Mi artículo de hoy en el diario Página/12:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-232553-2013-10-31.html
Aviso por los comentarios
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Las únicas 2 (dos) vías de sociabilidad virtual que manejo son este blog y mi página en FB. Ninguna otra cuenta, muro o perfil —en Facebook, Twitter o donde sea— me representa. Por lo tanto, no me hago cargo de lo que ahí puedan decir o escribir personas inescrupulosas.
jueves, 31 de octubre de 2013
martes, 29 de octubre de 2013
EL DIA DESPUES DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS
Esto es lo que escribí hoy en el diario The Buenos Aires
He aquí la versión en castellano:
Como cuando los niños no
quieren aprender, gran parte de la clase política argentina –y sus mayores: el
aparato político-periodístico que los orienta– se ha acostumbrado a ver solamente
lo que quiere ver aunque no se corresponda con la realidad. Ésa parece ser la
conclusión más inmediata y precisa del notable proceso electoral de este
domingo que pasó.
Conviene mirar hechos y
datos concretos para corroborarlo, justo cuando se cumplen, pasado mañana jueves, 30
años de la histórica elección que consagró presidente a Raúl Alfonsín y marcó
el regreso de la democracia en este país. Ahora el 76 % de los 30 millones de argentinos/as
habilitados votó en libertad y con notable entusiasmo, o sea 6% más ciudadanos que
en las PASO de agosto pasado.
Se eligieron 127 diputados nacionales y 24 senadores ídem y los comicios fueron excepcionalmente limpios, veloces
e incuestionables. Según el ministro Florencio Randazzo, "los más
organizados de los últimos treinta años".
La voluntad popular se
expresó, más allá de gustos o preferencias, con una claridad y contundencia
muchísimo mayores que las interesadas y en muchos casos retorcidas
interpretaciones de dirigentes, encuestadores y columnistas. El simple repaso
de los resultados transparenta las cosas. A saber:
1– El partido de gobierno (Frente
para la Victoria y aliados) se consolidó como fuerza mayoritaria con presencia en
todo el territorio nacional. Ganó en 12 provincias, o sea
la mitad del país: Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, La Rioja, Misiones,
Río Negro, Salta, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán, Tierra del Fuego.
Con el 33.27 % de los votos
para diputados logró 47 bancas y aumentó su representación parlamentaria
(tendrá cinco diputados más que el viernes anterior a la elección, con lo que
alcanza 130 en total). Para senadores obtuvo el 39.37 % de los votos totalizando
40 bancas, con lo que tendrá quorum propio en ambas cámaras del Congreso.
2– La Unión Cívica Radical con sus
aliados se consolidó como la segunda fuerza política nacional con presencia en
todos los distritos y el 24.68% de los votos de todo el país.
La UCR ganó en 4 provincias: Catamarca, Corrientes,
Mendoza y Santa Cruz. Y con el 23,28% de los votos a diputados logró 36 bancas
(tendrá 61 en total) y tres bancas senatoriales con el 22.70% de los votos para
senadores (tendrá 19 en total).
3– El Frente Renovador recibió el 12,24 % de los votos, aunque concentrados
en un único distrito: la Provincia de Buenos Aires, en la cual venció por una
importante diferencia y con el 43.92% de los votos bonaerenses para diputados.
Obtuvo con aliados del peronismo no kirchnerista 26 bancas, para un bloque que
totalizará 37.
4– Partidos provinciales de origen peronista
triunfaron en Neuquén, Chubut, Jujuy, San Luis y Córdoba. Representan un total de 24.75%
del electorado nacional.
5– El PRO, que va a tener senadores por primera
vez, tiende a ser un partido nacional y no sólo municipal. Con el 39.27% obtuvo
dos senadores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que gobierna desde 2007. Y con 34.45%
obtuvo 12 diputados nacionales. Con el 8.04 % de los votos totales del país y
presencia en una decena de distritos, es ahora la cuarta fuerza política
nacional.
6– Se consolida la izquierda en varios distritos y
obtiene 3 diputados nacionales en una notable elección. En las provincias de
Buenos Aires, Salta y Mendoza, y ahora también en Chaco, Formosa y Jujuy se
convierte en refugio de disconformes. Lo que no significa necesariamente un
ascenso del trotskismo alineado en el Partido Obrero (PO).
