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domingo, 10 de agosto de 2014

LECTURARIO # 27. Lem, Goldman-Dobry, Burroughs


• En una nueva, preciosa edición de Edhasa Argentina, releo un gran libro que leí en mi adolescencia: "Solaris", del polaco Stanislaw Lem (1921-2006).   Impactante aún hoy, esta novela que fue escrita en 1960 es todavia uno de los clásicos indispensables de la literatura de anticipación, también llamada de Ciencia-ficción.
            Lem fue uno de los más notables cultores de este género e hizo las delicias de muchos jóvenes lectores que en los años 70 devorábamos, entre otros, la fabulosa novela "La investigación" así como "Diarios de las estrellas" y "Fábulas de robots".
            "Solaris" es la historia de un psicólogo enviado al planeta de ese nombre, donde todo es decadente y terrorífico, y su residencia en ese ambiene. De la manera más inesperada encuentra allí a su esposa, que había muerto muchos años antes en la Tierra. La alucinante, agobiadora peripecia en ese planeta de mar proceloso, con esa mujer a la que tanto había amado, todavía me impresiona.            
            Esta novela fue escrita, hay que subrayarlo, cuando todavía los viajes intergaláticos y las industrias espaciales estaban en pañales y eran tiempos de la llamada Guerra Fría. Sin embargo, Lem supo estar por encima de eso, y hoy mismo su obra sigue siendo atrapante porque, en esencia, fue mucho más que un creador de libros de un género muy popular; lo suyo fue y es literatura, y de la buena. (Edhasa).

• "Ser judío en los años Setenta", de Daniel Goldman y Hernán Dobry, es un libro cuya lectura me conmovió hasta lo más profundo. Quizás porque la causa de los Derechos Humanos es parte de mi vida por lo menos desde mis años en el exilio en México, lo cierto es que ahora sentí que este libro trasciende esas causas. Este libro es una indagación sin concesiones, un recorrido honesto y profundo por las entrañas de la colectividad judía argentina, sus mejores expresiones y también las peores, revisadas todas con firme delicadeza, con sinceridad, dolor y honestidad absolutos.
            La organización misma del libro es un acierto, porque cada testimonio, cada evocación histórica, cada reflexión de los autores, habla, en estas páginas, de memoria, de amor y de vida. Enaltece la libertad de conciencia y cuestiona las convicciones más blindadas. Sin un solo golpe bajo, no es éste un libro de denuncia ni de lamento. Es un libro de investigación y análisis.
            Y además, y quiero decirlo con toda claridad, éste es un material memorable, necesario y conmovedor que toda persona decente, sensata y de buena fe debería leer. Y sobre todo bien harían en leer este libro muchos compatriotras confundidos por medios mentirosos y pésimas propagandas. (Siglo XXI Editores).

• Aunque no es un autor que yo haya seguido durante años, ahora y de casualidad me encontré sumergido en la prosa dura y ácida del norteamericano William S. Burroughs (1914-1997), un autor de culto para muchos y quien fuera uno de los íconos fundamentales de la llamada Beat Generation en su país, posterior a la Segunda Guerra Mundial.
            Hablo de "Queer", una novela de los años 80, creo, muy posterior a "Yonquis", la única de él que yo leí, hace muchos años, y que confieso que tenía completamente olvidada.
            Ahora, en esta novela estupendamente traducida y que integra la colección de Anagrama que publicó el diario Página/12 hace dos o tres años, me sorprende y fascina la poética narrativa de que fue capaz este escritor. Desde las primeras páginas, en las que describe un México que me es absolutamente reconocicle, la trama en apariencia desflecada constituye sin embargo un hallazgo por el tono fuertemente autobiográfico del texto, tan lleno como sus personajes de homosexualidad, alcohol y heroína, pero sobre todo de un desaliento absoluto, como si sólo ése y ningún otro fuese el destino necesario de esos tipos desalentados, viciosos, irónicos hasta la ferocidad y sin más futuro que el próximo trago y el próximo ligue.
            Cierto también que por momentos la lectura se torna fatigosa, un tanto reiterativa en la descripción de las relaciones neuróticas de Lee y sus ligues, así como sus pactos y obsesiones. Lo mejor es, quizás, la descripción de mundos encantadores como deben haber sido hace décadas México, Quito o Panamá, y en general esa América Latina que este libro disecciona desde la visión ineludiblemente prejuiciada y soberbia de los norteamericanos medios sobre nosotros los latinos.
            No estoy diciendo que sea una lectura imprescindible. Sí que a mí, y a estas alturas, me impresionó como una novela que muchos años después de escrita mantiene vigencia, alusión y calidad. Y sobre todo esto último, evidente en las geniales puntadas de la prosa burroughsiana. (Anagrama).


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