http://buenosairesherald.com/article/185959/meditation-on-discouragement-hatred-and-the-future
Y la versión castellana, que saldrá mañana en Página/12:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-269828-2015-04-06.html
Es difícil hoy dictaminar que estamos en el final de la
era kirchnerista, como se esperanzan, agrandados, en la oposición. Pero también
es difícil asegurar que el así llamado "modelo" va a continuar. Y más
arduo aún es saber cómo. Ésa es la sal de la política, la fascinación de los
grandes procesos sociales.
Pero éste, si miramos la realidad circundante, la
catadura de algunos protagonistas y el inmenso poder global que los apaña, exige
extrema mesura y serenidad.
Entre 2003 y 2015 la ciudadanía asistió a varias
pulseadas que hoy deben ser leídas con cautela y realismo. Porque la
polarización actual, que sin dudas se exasperará en los próximos meses, no resume
todo lo malo. Será un rasgo característico de la política argentina de este
tiempo, sin dudas, pero lo malo por venir puede ser mucho peor e incluso de una
perversidad nunca vista, y eso que los argentinos la vimos lunga, si cabe el
lunfardo.
Lo peor que le puede pasar a un país, a toda nación
del mundo, es que el pueblo asuma y adopte los discursos más miserables. Bien
empaquetados por mentirosos profesionales disfrazados de periodistas,
dirigentes o candidatos, sólo van a conducirlo al cadalso, pero el pueblo no lo
sabe. No lo ve, no lo cree, y entonces puede suicidarse electoralmente. Ha
pasado. En la Argentina pasó. Y decirlo no es menosprecio popular sino crudo
realismo.
El actual estado confrontativo puede ser sólo una
pantalla que confunde a las clases populares, a los desposeídos de siempre, a
las nuevas clases medias de súbito enceguecidas y confundidas por los predicadores
de TN y otros exégetas de la pequeña horda de candidatos porteños, ambos
intendentes y de muy poca cultura los dos. Es el resultado perverso del astuto
juego de la oposición, que confrontó al gobierno acusando al gobierno de confrontativo.
Les salió bien, y en parte porque el gobierno no supo
responder con serenidad y calma, con información dura y sin diálogos por
elevación. La historia pasará a todos las facturas de sus errores, pero hoy lo
que importa es reflexionar sobre el difícil presente y un futuro incierto,
acaso ominoso. Y en el que es relevante el papel que juega el odio, que es un
sentimiento inferior, mediocre y destructivo. Peor incluso que el Resentimiento
y la Envidia, que también son lamentables características argentinas de hoy y
que pueden explicar violencias e inseguridades. Pero es el Odio lo temible, porque
el odio es letal, difícilmente curable y de otra clase. Literalmente. Y cuando
llega a una sociedad, suele quedarse. Y a veces por generaciones, porque no es
un fruto genético sino cultural.
Quizá haya que empezar a analizar desde esa premisa los
contenidos reales del así llamado "abismo" que ha partido en dos a la
sociedad argentina. O sea: desde ahí revisar algunos hechos fundamentales que
ensombrecen el futuro argentino.
Por ejemplo cuando en 2013 el presidente de la
Sociedad Rural inauguró la exposición agroganadera, dejó en claro esa polarización:
el modelo político y económico al que adhieren los dirigentes criollos, del
"campo" o no, es exactamente el mismo que impuso en 1976 la Dictadura
y luego perfeccionó el menemismo en los 90. Bueno, con ese modelo coinciden hoy
los señores Duhalde y Sanz, De la Sota y Aguad, Morales y Carrió, Stolbizar y
Binner, De Narváez y Solá, obviamente Macri y Massa, y lamentablemente casi
todo el deslucido radicalismo actual. Y si no es así, que lo digan; pero no lo
dicen.
Lo que los une es el odio de no haber podido detener las transformaciones
sociales que implantó el kirchnerismo. Desprolijas algunas, incompletas otras,
poco o nada transparentes muchas, pero transformaciones que cambiaron el país.
Típicamente peronista, el kirchnerismo es desordenado y caótivo, y
parafraseando a Perón podría ufanarse de que en la Argentina "todos somos
peronistas" y en todo caso "no es que nosotros seamos buenos sino que
los otros son peores". Apotegma fácilmente comprobable: antes y después
del kirchnerismo sólo hubo y habrá gobiernos peores. Nada que celebrar, si
quieren, pero a quién sostiene con fundamentos lo contrario.
Ahí andan
decenas de economistas y abogados que fueron funcionarios de esos gobiernos, rodeando
a los apellidos arriba mencionados. Apoyados por periodistas lameculos,
fundaciones y consultoras todo terreno, son lo peor del establishment, y de a
poco van saliendo del placard y cacarean nuevamente sus recetas. Los resultados
de las cuales fueron hasta 2002 social y económicamente espantosos.
Pero el gobierno no siempre sabe cómo rebatirlos, lo
que es más riesgoso en plena lucha sucesoria. Daniel Scioli no gusta a todos,
no enamora, pero debe reconocerse que fue perrunamente fiel en todos estos años.
Florencio Randazzo, aparente favorito, crece a ritmo ferroviario y luce gestión
ministerial aunque con poco territorio. Los otros candidatos (Urribarri,
Taiana, Aníbal y Rossi) corren de atrás pero ninguno de ellos desmerecería el
favor presidencial. Y no incluyo en la lista al gobernador de mi provincia,
seguro vicepresidenciable que todos irán a buscar a la hora de definir
fórmulas.
Ahora habrá que esperar las PASO, en las que el
kirchnerismo deberá eludir el tremendo error de ir "unido" y sin
presentar alternativas. Y es que la vieja, absurda manía peronista de la "unidad"
no sólo va en contra de las PASO sino que cierra opciones, y la ciudadanía hoy
quiere eso: optar.
En los próximos meses habrá que repetir hasta el
cansancio que el Odio solamente confunde. Difícil neutralizarlo, una vía será
señalar con calma y en todo momento los peligros que conlleva: liberalización
absoluta del mercado; endeudamiento externo sin control; sometimiento a los
buitres; enfriamiento de la economía; reprivatizaciones; recortes en el gasto
público; disminución de salarios; ajustes y despidos, y otra vez un Estado
idiota salvo para reprimir las protestas que van a surgir.
Y es que son demasiados los intereses que los K
afectaron. Es comprensible aunque no justificable: cómo no iban a ser odiados. •
Señor Giardinelli, impecable la nota y como siempre un gusto leerlo. Saludos cordiales
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