Hasta aquí los datos, que en una elección son los que hablan. Lo demás son
interpretaciones. Los recuerdos del ascenso de
Francisco de Narváez en 2009, las polarizaciones ideológicas y las supuestas
"palizas" al gobierno son, finalmente, nada más que deseos no
probados. De hecho muchos de los votos por derecha muestran aparentes
equivalencias entre el Pro y el FR con vistas a 2015, pero esa también es una
igualdad discutible y no del todo segura.
De hecho Mauricio Macri se despegó velozmente de toda posible alianza con Sergio Massa. Dijo: "En 2015 en las listas del PRO no va a haber ningún ex integrante de un Gabinete nacional". Replicó Massa al día siguiente: “Pensar en 2015 es una falta de respeto”. Y es que son dos gallos en oferta para una misma dama, la República. Claro que sus seguidores ya empezaron los pases: tres diputados electos el domingo por el FR se pasaron, en menos de 24 horas, al PRO: Soledad Martínez, Gladys González y Christian Gribaudo. Una película que recién empieza.
El periodista televisivo hoy emblemático de estas intenciones sugirió varias veces, la noche del domingo, que la Presidenta podría no terminar su mandato y deslizó que quizás su enfermedad fue una tramoya. Al día siguiente, el lunes, la renovada diputada Elisa Carrió se lanzó en el mismo sentido y estilo: "Hoy la Presidenta no está y no sabemos si vuelve".
El domingo quien hacía zapping encontraba en cada canal una fiesta, pero las celebraciones no eran por lo mismo. A treinta años de democracia y ante una fiesta popular como fue esta elección, la felicidad de cada quien obedeció a sus intereses, no al bien común.
De hecho Mauricio Macri se despegó velozmente de toda posible alianza con Sergio Massa. Dijo: "En 2015 en las listas del PRO no va a haber ningún ex integrante de un Gabinete nacional". Replicó Massa al día siguiente: “Pensar en 2015 es una falta de respeto”. Y es que son dos gallos en oferta para una misma dama, la República. Claro que sus seguidores ya empezaron los pases: tres diputados electos el domingo por el FR se pasaron, en menos de 24 horas, al PRO: Soledad Martínez, Gladys González y Christian Gribaudo. Una película que recién empieza.
No obstante todo ello, y el carnaval de radio y
televisión que cuando se lee esta nota lleva ya tres días, habría que reconocer
que el gran triunfador de las elecciones, como de la política argentina de este
tiempo, es el periodismo ideológico-económico. Construyeron ahora a Massa, como
antes a Macri, a Julio Cobos y a varios más, y no se visualiza manera alguna de
contenerlos cuando van por más –ellos sí– aparentemente decididos a doblegar
incluso a la Corte Suprema de Justicia.
El periodista televisivo hoy emblemático de estas intenciones sugirió varias veces, la noche del domingo, que la Presidenta podría no terminar su mandato y deslizó que quizás su enfermedad fue una tramoya. Al día siguiente, el lunes, la renovada diputada Elisa Carrió se lanzó en el mismo sentido y estilo: "Hoy la Presidenta no está y no sabemos si vuelve".
El domingo quien hacía zapping encontraba en cada canal una fiesta, pero las celebraciones no eran por lo mismo. A treinta años de democracia y ante una fiesta popular como fue esta elección, la felicidad de cada quien obedeció a sus intereses, no al bien común.
Es inevitable pensar que ahí, quizás, anide el
huevo de la serpiente. •
domingo, 27 de octubre de 2013
ALGUNAS REFLEXIONES A LA HORA DE VOTAR
The Buenos Aires Herald, Domingo 27 de Octubre
http://buenosairesherald.com/article/143759/some-reflections-for-voting-day
http://buenosairesherald.com/article/143759/some-reflections-for-voting-day
Versión en Castellano:
En la misma
semana en que el país va a votar, y al final de una campaña caliente como
pocas, se produce el tercer gran accidente ferroviario en un año y medio. Es raro.
Las pericias de los dos siniestros anteriores determinaron la
responsabilidad de los motorman, y todo indica que en este caso también. Al
menos el maquinista Julio Benítez ya declaró ante el juez que "el tren
funcionaba bien" y que "no recuerda" más, aunque el disco duro
de las cámaras del tren estaba en su mochila y resultó destruído. Muy raro.
