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domingo, 7 de febrero de 2021

 Apuntes de la errancia / 41

La memoria del Tambor de Tacuarí

Por Mempo Giardinelli


En 1912, el Consejo Nacional de Educación dispuso entre las efemérides para cada ciclo lectivo escolar y en todas las escuelas argentinas, la recordación y homenaje al Tambor de Tacuarí, como símbolo de valor y abnegación patrióticos.
Claro que no se trataba de homenajear a un tambor, sino a un niño, un chico correntino que se llamaba Pedro Ríos y que en 1810, cuando tenía sólo 12 años de edad, se sumó como soldado voluntario en el ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata, al mando de Manuel Belgrano.
Pedrito, como le decían, había nacido en Yaguareté Corá, una pequeña aldea que hoy en los mapas de Corrientes figura como Concepción.
Y ahí en Yaguareté Corá Belgrano se acuarteló a finales de ese arduo 1810 durante varios días, para incorporar y entrenar a más soldados, casi todos originarios guaraníes. Los necesitaba para su ejército, que marchaba hacia el norte, hacia el Paraguay, enviado por la Primera Junta de Gobierno de las Provincias Unidas con el mandato de liberar lo que entonces era la provincia del Paraguay, para sumarla a las del Río de la Plata. Belgrano debía tomar Asunción, la capital de esa provincia entonces en manos del gobernador español Bernardo de Velasco y Huidobro.
El muchacho, Pedrito, fue presentado al entonces Coronel Belgrano por su padre, Antonio Ríos, que era un hombre letrado, una especie de maestro rural. Belgrano, por supuesto, se negó a aceptar como soldado a un niño, pero cuenta la leyenda que el maestro le dijo entonces a Belgrano: "Le ruego que lo acepte, porque a mis 65 años soy un anciano y mi hijo es la única ofrenda que le puedo hacer a la Patria". Don Manuel, conmovido, lo aceptó pero solamente como lazarillo de Celestino Vidal, un oficial que había quedado ciego en un combate anterior.
Días después, el 19 de enero de 1811, el ejército de las Provincias Unidas al mando de Belgrano cruzó al Paraguay, y en la Batalla de Paraguarí, o Cerro Porteño, sufrió su primera gran derrota ante los realistas. En esa batalla debutó Pedrito, y yo supongo que se improvisó como guía de las tropas tocando el tambor a la vanguardia del ejército y así orientándolo incluso para aminorar los efectos de la derrota.
El ejército de Belgrano perdió muchos hombres, armas y caballos, y tuvo que retroceder hasta las orillas del río Tacuarí para reorganizarse. Lo hicieron, pero ya todo estaba perdido, porque el ejército paraguayo-español lo superaba en fuerzas en una proporción de 12 a 1.
Algunos libros de Historia dicen que Pedro Ríos era un muchachito de baja estatura y que el tambor era tan grande como él. Yo lo imagino como un típico mitaí correntino, severo y formal y valiente, o como los gurises de la Banda Oriental, tozudos y orgullosos. Esos chicos que también había en mi tierra y yo llegué a verlos, habilísimos en selvas, ríos y lagunas, antes de que se extinguieran, o casi, a fuerza de celulares y redes que llaman sociales...
Después de la derrota en Paraguarí, Belgrano reorganizó su ejército como pudo, y Pedrito, en esas duras circunstancias, contribuyó tanto en el hospital de campaña como en la fortificación de las carretas de municiones.
Un mes y medio después, Belgrano había reorganizado su ejército y nuevamente enfrentó a las tropas realistas y nuevamente fue derrotado, ahora en la Batalla de Tacuarí, sobre la margen izquierda del río de ese nombre.
Dicen los historiadores que esa segunda batalla fue tremenda, un desastre militar, y fue la última de la expedición que le había ordenado la Junta de gobierno de Buenos Aires en su afán de sumar al Paraguay a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esa durísima batalla a orillas del río Tacuarí se libró el 9 de marzo de 1811 y allí Pedrito Ríos, dándole palazos al tambor con toda su fuerza, y yo diría que con toda su furia y su dolor, murió alcanzado por un balazo de los realistas.
Manuel Belgrano fue obligado a abandonar, derrotado militarmente, el Paraguay. Sin embargo, el trato que le dieron evidenció su triunfo político, porque los mismos comandantes paraguayos que lo vencieron, Fulgencio Yegros y Manuel Cabañas, dos meses después y con las mismas ideas revolucionarias declararon la Independencia del Paraguay el 14 de Mayo de ese mismo año 1811.
Al regresar de esa expedición, más allá de ambas derrotas Belgrano fue ascendido a general, y entre sus recuerdos más queridos destacó para siempre al valiente muchachito correntino a quien ya todos llamaban, en afectuoso diminutivo, "El tamborcito de Tacuarí", que empezaba a ser leyenda.
En el Colegio Militar de la Nación hay una escultura notable, impactante, del Tamborcito de Tacuarí. Es obra de un hijo de inmigrantes italianos, un escultor que se llamó Luis Perlotti, quien la realizó en yeso en 1929. Una réplica de esa escultura está en la plaza central de Concepción, en Corrientes. Y no sé si en algún otro punto del país habrá una obra de arte que recuerde a quien la Historia Argentina llamó para siempre El Tambor de Tacuarí. @