Volviendo de los Estados
Unidos, y por diferentes razones, la verdad es que últimamente no he estado tan
lector como hubiese querido. Pero sí leí algunos libros que me parecen
compartibles.
• Entre ellos, "Osvaldo
Soriano: Los años felices de Cipolletti", un interesante trabajo del
escritor y periodista cipoleño Pablo Montanaro. El texto, que por momentos es conmovedor,
reconstruye los primeros años del querido Soriano, su infancia rionegrina, sus
amistades y sobre todo su pasión futbolera. No es fácil de conseguir, pero los
fanas del "Gordo" sabrán encontrarlo. (Ediciones Vigilias).
• Aunque no fueron mis vacaciones,
durante un par de viajes de este verano leí "Paraísos", de Iosi Havilio,
joven narrador de Buenos Aires a quien conocí el año pasado en Londres. Es una
novela notable, que crece y se pone interesante a medida que transcurre el
derrotero de dos mujeres bastante incalificables: una porque parece flotar como
un corcho en la vida; la otra por su desenfreno. Ambas son marginales, creíbles
y bien narradas, si bien por momentos es dudosa la voz femenina de alguna de
ellas. Pero acaban convenciendo, igual que la curiosa galería de personajes
laterales. Con prosa corta y por momentos telegráfica, Havilio sale avante con
una novela intensa, sólida, porteñísima y recomendable, que, por eso mismo, en
mi opinión no necesitaba el desmesurado elogio de contratapa que firma la
siempre aguda Beatriz Sarlo. Como sea, creo que se trata de un texto inusual en
la literatura argentina de lo que va del Siglo XXI (Random House-Mondadori).
• Terminé en un avión "Mr
Gwyn", de Alessandro Baricco, una novela que yo calificaría de simpática y
entretenida, aunque, para mí, no muy significante. Es la historia de un exitoso
escritor inglés que decide abandonar el oficio. Su relación con su agente
literario –un personaje que es en todos los sentidos un lugar común– y con una
muchacha muy llamativa sobre todo por lo que no tiene, conforman un cuadro de
época bien narrado (al fin y al cabo es un auténtico Baricco, el mismo de
"Seda") pero para mí, algo desangelado. Yo sigo prefiriendo al
Baricco ensayista, más sanguíneo y audaz. (Anagrama).
• También leí, o acaso debiera
decir releí, el grueso volumen "Poesías completas" de Elvio Romero.
Una impresionante suma poética del gran vate paraguayo del Siglo Veinte que es,
a la hora de revisitarla, una especie de incursión en un discurso deslumbrante
a la vez que abrumador. Elvio Romero (1926-2004) se exilió en el Chaco en 1947,
el mismo año en que el verdadero Bartolo protagonizó aquella revolución en
bicicleta que homenajeé en mi novela de 1980, y desde allí creció hasta ser uno
de los grandes poetas latinoamericanos. Amigo cercano de Pablo Neruda, figura
harto reconocida en la literatura de los años 60 a 80 del siglo pasado, y a
quien tuve el honor y el placer de conocer, sus versos ardorosos y
torrenciales, indudables frutos de la pasión tropical que lo caracterizó, le
aseguraron el lugar que hoy resume este libro necesario.
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