparentemente en 40 años no hubo problemas institucionales en Venezuela, y sin embargo el caos económico-social fue total... Hay causas estructurales profundas y primero pasan por resolver lo político como única vía para resolver lo económico.
            -¿Cuáles serían esas razones estructurales?
       -Yo comparto la tesis de Carlos Mathus, a quien he leído bien, en el sentido de que el componente jurídico-político es como este vaso de vidrio (alza el que tiene sobre la mesa): es un recipiente. El componente socio-económico sería entonces el agua: el contenido. Y el componente ideológico es todo lo que está alrededor y en el aire... Bueno, créeme que aquí se rompió el vaso. Y cuando se te rompe el recipiente, entonces todo el contenido se te derrama. Le pongas lo que le pongas, se derrama... Esto significa que ya no hay estructura política-institucional, ni mucho menos moral. Se derrama todo. Entonces lo primero es arreglar el vaso.
       -Pero Venezuela tiene urgencias atroces... ¿Cómo las va a contener? ¿No teme sentirse forzado a situaciones límite, a las cuales sólo le quede como salida reprimir?
            -Estamos trabajando en todos los frentes, pero de lo que hablo es de prioridades que van parejas. Fíjate que Caldera tuvo siete planes económicos y ninguno funcionó. Fracasaron todos. Y nosotros también vamos a fracasar si no cambiamos la institucionalidad política.
            -¿Pero cuál es el plan económico de su gobierno, por ejemplo?
            -Nuestra estrategia económica y social nos impone mirar lo que sucede en nuestras calles, pero a la vez llevar adelante un ajuste de variables y sobre todo de contención del déficit fiscal. El proceso político es muy veloz, endemoniadamente veloz. En cambio el proceso económico es siempre más pastoso, más complejo. Y como aquí todas las variables se rompieron, pues debemos trabajar a marcha forzada en todo a la vez.
            -Disculpe que insista ¿pero con qué medidas concretas, por ejemplo?
       -En lo macro-económico, bajamos la inflación al mínimo en 10 años: estamos en 11.1% acumulado y venimos de 40 % el año pasado... Llegaremos al 20 % a fin de año. En cuanto al déficit fiscal, lo recibimos en el 8 % y ya lo bajamos al 4 % y quizá resulte menos gracias a la elevación de los precios petroleros. Que tienen que ver con nuestra política, también, porque nosotros promovimos con Arabia Saudita y con México un recorte de la producción para recuperar el precio internacional. Era de siete dólares y ahora está en trece dólares promedio, y eso es muy bueno para nosotros. También hay que ver las tasas de interés, porque en economía no hay milagros. Aquí llegaron a ser del 120 % y ahora, con absoluta libertad bancaria y cambiaria, el Banco Central acordó con la banca privada y estamos en tasas del 29 y 30 %. Y eso sin decretar la emergencia nacional, que yo como presidente hubiera podido hacerlo... Y sin guerra de precios, sin control de cambio... Y después me acusan de dictador...
       -¿Alguna vez se imaginó que estaría aquí, en la presidencia y en el poder?
            -Espera, déjame decirte que también han crecido nuestras reservas internacionales, y eso quiere decir que hay inversión. Tenemos completa estabilidad cambiaria y absoluta libertad de mercado, y la fluctuación de la paridad Bolivar-Dólar está bajo control. Nuestra situación es grave, pero en el tablero económico en este momento no tenemos luces rojas.
            -Sin embargo la situación social es explosiva. Tienen un tremendo desempleo y una criminalidad realmente extraordinaria...
       -Es verdad, y también estamos trabajando en eso. Tenemos una serie de iniciativas que se dirigen a contener esa situación. Pero es que Venezuela es como un motor fundido, chico: el coche ya no te arranca y entonces tienes que arreglarlo. ¿Por dónde empiezas? Bueno, le vas limpiando las bujías, le cambias la batería, arreglas los pistones, quitas las correas en mal estado, en fin, y tienes que hacerlo todo para que el motor vuelva a funcionar. Nosotros no queremos una economía estatista, quede claro, pero sí queremos un Estado que motive a la producción. Aquí hay que motivarlo todo: la agricultura, la pesca, la pequeña y mediana empresa, hay que crear alternativas petroleras como el uso del gas, el desarrollo petroquímico... Y en eso estamos: hemos lanzado cantidades de iniciativas.
       -¿Y hay ya algún síntoma de reactivación concreto?
            -Claro que sí. La industria de la construcción, por ejemplo: terminaremos 30.000 viviendas para fin de año. Se reactivaron autopistas y otras obras que estaban paralizadas, y todo en acuerdo con empresas privadas. Nosotros estamos acá para estimular, para proponer iniciativas.
            -Repito la pregunta de hace un momento: ¿alguna vez se imaginó que estaría aquí, en la presidencia y en el poder?
