Mi artículo de hoy DOMINGO 22 en The Buenos Aires Herald:
http://buenosairesherald.com/article/203482/the-complacent
Y la versión en castellano, en el diario Página/12:
Los contentos
En las últimas semanas se los
vio, exultantes, en Buenos Aires y otras capitales. En coches de alta gama y
pilchitas a la moda, muy optimistas y luciendo sus caras de contentos, los
contentos.
Convencidos de lo que
consideran urgente necesidad de cambios, se muestran radiantes y suspicaces, como
a punto de coronar el mes de contentez ardiente que han tenido. Algunos pasados
de agresivos, es cierto, pero ya sabemos que éste es un país futbolero y de
barras bravas en el que todo revanchismo se justifica y la brutalidad se
perdona.
Agrandados desde la primera
vuelta, los contentos mienten y se mienten con descaro. Insinceros y
gelatinosos, oblicuos y evasivos, sus dirigentes prometen lo que no piensan
hacer y los contentos sonríen, de lo más contentos.
Hay contentos popularísimos,
sin dudas, como los famosos que vulgarizan la pantalla y maltratan el idioma. O
las señoras en edad provecta que pregonan su odio de clase con buenos modales y
cinco tenedores. O los periodistas, gordos y flacos, que aprendieron a bailar al
son de sus patrones y es lástima porque algunos parecían gente de bien. Pero
cambiaron o mostraron hilachas, y ahora también están contentos.
Todo este mes no dejé de
pensar qué será lo que los pone tan contentos. Quizás la contentez se debe a
que ahora las derechas son "modernas" y disimulan. Incluso algunos
contentos se sienten "progres", ¿vieron?, porque ahora hay colectivos
de intelectuales que les dan lustre. Y porque incluso cierta izquierda idiota
los acompaña y vota como ellos, los contentos. O vota en blanco, que es lo
mismo. Y en esa coincidencia fenomenal caben sindicalistas
que votan a quienes van a acabar con las paritarias. Todos contentísimos.
Se sabe que los contentos
acumulan dólares y quieren más. Son los que más curran de la Afip, comprando
barato miles cada mes y aprovechando toda opción que joda a las mayorías. Pero
están tan contentos que ni les importa, desde ya, y toda su energía está puesta
en protestar. Ganaron como nunca antes, pero lloran. Tienen dólares a rolete,
pero se quejan.
Hay contentos que se sienten
campeones cuando ganan batallitas de popularidad en tuíter, y los pone
contentos que el decrépito juez Griesa siga fallando contra la Argentina en
beneficio de sus tutores buitres, como se pusieron tan contentos cuando casi
nos confiscan la fragata Libertad. Se contentan hasta el delirio con los adjetivos
superlativos que los mentimedios aplican a la inflación: "incontrolable",
"galopante", "irrefrenable", "hiper". Y hablan de la grieta que existe desde hace por lo
menos 200 años en toda Nuestra América, como si fuera algo nuevo, y se ponen re-contentos
con los ataques matutinos de los diarios que les sirven desayunos con mala
leche. Se
fascinan cuando los kelpers responden con dureza y dicen que habrá primero
bandera en la Luna y no en las Islas Malvinas. Toda cautelar los contenta, y también la reina de Holanda; y apenas cauterizan
su envidia y su pena de no ser holandeses o norteamericanos cuando los Pumas
murmuran el Himno Nacional en Inglaterra, que eso sí que es patriotismo y no la
inclusión de millones de desgraciados, morochos, incultos e hijos de
extranjeros.
Los pone contentísimos que
el primer anuncio de la electa gobernadora bonaerense sea una "reforma
educativa" que incluirá privatizar y recortar aquí y allá, y alcanzan
paroxismos de contentez con los "avances" de la Justicia, que para
ellos son los fallos seriales de la Corte Suprema que este mes ordenó revelar
los acuerdos secretos de YPF por Vaca Muerta, eliminó las subrogancias, protege
a Clarín rechazando reclamos de la Afsca y ahora prácticamente bombardea el
Consejo de la Magistratura. Y seguro les parece fantástico que el Estudio
Jurídico Lorenzetti, de Rafaela, reclame la censura previa a un periodista
deportivo que critica al club de los amores del presidente cortesano.
A muchos nos fastidian
ciertas cosas de los contentos, es verdad. Pero democráticamente los bancamos.
Ninguna agresión, ni siquiera grandes reproches. La paz sea con ellos,
pareciera que decimos. Y en todo caso apagamos la telebasura o hacemos zapping,
y reconocemos todo lo que está mal pero afirmando lo mucho que se hizo bien. Y
sobre todo no mentimos, no negamos la realidad y siempre y para todo tenemos en
cuenta al pueblo. Que no es "la gente" sino una sociedad con historia
y valores nac&pop.
Creo que nosotros, los que
no estamos contentos, somos un poquito más sensatos. Porque si perdemos hoy
domingo –para mí algo improbable– aceptaremos la decisión popular con hidalguía
y mantendremos la calma. Y desde el lunes empezaremos a resistir.
Pero es posible que algunos
contentos se enfurezcan. Y ni se diga si pierden el ballotage, como es
probable. Son capaces de cualquier horror. Ya empezaron a joder con el fraude,
que es lo que dicen cada vez que descubren que pueden perder. Infatigables en
su capacidad de patear el tablero, tienen la asombrosa capacidad de formar
coros, como el de un supuesto fraude ahora, cuando ven que acaso se termina el
mes de contentez y hay que preparar valijas para ir a Punta o a Miami.
No sé si ganamos o perdemos
esta noche, pero cómo me gustará si los contentos se llevan una sorpresa. @