Lo evidente es que fueron "fallas humanas" las que produjeron los
tres siniestros, que tienen varios otros puntos en común: los tres fueron más o
menos a la misma hora pico matutina; los dirigentes ferroviarios rechazaron
toda responsabilidad; los grandes diarios y algunos columnistas se apresuraron
a condenas fáciles e hicieron un festival opositor de cada accidente, aunque
luego no se rectificaron.
Como sea, el abogado patrocinante de la mayoría de las víctimas –Gregorio
Dalbón– está pidiendo que se investigue a sindicalistas y reclama
entrecruzamiento de llamadas en la búsqueda de posibles amenazas a los
maquinistas. Y sigue siendo un enigma el caso del motorman Leonardo Andrada,
que fue quien entregó la formación a su colega Marcos Córdoba al amanecer del
primer siniestro en Once, que causó más de 50 muertes. La declaración testimonial
de Andrada dicen que fue decisiva, pero también mortal: lo asesinaron de seis
balazos dizque para robarle un celular. Rarísimo.
En este contexto
presuntamente mafioso –no tanto como los crímenes del narcotráfico en Rosario y
en Córdoba, sólo que estos todavía son contenidos periodísticamente porque allí
no hay administraciones kirchneristas– el país todo, presionado y confundido
como pocas veces antes, está votando al mismo tiempo que los lectores leen esta
nota.
No es difícil
describir –recordar– cómo se llegó hasta aquí. Decir que la campaña fue sucia
es un modo de resumirlo. Más certero es declarar que también fue una campaña
mentirosa, dicho sea en el sentido de que hubo más chicanas que propuestas, y que
las seudopropuestas en realidad fueron consignas en muchos casos vacías de
contenido y significado.
Primero fue el
caso de Juan Cabandié, a quien se diría que le tendieron una trampa sobre la
que él mismo se hizo. Porque cualquiera puede cometer errores, pero no es lo
mismo cuando los comete un candidato a diputado nacional oficialista en una
campaña caliente. Sus errores necesariamente se verán magnificados, y la
malignidad en la política es conocida, está estudiada y no debería sorprender a
nadie, aunque es un hecho que siempre sorprende. Y no sólo en la Argentina: las
campañas electorales en todo el mundo suelen ser sucias casi por definición.
Como sea, Cabandié no tuvo en cuenta que con las nuevas tecnologías y los celulares que cualquiera tiene, todo puede ser registrado por cámaras indiscretas y con las peores intenciones. También pudo ser cuestionable su argumentación de ser hijo de desaparecidos, y el haber pedido un "correctivo" para la agente que lo interpelaba. Pero sobre todo su yerro fue ir a la televisión a "defenderse" cuando debió cortar el asunto de raíz antes de que alcanzara ribetes de escándalo. Alguien debió aconsejarle lo único y mejor que en un caso así debe hacer una persona honorable y con proyección política: escribir y hacer pública una brevísima carta asumiendo el error, pedir una disculpa a la interesada y llamarse a silencio. El caso no hubiera durado dos días.
En cambio, el
episodio significó un triunfo de campaña de la oposición, una vez más apoyada
en implacables odios mediáticos interesados sobre todo en condenar la política
de Derechos Humanos del gobierno, y a organismos y representantes. Y también
afectó a quien aparece como el candidato más intachable que tiene el
kirchnerismo: el senador Daniel Filmus.
Pero más allá de
este caso puntual, la ciudadanía se topó con candidatos y partidos que no
explicitaron sus verdaderas intenciones. En algunos casos las ocultaron, las
disimularon o –como en los '90– se dejaron llevar por el perverso apotegma
menemista: "Si digo lo que verdaderamente pienso hacer, no me vota
nadie".
Ése fue el caso de casi toda la oposición, que atacó al gobierno con más consignas que ideas. Repitieron las mismas acusaciones de los últimos meses, pero sin decir qué y cómo harán respecto de ítems específicos como el rol del Estado, la industrialización, el empleo, los impuestos, la educación, la salud y el rol de los bancos, por citar algunos ejemplos. Asuntos todos en los que el kirchnerismo tiene libretos muy afinados, guste o no y se les crea o no.
Ése fue el caso de casi toda la oposición, que atacó al gobierno con más consignas que ideas. Repitieron las mismas acusaciones de los últimos meses, pero sin decir qué y cómo harán respecto de ítems específicos como el rol del Estado, la industrialización, el empleo, los impuestos, la educación, la salud y el rol de los bancos, por citar algunos ejemplos. Asuntos todos en los que el kirchnerismo tiene libretos muy afinados, guste o no y se les crea o no.