            -No, jamás. Jamás. Yo me preparé para servir a Venezuela pero no para estar en el poder.
            -Suena a frase hecha, Presidente.
            -Bueno, pero también acepten que es verdad, ¿no? Yo soy sincero y no tengo ninguna mentira que ofrecer. Ya hubo demasiado de eso en este país.
            -¿Qué es el poder para usted?
       -El poder es algo que le pasa a uno. Un día te toca y no puedes evitarlo. Pero no se trata de ser acumulador de poder, sino de saber que uno es un conductor y nada más: uno es un cable de una corriente eléctrica que en un determinado momento está pasando por uno.
            -Se le acusa de intentar perpetuarse en el poder. Seguramente usted lo negará, es obvio, pero ¿cómo debe entenderse que una de las primeras propuestas a la Constituyente haya sido la reelección?
            -Primero déjame decirte que aquí ya existe la reelección alternada, y eso es lo que permitió que Pérez y Caldera fueran dos veces presidentes, y así nos ha ido... Lo que nosotros propusimos, porque lo creemos mejor, es que la reelección sea directa, por una sola vez. Y propusimos extender el período de gobierno de cinco a seis años. Nos parece lo mejor para el país.
       -Pero le deben afectar opiniones tan duras como la de Mario Vargas Llosa, quien lo trata de tiranuelo y dice que Venezuela se está suicidando como nación.
            -Es muy doloroso, por supuesto. Yo admiré mucho a Vargas Llosa; “La ciudad y los perros” fue una de mis lecturas predilectas. Pero es de mala fe pensar que nosotros obramos de mala fe. Yo sólo quiero cumplir mi obligación a irme.
       -¿A dónde?
            -A lo que me gusta: pintar, leer, jugar al béisbol. Yo vengo de muy abajo, mi origen no es militar como se dice, sino campesino y muy humilde. Y me gusta la vida sencilla.
            -¿Que relación tuvo o tiene con sus colegas Seineldín, Aldo Rico y en general con los carapintadas de la Argentina?
            -Sólo recibí sus saludos, hace años. En su momento ellos manifestaron simpatía por nuestro movimiento. Pero eso fue todo. Yo sé que algunos lo usan en contra de nosotros y a veces eso me resulta algo incómodo, ésa es la verdad. Pero ya estamos acostumbrados. También me quieren asociar a Fidel Castro, a Perón, a Franco, a Hitler, a Idi Amín... Los carapintadas me buscaron, es cierto, pero yo no tengo idea de qué quieren ni de cuál es su proyecto. Que quede clara una cosa: yo me negué siempre a ser identificado como carapintada venezolano. No hay similitudes.
            -Vamos a dos temas muy sensibles, que tienen que ver con lo político y lo económico: salud y educación. ¿Cómo los enfrentan, cuando los datos de la realidad aquí son tan monstruosos como en casi toda nuestra América?
            -Bueno, en la educación también hemos lanzado una especie de Constituyente Educativa, un movimiento revolucionario y social al que hay que darle cauce. En asambleas de maestros, estudiantes y padres en todo el país, se ha reorganizado el sistema educativo y lo lanzaremos ahorita en septiembre, cuando aquí empiezan las clases. La primera fase consistió en eliminar toda forma de privatización encubierta: aquí en las escuelas publicas se les decía a los padres qué uniformes y materiales debían comprar y dónde debían hacerlo, o no entraban los niños al colegio. Esa corrupción se acabó. Hay instrucciones precisas de que no se cobre nada, porque lo primero es recuperar la gratuidad de la enseñanza. También adelantamos el período escolar, en dos semanas, porque las vacaciones e habían ido haciendo cada vez más largas. Y ya tenemos 600.000 niños más que el año pasado, y habilitamos todo tipo de edificios: cuarteles militares, edificios públicos y casas recibidas en donación, ahora son también escuelas y allí se dará educación integral: no sólo la instrucción sino también desayuno, almuerzo y merienda; y habrá dos turnos para que en las tardes se practiquen deportes y diversas actividades culturales. Se incluirá atención médico-odontológica y se están dando cursos acelerados de capacitación a los maestros, a quienes además les hemos dado un pequeño aumento de salarios. Pequeño pero había que hacerlo. Las llamamos Escuelas Bolivarianas y en septiembre arrancaremos con las primeras 500 escuelas de este tipo.
       -¿Y en materia de salud?
            -La nueva ley de la Administración Central plantea la Reforma del Estado. Comenzamos por eliminar ocho ministerios. Ahora tendremos sólo 13 y uno será el de Salud y Desarrollo Social. Es importante el nombre porque le cambiamos eso de “asistencia social”. Nosotros no queremos asistencialismo sino desarrollo, porque tenemos una visión integral del individuo: nos importa su desarrollo físico, mental, educativo, alimentario y de vivienda. Nuestra filosofía es revolucionaria en este punto, y profundamente humanista. Y hemos empezado por la reactivación de hospitales y un programa de ambulatorios.
