http://buenosairesherald.com/article/135417/civilization-versus-barbarity-in-the-upcoming-midterm-elections
Y aquí la versión en Castellano:
Si
cada semana argentina ofrece bocados para todos los gustos, esta que pasó
estuvo condicionada en gran medida por el secuestro de hecho que padeció el
presidente de Bolivia, Evo Morales. Retenido en Europa dizque por rumores de
que en su avión llevaba escondido al espía fugitivo de los Estados Unidos, Edward
Snowden, el conflicto quebró todas las reglas de la diplomacia mundial, quizás
porque ya es obvio que si anda suelto y además suelta la lengua eso es
peligrosísimo para Washington y sus gerentes europeos.
Pero
también –argentinos somos– uno puede oler en el caso del Presidente Morales
algunos condimentos raciales: se trata de un "indio", como escriben
con brutal sinceridad los incalificables comentaristas de artículos de algunos
grandes diarios.
En
el caso argentino, la Presidenta comenzó a ocuparse del asunto desde su cuenta
en Twitter la misma noche del martes, mientras todos los jefes de estado de la
Unasur –movilizados por los presidentes Rafael Correa, de Ecuador, y Ollanta Humala,
de Perú– se disponían a repudiar la afrenta europea al colega sudamericano.
Claro
que la inevitable reminiscencia de racismo colonialista sería sólo uno de los
datos del asunto. El otro, y no menos fuerte, es que lo que se juega detrás de
la escena es nada más ni nada menos que la diferente concepción política, económica
y social con que últimamente la América hispana y el Brasil ven las cosas de
este mundo.
Como
sea, y para volver a poner los pies en la realidad argentina, la semana ofreció
otros asuntos inquietantes. En lo sencillo, cuando el gobierno nacional desoyó
una cautelar y la estatua de Cristóbal Colón acabó en el piso, y luego el
episodio devino patético cuando en el macrismo municipal se escandalizaron como
si les importara el estado de las estatuas.
Y en lo complejo, cuando un video mostró con claridad que, por sobre alharacas y acusaciones, en realidad el choque de trenes en Castelar habría sido causado por una falla humana. El sindicato, inmediatamente, salió a reprobar el uso de cámaras filmadoras en las cabinas de comando, mientras la cuestión de fondo continúa congelada en los tribunales.
Claro
que lo mejor de todo fue que mientras se conocía el golpe de estado en Egipto,
donde las fuerzas armadas derrocaron al presidente y pusieron en su lugar al
titular de la corte suprema, aquí se renovaron tufillos golpistas en los
penosos titulares de algún diario muy tradicional.
Claro
que el presidente de la Corte argentina, el Dr. Lorenzetti, debió atarearse en su
debate con la AFIP, mientras la Corte en pleno encargaba a la Procuradora
Alejandra Gils Carbó dictaminar sobre los cuestionamietnos a la ya legendaria
Ley de Medios que Clarín viene deteniendo desde hace cuatro años. Todo indica que
ese dictamen será contrario a los intereses del grupo multimediático, pero nadie
en su sano juicio (valga la ironía) apostaría demasiado a que los siete jueces
serán favorables al gobierno.
Lo
cierto es que pareciera que fallo habremus,
pero entretanto el país está lanzado a un proceso electoral que muestra el
mismo, viejo estilo que combina candidatos de calidad con oportunistas de todo
calibre. Por eso ahí van, en la tele y en las boletas, y como al trote, los
señores Gerónimo Venegas y Julio Piumato, Elisa Carrió y Pino Solanas, Margarita
Stolbizer y Ricardo Alfonsín, mezclados con personalidades como Luis Zamora,
Julio Cleto Cobos, Rodolfo Terragno, Alfredo De Ángelis y Julio Bárbaro.
Junto
con ellos se ofrecen cantantes, funcionarios, sindicalistas, músicos, periodistas
y empresarios, conformando un espectro ideológico muy amplio: tanto en la
derecha como en la izquierda hay candidatos para todos los gustos, desde los
que prometen "mano dura" hasta los que descreen de la democracia.
Las
ofertas se completan con figuras como Víctor Santamaría, Liliana Mazure, Pimpi
Colombo, Luis Brandoni y hasta el prestigioso ex presidente del Club Vélez
Sársfield Raúl Gámez, que es el más firme opositor a la presidencia eterna de
Julio Grondona en la Asociación del Fútbol Argentino. No faltan el otrora líder
de masas Juan Carlos Blumberg, el inefable conductor televisivo Beto Gianola y
el ex árbitro de fútbol Luis Baldassi.
Claro
que el plato fuerte de estas elecciones parece ser quien en 2001 y 2002 llegó a
ser el más repudiado político argentino, el cordobés Domingo Cavallo. Desde esa
provincia y junto con los señores Oscar Aguad y Luis Schiaretti conforma lo que
algunos considerarán una prueba de la amplitud de la democracia y otros un trío
capaz de hacer temblar a muchos.
A
todo esto Carlos Menem celebró en La Rioja sus 83 años, disponiéndose a apelar
la condena que le han impuesto por contrabando de armas cuando era presidente. Ese
proceso, que duró 17 años, demostró la cambiante velocidad de que es capaz la
Justicia argentina, que tanto sabe dilatar como sabe de urgencias para cumplir
mandados de las corporaciones.
La
corrupción, de hecho, y en todas sus formas, ha
venido convirtiéndose en tema central de la política argentina, y es previsible
que será el eje de los debates pre-electorales. Pero no es eso lo que asombra, sino
el hecho de que algunos casos estallen ahora como si fuesen novedosos. Y
asombra también que algunos se asombren como blancas palomas inocentes que de
pronto descubren al gavilán frente al nido. Cuando la verdad –todo sea dicho–
es que la corrupción es en cierto modo la vida cotidiana de este país y de este
mundo. La hipocrecía, el cinismo, están a la orden del día aquí y en Madrid, en
Brasilia como en México y en Washington como en Moscú. Y no son cosas de hoy ni
son de ayer.
Por eso a algunos fastidia, y es un fastidio
superlativo, que ahora las clases medias televidentes de este país pretenden horrorizarse
cuando ciertas corrupciones del poder son mostradas por periodistas de moral
cuestionable que están al servicio de empresariados de también dudosa moralidad.
Esto coloca a muchos en la odiosísima posición
de hacer un arte de equilibrio para no quedar pegado en la repudiable defensa
de los inmorales de hoy, ni tampoco en el fatigoso señalamiento de los
corruptos de ayer y de siempre.
La semana mostró, en este sentido, que el
debate civilización o barbarie sigue abierto como cuando lo propuso Domingo
Faustino Sarmiento hace un siglo y medio. Y es que en la Argentina, donde ahora
se vota y hay libertad y una democracia que se perfecciona muy lentamente,
todos y todas sabemos que los "civilizadores" no dejaron barbarie por
cometer con tal de mantener privilegios. De igual modo que los
"bárbaros" votaron montones de veces a sus verdugos y así les ha ido.
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