Con bastante
pobreza conceptual, confusos por insinceros, y con más enojos que proposiciones,
muchos candidatos opositores demostraron que ni siquiera sabían bien de qué
estaban hablando cuando se dedicaron a repetir viejas recetas noventistas de
ajustes, devaluación, endeudamiento y liberalizaciones.
Curiosamente,
fueron muchos empresarios los que reconocieron, en un importante coloquio el
fin de semana pasado, que enfriar la economía, abrir la importación y terminar con
los controles va en contra de las políticas que garantizan desarrollo.
Y es que más allá de lo que digan los diarios y la tele, a muchas empresas
no les va tan mal. Y no sólo eso: a muchas les va muy bien. Es el mismo país en
el que las clases media y alta se quejan furiosamente por lo que llaman cepo
cambiario, pero viajan por el mundo cada vez más. Habría que recordarles que
hace algunos años había colas en consulados y aeropuertos para huir del país,
no para hacer turismo. Recordarles cuando se devaluaba la moneda de un día para
el otro y sólo los amigos del poder de turno estaban enterados; cuando se
cerraban fábricas y aumentaba el desempleo; cuando no había paritarias y se
recortaban los salarios, o cuando la inflación –aquélla sí, galopante– se comía
los ingresos de los que todavía tenían ingresos.
Aquel país y aquellas políticas deberían ser mejor recordadas. Pero ya se
sabe que esto es la Argentina. Un lugar en el mundo en el que cualquier cosa
puede suceder.
En este contexto,
sólo los diarios de mañana dirán qué quiere "el soberano", o sea el
pueblo que cada tanto se expresa en las urnas. Como corresponde a una democracia.
•
lunes, 7 de octubre de 2013
LOS LINKS DE ESTE BLOG
Recomiendo ver los links de este blog, que se encuentran navegando hacia la derecha y hacia abajo de estas palabras.
Ahora sumé el de la Casa del Lector, de Madrid, que dirige Kepa Osoro Iturbe. Se llama Lectura Bibliotecas LIJ, y puede ser muy interesante y útil.
También siguen disponibles los blogs de Fajardo, Rudman, la Comisión de la Memoria y, en fin, los de la Fundación y sus respectivas páginas oficiales.
Sugiero que los visiten.
domingo, 6 de octubre de 2013
EN CAMINO DE SER NUEVAMENTE UNA NACION DE LECTORES
Mi artículo de hoy en el The Buenos Aires Herald:
http://buenosairesherald.com/article/142255/on-the-way-to-becoming-a-nation-of-readers
He aquí la versión en castellano:
http://buenosairesherald.com/article/142255/on-the-way-to-becoming-a-nation-of-readers
He aquí la versión en castellano:
En
medio de las novedades de la semana, dominadas por el nuevo conflicto con
Uruguay derivado del inesperado permiso del Presidente José Mujica a la pastera
UPM (ex Botnia) para que aumente su producción, esta columna prefiere no
referirse a un asunto tan antipático que vuelve a enfrentar a dos naciones
hermanas. Sobre todo ante el lamentable entusiasmo que produce en algunos
medios y dirigentes opositores argentinos, que con tal de cuestionar al
gobierno son capaces de sumarse a cualquier causa. Por lo tanto, en este
artículo no se hablará este domingo de esas miserias, sino de uno de los
aspectos más positivos de la democracia argentina de estos años.
Y no
hay tema más poderoso, en este sentido, que el necesario elogio de la
recuperación del pueblo argentino como sociedad lectora. Y es que después de
haber sido la Argentina, por décadas, el país más adelantado de la lengua
castellana en materia cultural, el desmoronamiento fue impactante. El autoritarismo que imperó entre 1966 y
1983 dejó secuelas, algunas sutiles e imperceptibles, y entre ellas la fractura
de aquella Argentina lectora y culta que alguna vez fuimos, reconvertida
penosamente en una nación de no lectores.
En 1983 nadie
sabía cuánto ni cómo había sido afectada la lectura en esta nación. Porque la Argentina había sido el país más lector de América
Latina e incluso de toda la lengua castellana: principal productor de libros
del continente y primer exportador de libros y revistas a toda América y a
España, incluso casi todo el conocimiento universal —en la literatura, la
filosofía, la ciencia y la tecnología— se traducía primero en la Argentina y
desde aquí se irradiaba a América y España en nuestra lengua. Millones de
ejemplares de libros y revistas salían de las imprentas de este país, que era,
sin dudas, una nación de lectores.
