http://buenosairesherald.com/article/141688/crime-court-trains-a-week-to-tremble
Aquí la versión en castellano:
Semana variadísima y llena de temas con cola,
sobrevolada por el debate del presupuesto nacional, la llamada Ley de Leyes,
que los diputados aprobaron en el Congreso por 134 votos como escueta mayoría.
Ahora le tocará al Senado su aprobación definitiva, mientras todo se calienta
lentamente con vistas a las elecciones de Octubre. Que son las que marcarán la
verdadera pauta del estado de la política en la Argentina.
Y es que en realidad lo que hubo hasta ahora ha
sido más que nada triunfalismo mediático. Porque las PASO no modificaron nada y
tampoco es seguro que signifiquen el tan nombrado "fin de ciclo"
kirchnerista. Sin dudas que también son un test extraordinario y que los
resultados significaron un disgusto para el gobierno nacional, pero en Agosto
lo que se votó fue la organización de las listas y las candidaturas para las
elecciones legislativas, que todavía no se llevaron a cabo. Por lo que lejos de
hacer pronósticos y augurios, esta columna simplemente sugeriría esperar, con
prudencia, los resultados que se conocerán el 28 de Octubre venidero. Entonces
sí se podrá hablar del fin de ciclo y se planeará como hacerlo. O no.
Otro tema de esta semana, y éste mucho más grave
desde cierta perspectiva, fue el estúpido ataque a la Iglesia de San Ignacio de
Loyola, en San Telmo, por parte de cinco jóvenes estudiantes del Colegio
Nacional de Buenos Aires. Independientemente de las razones para la toma de
colegios porteños en rechazo a los cambios pedagógicos que quiere imponer el
gobierno de la ciudad, no hay justificación alguna para semejante barbaridad,
que, hay que subrayarlo, fue repudiada por el estudiantado del Colegio.
Más allá del tono idiota de las frases que pintaron
cinco jóvenes incalificables, quemaron además un sillón y un banco, en un acto
demencial que pudo terminar en incendio y tragedia. El rector Gustavo Zorzoli
declaró que los cinco irresponsables "serán expulsados", a lo que se
sumó el rector de la Universidad de Buenos Aires, Rubén Hallú. Y eso es lo que
se espera: identificación y expulsión de los cinco irresponsables. Y no tanto
por dar un ejemplo, sino por el pésimo ejemplo que sería "disculparlos",
bajo cualquier argumento.
Es claro que esta acción no es más que un síntoma
–gravísimo– de cierto estado colectivo imperante en la ciudad de Buenos Aires.
Donde se propagandiza una histeria incontenible alrededor de la cuestión de la
inseguridad, tema candente que se ha logrado imponer como número uno del país,
aunque es obvio que no lo es. Y no sólo no lo es porque en la mayoría de las
provincias no se vive tal histeria, salvo en algunas grandes ciudades, sino
porque hay innumerables ejemplos internacionales, estadísticas serias que
muestran el verdadero estado de la seguridad en la Argentina. El cual es
preocupante porque el asunto lo es, desde ya, pero que está muy lejos de los
datos estadísticos de criminalidad y/o de asesinatos per cápita de muchas otras
sociedades del mundo, y en particular latinoamericanas, donde el terror y la
violencia sí imperan.
Aquí, en cambio, y dicho sea esto sin negar casos y
datos preocupantes y algunos gravísimos, todo parece dirigido a culpabilizar y
condenar a los más pobres, los jóvenes y los extranjeros (incluso el Dr. Hermes
Binner, en Rosario, acaba de pronunciar desdichadas acusaciones discriminatorias).
Pero ni el Estado ni la sociedad parecen entender que no hay política de
seguridad posible si no se revisan y democratizan de una vez las policías –todas
las policías– y otros uniformados, como por ejemplo el deleznable servicio
penitenciario argentino, y en particular el de la Provincia de Buenos Aires.
Está súper probado que gran parte de los delitos y muchas impunidades se gestan
en esos organismos, que utilizan a presos, pibes villeros y marginales de todo
tipo para cometer delitos.
En este sentido no se equivocó la Presidenta la
semana pasada, cuando dijo: "No habrá mejor seguridad, si no hay mejor
Justicia". En eso tiene razón, porque es el servicio de justicia argentino
el que debe ser democratizado a la par del saneamiento de las policías y
servicios conexos. Es la gran tarea que le falta a la democracia.
Por eso no deja de ser reprochable la comedia tonta
que hemos visto últimamente: el gobierno impulsó seis leyes para democratizar
el Poder Judicial, leyes que estaban llenas de buenas intenciones y pudieron
ser compartidas por la sociedad. Pero lo hizo forzando los tiempos, de manera
soberbia y alocada, sin llamar a audiencias públicas ni consultar a los
interesados y la sociedad. Así logró las seis leyes, pero también logró el veto
judicial inmediato: la Corte Suprema se ocupó de congelar velozmente las seis
leyes. ¿Y dónde está la comedia? En que ahora, justo antes de las elecciones y
cuando el tema de la inseguridad se impone como tema de campaña, la CSJ relanza
el asunto y llama a que la corporación de jueces y fiscales proponga vías para
democratizar la Justicia. Un absurdo perfectamente argentino.
Y a todo esto, la dilación de la Corte para decidir
la plena vigencia de la Ley de Medios es más que llamativa; ahora es irritante.
Porque la Corte ya no tiene, tanto en materia de derecho público como comunicacional,
ningún otro camino que dar vía libre a la aplicación plena de la Ley, guste o
disguste a quien sea.
Tanta demora, ya injustificada y después de cuatro
años y de las últimas rondas televisadas que vio todo el país, hace pensar
–hace temer– que los siete supremos se rindan ante el poder corporativo. Al
menos es la opinión de este columnista, hoy, de lo que más probablemente
sucederá. Sería una mancha más –gravísima y lamentable– sobre la piel de la
justicia en la Argentina.
Y todo esto mientras el ministro Florencio Randazzo,
en China, celebró convenios para modernizar y mejorar de una vez los trenes argentinos.
Con materiales rodantes de más de 50 años de antigüedad, y quizás concentrando su
gestión solamente en la capital del país, habrá que ver los resultados. Dicen
que entre 2014 y 2015 circularán cientos de nuevos vagones. Y al menos la
reposición de vías parece haber comenzado. Se verá.
Pero lo que es seguro es que después faltará –y es
de esperar que las autoridades no lo olviden– una gran campaña de educación a
los pasajeros. Campaña que en muchos aspectos, digámoslo, hoy necesitaría la
sociedad argentina toda. •
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