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lunes, 30 de marzo de 2015

David se fue, en otro Marzo


Encuentro este apunte entre mis papeles, fechado en otro Marzo: el de 2011. El apunte dice: "Esta semana murió David Viñas. No haré un obituario pero sí quiero decir que yo lo apreciaba aunque no puedo decir que fuimos amigos. Pero lo respeté siempre y me parecía un tipo genial, con el que sostuve varias charlas que me encantaría reproducir. La última fue en el Bar Ramos, de Lavalle, creo, hace un par de años, cuando él ya había terminado su relación con Soledad Silveyra. Hablamos del país, de la literatura porteña, de lo que no estábamos escribiendo. Era un cabrón en su estilo, pero cuánto sabía. Se lo va a extrañar al cabrón."
            Ahora, en 2015, pienso en su muerte y la juzgo prematura. Lo que es raro, porque estaba anunciada aunque no era tan viejo (David nació en 1927, o sea que murió a los 84 años pero entero y lúcido al mango). Y tampoco sé por qué, pero de pronto recuerdo la bronca que sentimos muchos en 1984, 85, cuando él abandonó su cátedra de la UNAM intempestivamente. Así se dijo entonces y fue un garrón para la comunidad argentina del exilio, o de lo que quedaba del exilio. Una porteñada, definió un coetáneo de él que ahora prefiero no nombrar. Y tenía razón, porque eso no se hace. Pero David lo hizo: dejó plantados a todos y se volvió a Buenos Aires sin avisar, o casi.
            Claro que ahora aquello puede parecer como que ya no tiene importancia. No lo sé, pero sí sé que la muerte de David, con todo lo arbitrario, jodido y contradictorio que fue en vida, resultó una pérdida enorme para la literatura argentina. Enorme, porque su talento y agudeza fueron impares. Porque escribió libros necesarios. Porque pensó la literatura y la política con originalidad, y porque fue un polemista tan temible como brillante.
            Pero no seguiré con su muerte. Mejor decir que hace poco un lector para mí desconocido, muy amable y muy atento, me escribió un email en el que me dijo: "De pura casualidad descubrí un video que circula en Internet (en YouTube), donde se lo puede apreciar junto a David Viñas. Le doy mi palabra que debe ser el mejor registro existente de David conversando sobre literatura (...) Me puso muy feliz saber que era usted quien estaba allí, en esa tarde de los años 80, junto al gran Viñas. Me dije, ahí está el mayor ensayista argentino junto al mejor novelista." Más allá de la exageración, esta última, ese email me recordó que, en efecto, en el exilio mexicano David y yo fuimos filmados una tarde por una editorial norteamericana. Creo que fue Saúl Sosnowski quien condujo aquel reportaje a dúo. Un día de estos tengo que buscarlo en Internet. No sé qué habré dicho pero hoy tengo la impresión, casi seguridad, de que hace 35 años yo no sabía nada.
            Termino esta evocación con el tema del "ninguneo", vocablo que David usaba a menudo, como lo usamos todos/as los que vivimos varios años en México sin encerrarnos en la irrealidad, o sea que nos dejamos impregnar por la cultura azteca, y enhorabuena. "Ningunear" es un verbo que se atribuye a Octavio Paz, porque él lo instaló en su extraordinario "El laberinto de la soledad", y luego algunos exiliados pusimos de moda en la Argentina al regresar. Yo lo usé en varios artículos y luego desarrollé el concepto en "El país de las maravillas", un libro que algún día quizás me lance a reeditar. 

REGRESO A CASA, CON MAS PISA

Mi artículo dominical en The Buenos Aires Herald:
http://buenosairesherald.com/article/185462/back-home-with-more-pisa

Y en Página/12, en castellano:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-269302-2015-03-30.html

domingo, 29 de marzo de 2015

SALAMANCA SIEMPRE VUELVE

No sé por qué postear esto, pero algo me lo está imponiendo desde hace un par de días. No es un cuento, ni siquiera una apostilla. No sé qué es. Pero tiene que ver con Salamanca, ciudad adorable que he visitado muchas veces y que cada vez me encantó. 

