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lunes, 13 de abril de 2015

Y Eduardo Galeano finalmente partió

Y Eduardo Galeano finalmente partió. El viernes me lo anticipó Eric Nepomuceno, saliendo de Río: "Voy a despedir a Eduardo, no creo que llegue a tiempo pero allá voy". Le pedí que fundiera mi abrazo con el suyo.           
            Como sea, ahora pienso que al menos nuestro amigo va a descansar, porque llevaba mucho tiempo sufriendo.
            Su salud estaba quebrantada ya cuando vino al Chaco en Agosto de 2012, pero igual quiso venir. En un mail me escribió: "Iré a Resistencia, cueste lo que cueste, al grito de : ¡sobreviviremos, aunque nos cueste la vida!".
            Participó del 17º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que hacemos todos los años y la rompió. Aquella noche memorable hizo una lectura pública ante más de 2.000 personas que lo aplaudieron a rabiar en un auditorio lleno. Si hasta tuvimos que poner pantallas afuera, sobre el Parque 2 de Febrero.
            Cuando partió, luego de días de asado y vino tinto, me escribió: "Gracias, estas andanzas compartidas me ayudan a enfrentar con buena cara los días que vienen".
            Ahora quiero decir sólo dos cosas de él: una es que era conmovedor su disgusto permanente con el hecho de que la Historia siempre era contada, mal contada, por los vencedores. Eduardo escribió contra eso toda su vida.
            Y la otra es que su talento fue único para mezclar la economía y la política con el amor, el humor, el fútbol y las costumbres populares.
            Ahora sólo espero que el gobierno uruguayo le rinda el homenaje que merece. No vaya a ser que hagan como con Cuba y Venezuela en las últimas semanas.
            Eduardo nos deja sus venas abiertas, su memoria del fuego, sus hijos de los días y su dignidad latinoamericana ejemplar.
            ¡Un abrazo siempre, Eduardo, maestro, compañero!

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