Hoy en The Buenos Aires Herald:
http://buenosairesherald.com/article/192660/about-the-unexpected
Y mañana en Página/12:
La
opinión vertida en esta columna la semana pasada, sobre el episodio Randazzo,
sumó tantas adhesiones como cuestionamientos. Eso está bueno y estimula el
análisis del incierto devenir electoral que nos espera.
Por un lado, y no es poca
cosa, en algunos mentideros se dijo que "la verdad es que CFK no desplazó
a Randazzo sino que le propuso que siguiera hasta las PASO si quería, pero en
fórmula con Axel Kicillof como vicepresidente". Cierto o no, en esta
hipótesis el ministro del Interior y Transporte se habría negado, y esa
negativa, sumada a la de no competir por la gobernación bonaerense, habría sido
el detonante de la decisión presidencial.
Otras chismografías, en
cambio, pretenden que "bajar a Florencio" fue el resultado de temores
diversos que circularon días antes, y profusamente, en la Casa Rosada y en
algunos bajofondos kirchneristas, señalándolo como "capaz de traicionar"
a CFK, mientras que Scioli habría demostrado "ser cualquier cosa menos
traidor".
Como sea, la bendecida fórmula
Scioli-Zannini aclaró el panorama en un sentido, aunque en otros sigue siendo
sombrío. Y es que más allá de optimismos y deseos, los hechos parecen mostrar
altos riesgos electorales a esta altura del partido.
En la enumeración que hacen
algunos dirigentes veteranos, se puntualizan estas (supuestas) evidencias: a) El
kirchnerismo pierde en la CABA, que es un distrito numeroso e influyente. Lo
más probable es que Mariano Recalde siga tercero en la puja y en el supuesto de
que sea necesaria una segunda vuelta, los votantes K se encontrarán por lo
menos incómodos. b) En Córdoba un triunfo K se ve como bastante improbable, y
el FPV podría resultar tercero también allí. c) En Santa Fe, Omar Perotti hizo
una excelente campaña, pero quedó tercero; d) Y aunque en Mendoza también se
hizo una buena elección, allí ganó el radicalismo, más allá de que el
oportunista Sr. Macri fue a sacarse una foto.
El FPV ganó en cambio, y con
cierta holgura, en electorados numéricamente menores, como Salta, Chaco y
Tierra del Fuego. Y aunque fueron
triunfos resonantes y esperanzadores, es obvio que los votantes de esas
provincias no alcanzarían para emparejar eventuales derrotas en los distritos
más numerosos del país, o sea los mencionados más Tucumán, también de
pronóstico inseguro.
La cuestión no pasa —no debería
pasar— por el optimismo o el pesimismo, sino por la fría mirada sobre el
territorio electoral nacional. En el cual, sin dudas, la esperanza oficialista
se concentra en la Provincia de Buenos Aires, donde cualquier fórmula kirchnerista
llevaría las de ganar según diversas encuestas. Pero como todavía no es ésa una
batalla acabada, nada es completamente seguro por el momento, máxime si se
tiene en cuenta que el sistema multimediático, esa jauría de dogos, está cada
día más activo y feroz en todo el territorio nacional, y su influencia nefasta es
mucho más notoria y profunda que lo que se suele, y se quiere, creer.
Desde ya que estas
conjeturas serían inválidas si la Presidenta fuera la candidata, puesto que si
ella pudiera presentarse sin dudas arrasaría en las urnas. Pero la Constitución
manda, y entonces ella, más allá de su popularidad, capacidad y aprobación,
está fuera de la competencia y acaso por eso, sabiamente, se automarginó de
candidatearse a cargos menores.
Lo cierto es que los
pronósticos son difíciles. Y que por más esfuerzos que se hagan —y se están haciendo
muchos— la dupla kirchnerista no termina de enamorar a la ciudadanía. Quizás
por la fría personalidad del gobernador bonaerense, quizás por su discurso más
bien anodino y reiterativo, o quizás por sus énfasis entusiastas pero poco
convincentes. Al menos así se lo vio en 678 la semana pasada, cuando hizo un
extraordinario esfuerzo para mostrarse firme y decidido, pero con un discurso
limitado, previsible y poco original. En ese
terreno, nada hostil, el desempeño de Scioli fue correcto, pero de poco brillo.
Claro que todo puede cambiar,
y quienes aspiran —aspiramos— a la continuidad del llamado "modelo",
tienen todo el derecho a esperar superaciones y fortalezas conceptuales capaces
de enfrentar el horrible país que nos espera si llega a ganar —es un decir,
sólo una hipótesis— esa oposición neoliberal sostenida por Clarín y La Nación y
encarnada en el inefable y aceitoso Sr. Macri, ahora acompañado por la declarada
favorecedora de fondos buitres, Sra. Michetti.
Claro que esa oposición, CFK
dixit, se maneja "con chamuyos y globitos" y por eso no deja de mostrar
flancos débiles. Además de que la tan mentada polarización Scioli versus Macri
todavía está por verse. No son pocos los que no descartan una enorme sorpresa
en las PASO. Por ejemplo, que el Sr. Sanz le gane al intendente porteño. ¿Cómo?
Sumando porotos. El PRO vence en la CABA, admiten, pero en Mendoza ganó el
radicalismo en forma maciza. Y también ganará la UCR —se entusiasman— en las
provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Chaco y varias más. "No
vaya a ser —como barajó un radical provinciano—que al elegir entre Mauricio y
Ernesto los radicales no le demos una paliza a los porteños en la suma del
país".
En fin, puede reprocharse el tono escéptico, pero a la hora de cerrar esta nota no parece aconsejable el triunfalismo, ni es la vigorosa mística K lo que reluce. Este texto prefiere sinceridad ante los hechos, en lugar de optimistas negaciones. •
En fin, puede reprocharse el tono escéptico, pero a la hora de cerrar esta nota no parece aconsejable el triunfalismo, ni es la vigorosa mística K lo que reluce. Este texto prefiere sinceridad ante los hechos, en lugar de optimistas negaciones. •