Anoche se me hizo imperioso evocarla.

Quizás porque allí tengo una amiga querida y admirada: la extraordinaria poeta Mariángeles Pérez López, quien cada tanto postea un "me gusta" en mi página de Facebook y nomás con eso me provoca una sonrisa de puro gusto. Y mejor aún, cada tanto me manda por correo un nuevo poemario, en el que redescubro su talento y sensibilidad. Tienen que leer a Mariángeles. Su poesía es inteligente, sensible, elegante y tan profunda que resulta impar...
La conocí en Sevilla creo que el año 98. Luego nos visitó en el Chaco, sí, vino al Foro que organizamos en Resistencia un par de veces. Imagínense: de Salamanca a Resistencia. No es chiste. 
Hoy la siento cercana como se siente cercano a un camarada.

Y ya sé de dónde sale este posteo, con el que pretendo además retomar estos apuntes que desde hace años escribo y titulo "El laberinto y el hilo", y todos los cuales están en este blog y un día, seguro, he de bajarlos para, acaso, hacerlos libro. 

Esto es lo que quería decir: que este posteo y evocación, de Salamanca y de mi amiga, viene a cuento de que la semana pasada encontré apuntes de un viaje a esa ciudad, y esa universidad, en 2005. Y viaje que terminó con una cena inolvidable en casa de esta poeta.
Y también quiero compartir algunas razones de mi encantamiento salmantino:
• Allí hay una casa colmada de gárgolas feroces, que es la casa de la Duquesa de Alba, esa viejecita tan operada que murió hace poco y que nunca entendí qué hizo de magnífico para devenir celebridad.
• En Salamanca está, además, la Casa de las Conchas, una construcción de notable arquitectura que es hoy la Biblioteca Municipal. 
 En Salamanca me pregunté una vez si la Clerecía debía ser el sitio donde el clero se aclara.
• Allí vi una pieza de marketing genial, en la tienda de la Universidad, frente a la Catedral. Decía (y quizás dice aún): “universitatis salamantinae mercatus”.
• En Salamanca la Calle de la Fe es la más cortita y rara de todas las calles del mundo. Apenas tiene cuarenta metros de largo y ninguna puerta.
• La Catedral de Salamanca tiene 16 columnas centrales que son como los fundamentos del gran edificio del Mundo. 
• Y hay un órgano allí que, si nunca lo tocó Bach en persona, queda demostrada la imperfección de la música terrena.
• La Plaza Mayor de Salamanca es un centro ceremonial maravilloso. Ni el exceso de cerveza ni las hordas de estudiantes gringos consiguen desmerecerla. Y por las noches, ah, por las noches uno puede sentirse serenamente inmortal por un ratito. Lo que no es poco.

Bueno, no me justifico más. Declaro que este posteo es para retomar estas memorias que llamo, borgeanamente, "El laberinto y el hilo".

jueves, 26 de marzo de 2015

Homenaje del Ministerio de Ciencia y Tecnología

Hoy el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productica realizó su jornada anual “Celebrando la Biodiversidad: Premios y Homenajes por el uso sustentable de la Biodiversidad”.

En el marco de dicha jornada, fui distinguido como “Personalidad destacada de la Cultura por la promoción del uso sustentable de la Biodiversidad”.

La distinción me la entregó esta tarde en Buenos Aires, en un solemne acto, el Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Dr. José Lino Barañao.

domingo, 22 de marzo de 2015

De FINLANDIA a RUSIA y volver al calor

Mi nota del domingo en The Buenos Aires Herald:
http://buenosairesherald.com/article/184921/from-finland-to-russia-and-back-to-the-heat

Y la versión en castellano, en la contratapa de Página/12:
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-268984-2015-03-26.html

De Finlandia a Rusia, y vuelta al calor

El viaje acaba en San Petersburgo, ciudad de maravilla que expone todas las que se suponen características del espíritu ruso: delicadeza y magnificencia; expansión agraria e industrial; nacionalismo y vocación imperial. Todo ese se sintetiza en la fastuosa Avenida Nevskym en la que se suceden, a velocidad capitalista, enormes escaparates que recuerdan a New Yori más que a París.