Aquello fue posible porque el imaginario social,
desde fines del Siglo 19, estuvo vinculado a la lectura. Los inmigrantes y los
criollos estaban convencidos de que el ascenso social de sus hijos y nietos no
era sólo una ecuación económica, sino que dependía de la lectura como camino
hacia el saber y el conocimiento. Por eso los sindicatos, los primeros partidos
políticos, las sociedades de fomento, los clubes de barrio y las cooperativas de
todo el país se organizaban en bibliotecas amigas y rápidamente creaban las
propias. El ascenso social –era el convencimiento general– sólo iba a cumplirse
por medio de la lectura, que fue protagonista poderosa de la construcción de
aquella Argentina sin analfabetos y cuyo consumo de libros y revistas era
altísimo y constante.
Todo eso se perdió, después, cuando la lectura y
el libro fueron demonizados.
Cuando la censura, el miedo y el discurso autoritario y perverso de que el
libro era subversivo prendió en casi todos los sectores sociales. Parece
mentira pero hasta hace apenas treinta años en este país el libro era
subversivo porque el saber lo era. El conocimiento, el pensamiento creativo, la
libre expresión de las ideas, todo era considerado peligroso. Grandes casas
editoriales, y bibliotecas enteras, fueron arrasadas, millones de libros
quemados y decenas de periodistas, escritores y poetas asesinados.
Así, en el imaginario colectivo, la lectura y el libro que habían sido
fundantes de la aspiración de ascenso social, terminaron siendo un desaparecido
más. Y puesto que desapareció incluso de la escuela argentina, y se convirtió
en un problema educativo grave, pronto el resultado saltó a la vista.
Puede decirse que entre 1984 y 2000 el esfuerzo
por re-prestigiar a la lectura fue más bien silencioso, marginal. Si bien las
ferias de libros en todo el país, siguiendo el ejemplo de la porteña, mostraron
una paulatina recuperación, y más allá de la importante y creciente producción
intelectual, el problema de la poca lectura persistió.
Fue apenas a finales del siglo, exactamente en
1999, cuando se reinició una política que después derivó en lo que es hoy el
Plan Nacional de Lectura, que depende del Ministerio de Educación de la Nación.
El cual, por lo menos desde la gestión de Andrés Delich durante el gobierno de
la Alianza, y luego con las de Daniel Filmus, Juan Carlos Tedesco y Alberto
Sileoni se ha venido afianzando año a año, y ministro a ministro, con una
consistencia digna de reconocimiento.
Gracias
a renovados programas de fomento de la lectura en todos los niveles, y con la
firme participación de organizaciones no gubernamentales y de la sociedad
civil, en la última década nuestro país se está recuperando como sociedad
lectora.
Y a
esto lo sabemos no por mera intuición, sino porque lo medimos. La Fundación que
este columnista preside en el Chaco tiene un Observatorio de Lectura que se
puede consultar en Internet y para el cual la semana pasada la reconocida
empresa Ibarómetro realizó una encuesta nacional que arrojó algunos datos por
primera vez entusiasmantes. Por ejemplo:
* El 38,9 % de más de mil
encuestados en todo el país reconoce leer menos que antes, pero el 29,3 % dice
leer más que antes y el 25,6 % igual que antes.
* El 45,8 % de los lectores recuerda
haber sido estimulado a leer cuando era niño/a.
* El 68,2 % de los argentinos lee
entre uno y cinco libros cada seis meses. Y más de un cuarto de la población
encuestada (el 26,6 %) lee cinco libros o más cada seis meses.
* El 26,9 % de los encuestados siente
a la lectura como una práctica obligatoria, pero el 46,1 % la considera
formativa, educativa y cultural. Y solamente el 17,9 % la considera recreativa.
* Respecto de la influencia de
Internet, la encuesta de Ibarómetro confirma expectativas y comprobaciones:
descontados los argentinos que no usan internet (el 35,8% de la población), más
de la mitad del 64,2 % restante que sí navega declara que Internet los ha
estimulado a leer. Y más de la mitad de ellos son menores de 30 años.
Por
supuesto que aún queda mucho camino por recorrer. Pero en el buen camino
estamos.•
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