Mi artículo de este domingo en The Buenos Aires Herald:
Y la versión en castellano:
Juegos de toma y daca, y
cierta inmadurez argentina
Muchos
de los cambios que vive en estos días la república, es evidente, producen
sospechas y recelos. Es natural que así sea, si se recuerda que en general todo
lo que se mueve asusta, y especialmente cuando en algunas áreas el status-quo se
ha mantenido por décadas, incluso siglos.
Quizás
por eso los vientos de cambio que impulsa el gobierno nacional son a veces tempestuosos,
y en ocasiones manejados con torpeza, pero eso es tan cierto como que sus
opositores parecen estar siempre demasiado a la defensiva y por eso prefieren
aplicar frenos antes de ver las oportunidades. De hecho hace ya bastante tiempo
que la oposición política argentina no se pone al frente de ninguna de las
propuestas que esta nación necesita. Por eso la agenda siempre la define el
gobierno, al que le sobra iniciativa tenga o no tenga buenas razones. Y es un
hecho que al rechazarlas todas, lo que seguro consiguen los antikirchneristas es
aislarse y polarizar. Que es lo mismo que le pasa al gobierno cuando se
empecina en avanzar sin acuerdos, que es lo que casi siempre hace.
Así
la sociedad asiste a un perfecto diálogo de sordos en el que, para colmo,
empiece quien empiece las dos partes pretenden tener la razón, única y toda.
Este comportamiento, que es tan infantil como tan argentino, no conduce a nada. Ahí están las reformas al sistema judicial, que son necesarias y según lúcidos juristas también son urgentes. Pero el gobierno, forzando las cosas, sólo obtuvo rechazos. Mientras la oposición, rechazando toda propuesta in limine y a ojos cerrados, sólo logró mostrarse como el factor más reaccionario de la vida nacional, y para colmo quienes los manejan desde las sombras siguen siendo los únicos pescadores en aguas revueltas.
La
reforma judicial, por cierto, siguió en el candelero durante toda la semana, y
es previsible que así seguirá siendo, como verdadero leading-case para
el futuro. De hecho fue impactante el acto público
realizado el jueves frente al Palacio de Tribunales por la asociación
"Justicia Legítima". Miles de abogados, jueces, fiscales y empleados (y
no importa si eran muchos miles o pocos miles) llamaron a “terminar con la
Justicia de doble vara en la que hay vidas más valiosas que otras” y exigieron
“una Justicia en la que cualquiera que sepa leer pueda tomar un expediente y
entender lo que dice”.
El pronunciamiento generalizado de los
manifestantes incluyó la exigencia de "controlar” a los magistrados para que
"rindan cuentas de su gestión”. El fiscal Jorge Auat fustigó a quienes
"no entienden que detrás de un expediente a veces hay ríos de sangre y
profundos dolores”. Y la prestigiosa jueza María Laura Garrigós de Rébori, presidenta
de “Justicia Legítima”, reclamó “más apertura, más transparencia y más
democracia, porque más democracia nos va a traer más democracia”, e identificó
los dos más graves problemas de la Justicia: por un lado las demoras tantas
veces injustificables; por el otro "la delegación de funciones de los
jueces, que (...) resuelven en función de cómo se ahorran trabajo a sí
mismos."
En ese contexto, la semana estuvo signada una
vez más por las ya usuales operaciones de cierto periodismo tendencioso.
Apaciguado el dólar ilegal, y sin que prospere el alarmismo sobre supuestas
faltas de trigo y de pan, se buscó incendiar el panorama con una dizque
"investigación impositiva" de la Administración Federal de Ingresos
Públicos (AFIP) en contra del presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Ricardo Lorenzetti, y sus hijos. Esa presunta "venganza" del gobierno
contra la Corte por declarar la inconstitucionalidad de una parte de la reforma
judicial, acabó en una rápida desmentida del organismo recaudador, aunque la
oposición, una vez más, se montó sobre el rumor sin pensarlo ni una vez y así los
diputados De Narváez, Duclós, Pinedo y Bullrich, más el senador radical Cimadevilla,
se apresuraron a exigir “la renuncia inmediata” del titular de la AFIP.
Claro
que la respuesta del oficialismo no fue menos dura: la semana se cerró con
diputados kirchneristas presentando en el Congreso
un proyecto de ley que quita a la Corte Suprema el manejo del presupuesto y el
personal de la Justicia, incluida la fijación de sueldos, para pasárselo al
Consejo de la Magistratura. Así lo disponía el proyecto original de la reforma,
que había sido cambiado... a pedido de los jueces de la Corte.
En medio de esos juegos de toma y daca, sin
embargo, la semana mostró algunos signos de saludable normalidad institucional.
Por ejemplo, el cambio de la cúpula de las fuerzas armadas, que esta semana
modificó los mandos en todas las armas y en el Estado Mayor Conjunto y dejó a
35 oficiales cesantes, fue sólo un dato más. Como debe ser en democracia, superados
aquellos tiempos en que ese tipo de cambios eran, en este país, verdaderos
terremotos.
La normalidad constitucional, con todos sus
defectos, muestra que hoy los argentinos ya están inmersos en campañas
electorales a la vez que siguen con extraordinaria atención las investigaciones
del asesinato, hace dos semanas, de la adolescente Ángeles Rawson. Y también se
interesan por las impactantes noticias que llegan desde el vecino, enorme
Brasil, donde las cosas están que arden y, para sorpresa de economistas
televisivos y políticos envidiosos, como modelo de país empezó a mostrar profundas
grietas. Lo que no debe alegrar a nadie, desde ya, pero bien podría servir para
que algunos analistas locales adviertan que los espejismos son sólo eso:
espejismos.
Quizás,
y en síntesis, podría afirmarse que el problema nacional sigue siendo cierta
inmadurez, ésa que hace que la Argentina política se muestre tantas veces como
una fotografía en blanco y negro. Y ya se sabe que el mundo visto en blanco y
negro puede ser horrible o bello, pero no es la realidad, que es multicolor y
además cambiante.
Ha de ser por eso que es tan dificil mantener el equilibrio. Al menos el indispensable equilibrio de la razón, ésa que hace que estemos siempre obligados a reflexionar y comprender, a ponderar y valorar todos los puntos de vista, todo el tiempo. La difícil, no siempre entendida labor intelectual. •
Hola Mempo, buena e interesante reflexión, necesaria y a veces difícil. Pienso tanto en palabras como duda e incertidumbre, es que descreo en la verdades absolutas. Pero me veo en un país, como parte de una sociedad, que aunque creo en grises, tengo que elegir entre blanco o negro, y por esto son necesarias tus palabras, para a pesar de elegir no olvidar los grises, no olvidar palabritas como duda e incertidumbre.
ResponderEliminarBuen artículo, Mempo. Fue un gusto leerlo.
ResponderEliminarSaludos!