Claro que el paisaje humano sí es europeo: la belleza y elgancia de hombres y mujeres, la profusión de coches de alta gama, los infinitos restaurantes llenos y una impresión general cosmopolita y distinguida renuevan la calidad de joya que define a esta ciudad del extremo norte occidental de Rusia.

Con cerca de 150 millones de habitantes que ocupan el territorio nacional más extenso del planeta (17 millones de kilómetros cuadrados, o sea el doble que Canadá, Estados Unidos, Brasil, China o Australia, y seis veces más grande que la Argentina), la densidad poblacional de Rusia es muy baja, mucho más que la nuestra (8 habitantes por km2, contra 16 de la Argentina). Pero aún así es el octavo país más poblado de la Tierra.

Vienen, como todo el mundo sabe, de vivir por más de 70 años una de las experiencias políticas, económicas y sociales más complejas y traumáticas de la historia de la humanidad, y de la cual ha emergido hace apenas un cuarto de siglo. No es pequeño dato éste, y necesariamente debe ser considerado para comprender la nueva modernidad rusa, porque todos los problemas que hoy aquejan a esta sociedad reconocen la misma etiología.

Me lo explica Iván mientras conduce su taxi, un flamante Mercedes Benz: "Nací y viví 34 años en el comunismo, y ahora llevo 25 tratando de adaptarme. Tengo más comodidades y mejor nivel de vida, tengo celulares para cada uno de mis hijos y libertad para decir lo que se me da la gana. Pero sigo pensando, como piensan millones de rusos, que la vida era mucho más tranquila y previsible antes, porque todos sabíamos lo que teníamos y en efecto lo teníamos, y no había ricos pero tampoco había pobres. No digo que aquello era mejor, pero no estoy seguro de que esto lo sea. Y la generación de mis hijos, le confieso, a mí no me termina de gustar".

Pasamos por el enorme conjunto edilicio que fue sede del gobierno comunista hasta 1989, y que ahora es un gigantesco centro comercial, y observo que en la anchísima plaza sigue en pie, inmaculada, la monumental estatua de Lenin agitando a las masas. "¿Y eso?", pregunto. "Eso", responde sonriente.

Sé que San Petersburgo no es toda la inmensa Rusia, pero paso los días caminando por esta ciudad henchida de orgullo y entiendo por qué todo el pueblo ruso la ama. Ahora han recuperado fastuosas catedrales, palacios y museos (el Hermitage es tanto o más impactante que el Louvre, por caso) y vuelve a resplandecer la que desde hace 300 años funciona como fantástica puerta giratoria entre Europa y Asia.

La crisis económica no se ve, es más bien una materia periodística. Al menos aquí, en esta Rusia que balconea hacia el Báltico, que para ellos es decir Europa. Como sea, el desarrollo es impactante y no sin contradicciones, porque si en las afueras de San Petersburgo están todavía los campos desde donde los alemanes bombardearon la ciudad durante 900 días, provocando un millón y medio de muertos, ahora allí se construyen nuevas y descomunales ciudades dormitorio con modernísima infraestructura.

Hace muy poco el gobierno de Vladimir Putin devaluó el rublo en un 50%, pero eso no desató inflación, que se mantiene entre el 15 y el 17% anual. "Aquí no tienen esa cultura" me explica un compatriota que lleva ocho años trabajando en esta ciudad y en Moscú. ¿Y entonces qué sucede? "Nada. Para ellos se abarataron las cosas, aunque ya no viajan tanto al exterior porque afuera todo les resulta más caro. Se adaptan".