       -Sorprendente. Me cuesta creer que sus opositores no quieran estos mismos buenos propósitos. ¿Por qué cree usted que no los comparten?
            -Habría que preguntarles a ellos, pero yo creo que perdieron sentido de la realidad. Los políticos tradicionales, los viejos dirigentes, el sistema clientelista de los partidos que se repartían el poder, sencillamente perdieron la brújula y hoy son cáscaras vacías. Sus propias bases, de los adecos y de los copeyanos, votaron masivamente por mí.
       -Su base de sustentación política es lo que se llama el Polo Patriótico, que es una especie de alianza de gobierno. No puedo dejar de preguntarle si ya tiene pensada alguna forma de organización partidaria propia.
            -No, para nada. El Polo es un movimiento, un espacio de participación, y así funciona muy bien. No creo en la necesidad de un partido; prefiero un espacio de convergencia en el que se puede discutir, disentir.
            -Cuesta creer que un presidente, un líder con una popularidad como la suya, no sienta que necesita un partido propio que lo sostenga...
       -Bueno, mi partido ya existe. Es el Movimiento Quinta República. Nació como tal en 1982 y yo soy también su presidente. Pero yo no creo en el partido como maquinaria; prefiero que me acompañen jóvenes de diversos orígenes, científicos, técnicos, intelectuales. Incluso, de entrada no quise saber nada con las cuotas de poder para los partidos del Polo, por ejemplo... A los tres directivos de la Constituyente por ahí pasa una semana y no nos vemos... Yo confío en quienes me acompañan y no tengo que andar controlando a nadie.
       -¿Qué relación tiene usted con la figura de Perón y con el peronismo? ¿Conoce su acción de gobierno, ha leído sus escritos? ¿Y a qué otros personajes de la historia de mi país conoce o admira?
            -Verdaderamente no, discúlpame pero debo confesar que conozco muy poco de tu país... De muchachos nosotros mirábamos hacia el Norte: veíamos películas mexicanas y a la Argentina la sentíamos muy lejana... Por supuesto, sé que Perón ha sido importantísimo en la vida argentina, que es una figura respetabilísima y que también habrá cometido errores. Pero yo me siento distante de él. La distancia que da el tiempo, además.
       -¿Qué pasa con la guerrilla colombiana? ¿Es verdad que tiene relaciones con ellos?
            -Yo quiero enormemente a Colombia. Nací en la frontera, además, y de subteniente ya andaba por allá. Yo soy nacido en el Arauca vibrador, como dice el joropo (la canción). Me recuerdo en canoa a los 20 años, por el río, persiguiendo guerrilleros colombianos que habían matado gente de este lado. De capitán comandé un escuadrón de caballería en la frontera. Y con la frecuentación, la vida allí y el estudio constante llegué a la conclusión de que eso no tiene solución militar. Toda guerra es salvaje, y la civil ni se diga, de modo que al entrar en política, en la prisión, y luego ya liberado, volví varias veces a Colombia y entré en contacto con ex guerrilleros que ahora son senadores. Y me propuse colaborar con los colombianos para alcanzar la paz, que también es necesaria para nosotros los venezolanos.
     -Bueno, pero eso le ha provocado acusaciones de entrometerse en los asuntos internos de un país vecino. Eso es grave.
       -Lo que yo he hecho es ofrecer mi contribución al proceso de paz. Lo hice siempre, y ahora, como presidente, más aún. Tenemos una frontera común que es una zona militarizada. Yo propuse que se reunieran para dialogar y así lo hicieron. En Caracas hubo reuniones de las partes: simplemente les prestamos el país, la ciudad y las condiciones para que pudiesen dialogar en busca de la paz. Luego la guerrilla me invitó, como también invitaron al presidente de la Bolsa de Nueva York. Pero yo, en cuanto recibí la carta de las FARC, le avisé al presidente Pastrana y le recordé que estoy a sus órdenees, allá o acá. Todavía no me ha respondido, pero si no acuerdan con que yo vaya, pues entonces los puedo invitar a que vengan acá. No quiero que se meta la guerrilla en Venezuela, no quiero que secuestren, maten ni intimiden a los venezolanos. Este es un asunto que nos afecta muchísimo y por eso, como presidente de Venezuela, no puedo permanecer distraído.
       -¿Cómo se imagina el futuro inmediato?
            -Echando el resto. El pueblo venezolano merece resucitar. Ha estado como muerto, y si mi vida sirve de instrumento, pues adelante. No soy indispensable, nadie lo es, pero si dicen que París bien vale una misa, pues entonces Venezuela bien vale todo nuestro esfuerzo. Yo no soy sino una gota en la ola de agua desatada. •