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viernes, 20 de septiembre de 2013

LECTURARIO # 17


• Tengo la fortuna de ser amigo de Tito Cossa, quien me firmó una preciosa dedicatoria en la edición de "La Nona" que hizo Editorial Corregidor. Un texto ya clásico de la dramaturgia argentina, que no obstante haberlo visto representado en un par de oportunidades sigue siendo conmovedor. Ahora prologado con un texto un tanto críptico de Osvaldo Pelletieri (que para mí debió ir al final, como colofón y no como prefacio), releer esta obra preciosa, de manos del autor, me parece que valida el pensar que Cossa sigue siendo uno de los más grandes dramaturgos de la literatura argentina contemporánea.
            No en vano desde que se estrenó en 1977, "La Nona" sigue tan viva y vigente y sobre todo tan argentina. Allí se refleja todo lo que por décadas ha caracterizado a los porteños de origen inmigrante, y particularmente los italianos. Y al decir "todo" digo el repertorio de inmoralidades que desdichadamente también nos representa: la hipocresía, la haraganería, la apariencia, la gula, la avivada y el consecuente deslizamiento hacia todo tipo de disvalores. Una pieza monumental, la del Maestro Cossa, que incluso como teatro leído funciona a toda potencia. Al menos para mí releer este drama tan nuestro, con esos personajes emblemáticos y sus diálogos tan escuetos como picantes, me ha permitido renovar mi admiración inclaudicable hacia este gran poeta del teatro argentino.

• Sentía gran curiosidad por leer "La última carta", de Daniel Sorín, debido a la recomendación de un amigo que es un enorme lector, y además porque toda referencia a ese personaje de leyenda que fue John WIlliam Cooke siempre me interesa. Sin embargo, y lo confieso con mucha pena, el libro, como novela, se me deshizo en las manos. Quizás lo que me pareció un ritmo narrativo lento y algo plañidero, y la prosa con reminiscencias para mi gusto demasiado borgeanas, conspiraron contra mi placer. Dudé antes de escribir esto, porque pude hacer silencio y en esta columna no cabe la mala leche, pero mi amigo estaba tan entusiasmado que, por qué no, quizás soy yo, nomás, el que no entendió algo. Entonces escribo esto, confesando mi incomprensión desde la sana honestidad de un lector sincero. (Edhasa).

• Siguiendo con los libros de la colección Anagrama-Página/12, que leo entre otros libros y un poco al azar (hermoso azar, desde luego), en esta ocasión comparto impresiones acerca de dos libros tan notables como distantes entre sí: "Los tres últimos días de Fernando Pessoa", poéticos cuentos de Antonio Tacucchi, ese gran narrador italiano que amó tanto Portugal.
            Lisboeta adoptivo, Tabucchi llegó a conocer en profundidad el temperamento y la literatura portuguesa, y su homenaje al gran poeta luso es, una vez más, precioso. Particularmente la sección "Los volátiles del Beato Angélico" me pareció estupenda, además, claro, de los relatos del 28, 29 y 30 de noviembre de 1935.
            El otro libro es "Loco afán", del chileno Pedro Lemebel. Una colección de artículos que desnudan la hipocresía social (de su país, pero de validez universal) acerca de lo que él llama "el loquerío". Los prejuicios y rechazos a las travestis y el universo de la homosexualidad son denunciados en este libro iracundo y bizarro, lleno de humor feroz, provocación y, también, un profundo enojo frente a su sociedad. Fue una lectura algo fatigante, debo confesarlo, como con algún exceso. Pero interesante y aleccionadora. •

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