Aunque a nadie se le ocurriría volver a los viejos tiempos, los rusos de hoy sí sienten y con disgusto las sanciones que les aplica Europa occidental por su apoyo a los ucranianos prorrusos. Pero no quiebran empresas ni se cierran tiendas. Al contrario, el consumo sigue creciendo y los carteles luminosos y las marcas del mundo ocupan cada vez más espacio. La recesión, si existe, aquí no se nota, y por eso resultan patéticos los esfuerzos de la prensa occidental por mostrar una Rusia apocalíptica.

Cierto que el derrumbe del precio del petróleo —que es la principal exportación rusa— obliga a ser cautelosos, pero no parece rebajar el optimismo que se aprecia en la gente, en la calle, y que desvirtúa la imagen tradicional del soviético sombrío. Al contrario, impacta la cantidad de chicas y chicos con ropas, tatuajes y celulares a la moda occidental y lanzados al consumo de todo tipo de artículos, incluyendo los de lujo. Y sorprenden los sucesivos centros comerciales, de varias manzanas y decenas de pisos, llenos de gente de lunes a lunes. Quizás sea el nacimiento de una nueva oligarquía que se dice que ya fuga capitales, no sabría decirlo, pero sí se puede hablar de una Rusia nueva, inesperada y sorprendente. Con deuda pública relativamente baja (es mucho mayor la deuda privada) y con reservas muy altas (más de 350.000 millones de dólares, según el Banco Central), el nacionalismo ruso parece fuerte, renovado y sólido, y eso explicaría el alto consenso que mantiene Putin.

En la despedida, anoto un elemento común a los pueblos del Báltico, que según algunos estudios influye necesariamente en los chicos en edad escolar: el clima. Y es que la temperatura media anual es de 5 grados, con largos inviernos a 20 grados bajo cero y muy escasa luz natural. Lo cual determina sociedades introvertidas y más bien tímidas. Es el caso de los finlandeses, que en todo enero pasado tuvieron sólo 14 horas de sol. Y en noviembre, inicio del crudo invierno, apenas 3 horas en 30 días.

En la Argentina, en cambio, todo es luz y calor: la nueva Alianza versión 2015 reflota veteranos como Federico Storani y Coti Noziglia, éste reinaugurado como hombre araña que teje en las somgras. Y apenas terminada la convención radical ya empezaron las zancadillas entre el PRO, la UCR y la CC. Literalmente: nada nuevo bajo el sol. • 

"El Cheruvichá", publicado en Turquía



Una noticia que me llena de alegría: Mi libro "El cheruvichá", que no es muy conocido en Argentina, se publicó en Turquía. Pronto se editará también aquí.

martes, 17 de marzo de 2015

LUNA CALIENTE también en árabe

Emprendiendo el regreso de mi viaje a Finlandia, Estonia y Rusia, recibo una hermosa noticia: Luna Caliente se ha publicado en árabe.

Con éste, ya son 25 los idiomas en los que se puede leer esta noble novelita, a la que tanto le debo.

Gracias por compartir mi alegría!

viernes, 6 de marzo de 2015

Lecturario # 36. Schweblin, Kundera, Sosnowsky, Restrepo


• Estoy maravillado con la lectura de "Distancia de rescate", estremecedora novela de Samanta Schweblin que en mi opinión ratifica que estamos ante la más poderosa innovación de la literatura argentina en lo que va del Siglo XXI. Nada menos.
            En los últimos años también mereció innumerables elogios su libro de cuentos "Pájaros en la boca", una colección de relatos notable, por original y renovadora. Y también fue multipremiado su cuento "Un hombre sin suerte".
           Bueno, pues ahora Samanta nos arroja una historia tremenda, desoladora y a la vez de extraña poética, que evoca a J.G.Ballard y a Stanislaw Lem e incluso al Richard Mathieson de "Soy leyenda". Con serenos y bellos verdes campos de soja como escenario lejano, Schweblin relata la historia íntima de una degradación, o de varias, con personajes entrañables y desesperados. No, no se la pierdan y además ténganle un tantito de paciencia porque el relato empieza de manera enigmática, heterodoxa, con voces que el lector demora en reconocer y seguir. Pero a partir de lo cual es imposible no entregarse a la prosa seca y precisa con la que esta narradora ha tejido esta novela poderosa y original. Incluso, diría, inolvidable. (Random House).

