Lecturario # 27 - Gonilski, Barnes, Amis, Genovese y
una teoría de la lectura
* Estos apuntes que escribo
no siempre son, en rigor, sobre libros de Literatura. A veces me permito
incursionar en otras producciones escritas. ¿Y por qué no, si yo no soy más que
un lector, y por ende un curioso irreprimible? Me arrogo el derecho de leer lo
que se me da la gana, y sobre todo a esta altura de mi existencia, o sea sin
planes, necesidades ni objetivos. De donde toda lectura verdaderamente en
libertad, y es mi caso, obedece un poco al azar.
Son muchos, muchísimos los libros que llegan a mis manos y
no en todos me sumerjo. No me alcanzará la vida que me queda para leer todos
los volúmenes que hay a mi alrededor, y los que seguramente compraré por las
razones que sean, o llegarán a mí o pediré, en fin, he ahí el azar. De manera
que la lectura en mi caso, y sospecho ahora que es el sentido mismo de este
Lecturario que inauguré hace tiempo y de manera casual, obedece nada más que a mis
puras ganas, mi curiosidad.
Y dicho todo lo anterior, advierto que lo que quería y quiero
decir es simplemente esto: que no todos los libros que leo, y por consiguiente
no todos los que aquí comento, son Literatura en sentido estricto. Y está bien.
Igualmente la Literatura, la mejor, la que siempre nos conmueve y seduce y
deviene inolvidable, es la que marca el camino y determina las preferencias.
Las mías, por lo menos.
Y ahora que escribo todo esto, si me permiten, me
gustaría titular esta reflexión. Aunque suene un poco presuntuosa, y por favor
me disculpan, yo la titularía "Una teoría de la lectura". ¿Por qué
no? Es la mía y no pretende más que eso: explicarme, representarme, en cierto
modo justificarme.
Bienvenidos/as quienes
compartan esta afición, que, seguro, no le hace mal a nadie y a mí, en tanto
lector, me dio mucho de lo mejor que me dio la vida.
* En realidad lo anterior se
debe a preguntas que me hice durante la lectura de un libro precioso, encantador,
que me regaló mi amiga Irene Chikiar Bauer en los recientes días del Foro que
nuestra Fundación organiza en el Chaco. Y libro que primero me estuvo haciendo
ojitos porque es voluminoso y llamativo, y después me acompañó durante todo este
fin de semana.
No es un libro de narrativa ni de poesía, ni es un ensayo
literario, sociológico o político. No, nada de eso. Este libro se titula
"El piano, ¿es o se hace?", su autora se llama Perla Gonilski y es un
bellísimo tratado de teoría de la música. Sobrado de amor, humor y un
impactante sentido didáctico, la autora nos ayuda a saber, entender y gozar la
música desde ángulos inesperados. También es, de hecho, un libro para iniciar a
futuros pianistas, pero a mí lo que más me interesó fue la alegría de leerlo,
detenerme en sus dibujos, en la deliciosa iconografía que lo ilustra, y todo
con una sencillez, humildad y profundidad de las que no se ven frecuentemente.
Búsquenlo, que no es solamente un libro para músicos o aprendices. Es un
encanto de libro, que yo puse en la sala y a la vista de cualquiera que venga a
mi casa. (Editorial Troquel).
* No sé qué me estará
sucediendo con la reciente literatura británica, pero acabo de leer dos libros
de narradores ingleses muy reconocidos, ambos de mi generación, y lo que siento
ahora es una cierta perplejidad. Ninguna sorpresa, ningún entusiasmo, y eso que
se trata de dos escritores de fama internacional.
En primer lugar "La mesa limón y otros cuentos"
de Julian Barnes, cuyos relatos están muy bien estructurados, sin dudas, a la
vez que procuran despegarse de ciertas concepciones clásicas de la gran
literatura inglesa, e incluso con algunos dialogos sabrosos. Pero bueno, a mí
las tramas de esos cuentos no me interesaron en lo más mínimo. Más bien, y lo
digo un tanto inquieto, me aburrieron a punto tal que terminé de leerlo más por
disciplina que por placer.
El otro libro que leí, y diría que en este caso más por
disciplina y respeto que por placer, fue "Tren nocturno", la novela
de Martin Amis de la que había escuchado, y leído, referencias muy favorables.
Famoso y muy de moda, reconocido internacionalmente y considerado ya uno de los
escritores más interesantes de Inglaterra, este "Tren nocturno" de
Amis fue para mí una decepción. No digo que esté mal escrito o traducido, ojo,
y entiendo que haya convocado a muchos lectores, pero digo que a mí no me
resultó para nada interesante. Se supone que es una novela policial con un
personaje interesantísimo, que sin dudas lo es, pero envuelto en una trama más
discursiva que creíble. Elogiada como una gran novela negra moderna, la verdad
es que a mí no me parece que lo sea. No me sacudió como novela, ni como
policial, ni mucho menos del género negro, del cual creo que no soy un neófito.
Se trata de una historia que se propone muy atractiva, sí,
pero está narrada como a paso demasiado lento. Y sobre todo, está "contada"
y excesivamente, como si Amis debiera justificarse a cada página. No quiero ser
injusto y lo digo con todo respeto, pero tuve la impresión de ser, como lector,
uno que asiste a una promesa que luego no se cumple. A ver si lo digo mejor:
este libro es la promesa de un diamante, pero no es un diamante. Demasiado
discurso y poca acción, demasiado narrador que lo explica todo, me parece que
debilitaron las posibilidades del diamante.
Ambos libros están publicados por Anagrama, en la notable
colección que vengo leyendo y comentando, casi completa.
* Entonces la poesía, ah la
poesía, qué maravilla cuando nos salva de lecturas que no nos satisfacen del
todo. Una buena poesía, leidita con voz baja y bien modulada, o en voz alta si
se tiene a quién leerle, es una medicina maravillosa para tolerar libros
pretenciosos, altisonantes o directamente mediocres, de los que hay tantos en
el mundo, o mejor dicho tantos en el jodido "mercado".
Claro que para que lo anterior suceda, tiene que tratarse
de poemas de calidad, en los que campean la idea y la música, el ritmo y el
sentido, la gracia y el concepto, la profundidad y la elegancia, la brisa y la
tormenta. Digo, como para proponer una aproximación, ¿no? Con toda modestia y
prudencia. En fin, ustedes saben.
Todo esto pienso mientras leo, como al pasar,
"Aguas" (Ediciones del Dock), un sutil poemario de Alicia Genovese en
el que la poeta recorre mares, ríos y humedales, naufragios y sumersiones,
mientras reflexiona acerca de la vida y de la muerte como para recordarnos y confirmarnos,
de modo casual, pero inevitable, que no hay más tema que esos dos: la vida y la
muerte. Veamos:
"En diálogo con el agua tomo
las mejores decisiones.
En el agua pienso
en el agua descanso
encuentro
la boca blanda
hacia todas las cosas".
Y también leo:
"En el agua que muere,
la propia muerte".