Aviso por los comentarios

AVISO: Es probable que en algunas redes sociales existan cuentas, muros o perfiles a mi nombre. NADA DE ESO ES VERDADERO.

Las únicas 2 (dos) vías de sociabilidad virtual que manejo son este blog y mi página en FB. Ninguna otra cuenta, muro o perfil —en Facebook, Twitter o donde sea— me representa. Por lo tanto, no me hago cargo de lo que ahí puedan decir o escribir personas inescrupulosas.

miércoles, 15 de mayo de 2013

LECTURARIO # 11



• En diversos aeropuertos, vuelos y hoteles, el último mes leí varios libros, entre ellos el estupendo "Dama de Porto Fim", que es un delicioso trabajo de Antonio Tabucchi. Escrito en los años 80, cuando él se fascinaba con Portugal —como todo visitante de ese país— y se interesaba por los asuntos del mar, en cierto sentido se trata de un libro de cuentos aunque tiene un hilo conductor que habilita su lectura casi como si fuese una novela. Las Islas Azores, su belleza y su desamparo, así como el mundo de los balleneros son el gran tema de este libro que medita, a la vez, sobre la soledad y el amor. Lleno de encanto y poesía, el texto que da título al libro es absolutamente inolvidable. (Anagrama).

• En el reciente viaje a Chile terminé de leer "El mendigo", de Naguib Mahfuz (1911-2006). Era una deuda que tenía conmigo, porque desde niño me sentí atraído por la literatura árabe, que en Resistencia frecuentaban mi hermana y algunos vecinos de origen sirio-libanés. Y si bien cuando el egipcio Mahfuz ganó el Premio Nóbel en 1988 me propuse entrarle a su obra, postergué inexplicablemente esa tarea. De manera que ahora empecé por esta novela de su madurez narrativa (es de 1965, y la edición castellana de Plaza & Janés, del 83) y la verdad es que sentí una fuerte lejanía con el texto, que incluso me parece que no ha de ser representativo del Egipto actual. Y es claro que ninguna literatura está obligada a ser "representativa" de las sociedades en las que se produce, pero yo esperaba otra cosa, algo más audaz que la historia de un abogado burgués que no sabe qué hacer con su vida. Muy y bien dialogada y con pincelazos atractivos, sin embargo no alcanzó a deleitarme. Así que mi deuda sigue en pie.

• Y finalmente leí "El amigo de Baudelaire" y 'El farmer', de Andrés Rivera (Alfaguara). Desde hace varios años las tenía pendientes, porque mi relación personal con este autor estuvo signada por un duro enfrentamiento que tuvimos dos décadas atrás. Yo lo admiraba mucho hasta que dejé de leerlo. Fui quien propuso que se le diera el Premio Nacional de Literatura por su extraordinaria novela "La revolución es un sueño eterno" e integré el jurado que se lo otorgó en los años 90. Y mucho antes le había publicado un par de cuentos en mi revista "Puro Cuento" y tenía de él y su obra el más alto concepto. No importa evocar ahora el por qué de aquel distanciamiento; sólo digo que dejé de leerlo hasta que ahora un amigo, cuya opinión respeto muchísimo, me dijo que debía leerlo a despecho de la cuestión personal. Me di cuenta de que mi amigo tenía razón, pero sobre todo constaté una vez más que a esta altura de mi vida soy incapaz de leer nada con prejuicios.
            Me lancé, entonces, a ambas lecturas y la primera, "El amigo de Baudelaire", no me convenció. La encontré entre superficial y pretenciosa, un tanto forzada. Pero "El Farmer" me encantó; mucho más sólida como novela breve, es un texto lúcido, original y brillante por momentos, que recupera el espíritu y la voz de un Juan Manuel de Rosas formidable. Se trata de una novela histórica interesantísima, tanto por la recreación del personaje, devenido literatura, como por la libertad creativa y sobre todo por el fraseo del texto, que es un verdadero hallazgo.
            De todos modos, sigo pensando que el mejor texto de Rivera es "La revolución es un sueño eterno", donde hay un Castelli único, memorable, tan real como literario.
            Como sea, y aunque este autor no me interesa como persona, ahora estoy en paz con su literatura: la de un gran escritor argentino de este tiempo.

• Estuve leyendo también la última edición de la revista Casa, que edita en La Habana la ya legendaria Casa de las Américas. Este número (el 269, de octubre-diciembre de 2012) está dedicado al gran artista plástico cubano Mariano Rodríguez (1912-1990), quien presidía esa institución cuando fui por primera vez a La Habana en 1985, y quien ejerció una notable influencia en muchos jóvenes artistas caribeños. De formación surrealista y fuertemente picassiano, en este número se le rinde homenaje con textos de Mario Benedetti, la crítica mexicana Raquel Tibol y el eterno poeta cubano que es Roberto Fernández Retamar.
            Esta edición de Casa ofrece también buenos textos de Tununa Mercado, poemas de Jorge Boccanera y una interesantísima entrevista a Ticio Escobar, antropólogo paraguayo que fuera ministro de Fernando Lugo y en la que se explaya con autoridad y agudeza acerca de la lengua y la cultura guaraní.

No hay comentarios:

Publicar un comentario