* Leí también, bajo recomendación de lectora confiable, "La fiesta de la insignificancia", que es la última novela del gran escritor checo de la transición del comunismo al neoliberalismo, Milan Kundera (1929). Residente en París desde 1975, por lo menos "La broma" (1967), "La vida está en otra parte" (1972) y "El libro de la risa y el olvido" (1979) fueron libros determinantes de una época de cambios en el mundo. Mi generación leyó con fruición esas historias que desmitificaban el "paraíso socialista", y apreció aquella mirada aguda, plena de amargo sentido del humor, sexo y paradojas en la descripción de una sociedad que nos resultaba exótica. Y que hicieron de Kundera una especie de prodigio mimado por la intelectualidad francesa y sus derivadas.
            Después vinieron "La insoportable levedad del ser" (1984) y "La inmortalidad" (1988) y yo confieso que me fui alejando de esas novelas, ultrapromocionadas y no tan renovadoras ni mucho menos impactantes. Desde entonces Kundera fue para mí uno de los nombres consulares de una época y una estética, pero no lo frecuenté más, no sé bien por qué, quizás porque me interesaron otras lecturas, quizás porque su descripción de aquella vida opresiva dejó de interesarme. Y quizás, también, porque las tres veces que visité la República Checa fueron otras las maravillas que me conmovieron. Y así hasta ahora, hasta que leí esta novela que me dejó helado, indiferente y perplejo ante un texto que encuentro antiguo y de humor forzado. Una pena, pienso ahora, porque la propuesta es interesante desde el vamos: Stalin visto desde sus lameculos y en plan entre surrealista y real maravilloso. Sin embargo, la estructura de esta novela de narración fragmentada y como de guión de humor televisivo, me resultó decepcionante. Me quedo con aquel Kundera que nos sorprendía al contarnos con gracia las entrañas de un mundo que ignorábamos. (Tusquets).

* Hace tiempo que planeo comentar libros y revistas de difícil clasificación en géneros, puesto que son, de hecho, antologías de relatos o poesías y/o ensayos. En esa categoría sobresale la revista HISPAMERICA, editada por el académico argentino Saúl Sosnowsky, catedrático de la Universidad de Maryland, Estados Unidos. Cada edición es una sorpresa, por la variedad textual que ofrece desde hace 43 años. De hecho se ha convertido en uno de los faros luminosos de la literatura hispanoamericana, vista desde la mirada de la crítica académica norteamericana. Cuestionada a veces, incomprendida otras, y confusa o brillante en tantas otras oportunidades, esa mirada tiene en esta revista una tradición incomparable. De la mano férrea y atenta de su creador y director, va ya por el número 128, en el que encuentro textos rigurosos y profundos como el de la colombiana Consuelo Triviño sobre la novelística de Vargas Vila, un ensayo de Inés de Mendonça sobre Lucio V. Mansilla, y además entrevistas, notas y un precioso texto de la mexicana Margo Glantz. Y de postre, dos cuentos de narradores argentinos que viven desde hace años en España: Blas Matamoro y Reina Roffé.

• "Entre el miedo y el mal" es una muy original e interesante antología poética del género negro, con selección y prólogo de Emilio Alberto Restrepo, médico y escritor colombiano. Es un libro sorprendente y único, creo, pues se trata de una antología de poemas vinculados al crimen, la muerte y el delito. La selección que ha hecho Restrepo contiene algunos poemas preciosos, entre los que en mi opinión destaca "El gato bandido" un poema clásico de ese gran escritor colombiano del Siglo XIX que fue Rafael Pombo. *