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sábado, 5 de mayo de 2012

En la República Checa: Literatura latinoamericana, violencia y reconsideración


Llegué esta semana a Praga, la bellísima capital en la que nació y vivió Franz Kafka. Estuve apenas unas horas, reconociéndola nuevamente, y seguí camino a Olomouc, en el corazón de la antigua Moravia. Olomouc es una deliciosa ciudad de origen medieval, a unos trescientos kilómetros de Praga, con una gran universidad pública en la que se organizó lo que llamaron "Primer Coloquio Internacional de Estudios Latinoamericanos: Literatura y Política, perspectivas actuales".
            Presidido por el reconocido crítico alemán Karl Kohut, quien pronunció la conferencia inaugural, y al cuidado de Daniel y Marqueta Nemrava, dos profesores de esta universidad que organizaron todo a la perfección y nos cuidaron y mimaron en todo momento, fueron tres fantásticos días de convivio con un puñado de narradores, críticos y académicos de diversas universidades de este país y de Alemania, Francia y España.
            Para mí fue una fantástica ocasión de reencontrarme con queridos amigos como el gran narrador peruano Alonso Cueto (¡quien además es un declarado hincha de Vélez y consecuente fan limeño!) y con Horacio Castellanos Moya, duro novelista salvadoreño residente en los Estados Unidos (los tres, en la foto). También estuvo Abilio Estévez, escritor y dramaturgo cubano residente en Barcelona a quien no conocía personalmente. Con ellos y otras personalidades como el historiador Enrique Florescano y el periodista Gerardo Ochoa Sandy, ambos de México; más el editor compatriota Christian Kupchik y los académicos Emil Volek (Universidad de Arizona, USA), José Manuel Camacho Delgado (Univ. de Sevilla), Anna Houskova (Univ. Carolina de Praga), Ligia Chiappini Moraes Leite (Univ. de Sao Paulo, Brasil) y Pablo Sánchez (Univ. de Barcelona), debatimos durante dos días y en media docena de mesas algunos de los grandes temas de la literatura latinoamericana de los últimos 30 años. Ante profesores y estudiantes de todo el país, la mesa final de ayer sábado a la tarde consistió en una entrevista pública que nos hicieron a los cuatro narradores invitados: Horacio, Alonso, Abilio y yo.
            En cuanto a mi conferencia, el viernes, la titulé: "Violencia, Exilio, Política y Utopía en la literatura latinoamericana contemporánea". Y aunque aquí y ahora no la reproduciré completa, sí quiero compartir con ustedes algunos párrafos de mi reflexión:

"Me interesa puntualizar que los cuatro conceptos del título quizás definen todavía a la literatura latinoamericana de los Siglos XIX y XX, pero ya no necesariamente a la del Siglo XXI. Por lo menos, no los cuatro (...) El nuevo milenio se inició con cambios profundos, todavía no completamente estudiados pero que probablemente perfilarán una textualidad diferente, que intuyo que ya es reconocible, y me parece que este coloquio puede ser una buena oportunidad para repasar conceptos, prejuicios y tradiciones académicas (...) Quisiera revisar, entonces, esos cuatro conceptos porque se puede decir que los cuatro son inherentes a nuestra literatura, pero también que forman parte de prejuicios que nos atribuyen, desde hace 500 años, cierta afinidad con la barbarie. Y esto me parece un rótulo ya inaceptable. Me opongo a que se siga pensando a Latinoamérica como 'el territorio de la barbarie', contrapuesta a 'la Europa civilizada'. Hoy, en mi opinión, eso es un mito y creo que hay que reflexionar el asunto con los estudiantes, que serán los profesores y académicos de los años venideros.
            "Yo creo que el mundo bipolar de hace cinco siglos y que se extiende todavía hasta hoy, va dando paso muy lentamente, pero inexorablemente, a un mundo que antes que esas oposiciones bipolares necesita reconocer diferencias y matices.
            "Desde los primeros relatos de la Conquista, y pienso en Cristóbal Colón, Ruy Díaz de Guzmán, Ulrico Schmidel y Bernal Díaz del Castillo, por lo menos, la Violencia se supone que es un modo, un estilo americano y latinoamericano. Producto de la bestialidad de nuestros pueblos originarios, supuestamente. Y representado en las figuras caricaturizadas de dictadores clásicos, mezclados no inocentemente con líderes que según los relatos se supone que también fueron o son dictadores, y entonces se los mezcla a capricho y sin matices, llámense Rosas, Porfirio Díaz, Batista, Trujillo, Perón, Stroessner, Fidel Castro o ahora Hugo Chávez...
            "Esto pudo producir relatos exitosos, ciertamente, y quizás por eso en nuestra América tuvimos que soportar esas visiones más llenas de prejuicios que de análisis.
            "Y sin embargo en paralelo, mientras esa vara nos aplicaban a nosotros, no había aquí en Europa caricaturas sino más bien mucha solemnidad para escribir a Hitler, Mussolini o Franco. O a la Sra Thatcher, y ni se diga a todos, absolutamente todos los muy democráticos presidentes norteamericanos, cuyas víctimas sólo en el Siglo XX suman varios millones de personas.
            "Me disculparán la franqueza, entonces, pero yo rechazo ahora la violencia como signo y marca de la literatura latinoamericana. Y propongo en cambio que, mejor, analicemos la violencia como señal de la posible bestialidad del ser humano. Pero de todas las culturas y en todas las literaturas. No sólo en la nuestra (...) Porque hoy el sistema bancario mundial, por caso, y el Fondo Monetario Internacional, también son violencia en tanto la generan. Y muchas trasnacionales también se especializan en parir violencia en los márgenes del mundo dizque "civilizado". Y los grandes sistemas mediáticos concentrados también proceden con violencia, fomentando, inventando y/o magnificando microclimas violentos, mediante prácticas de lo que suelo llamar 'terrorismo informativo'.
            "Sin desconocer la violencia de las favelas en Brasil, el accionar brutal de los narcos en Colombia y sobre todo en el norte de México, y las muy diversas formas que adquiere la inseguridad urbana en las grandes ciudades de nuestro continente, me parece que nuestra violencia, la de Latinoamérica, puede parecer un juego de niños al lado de todo lo que en los últimos cien años han prohijado Europa y Norteamérica. Sólo que nosotros los escritores latinoamericanos lo decimos, lo escribimos, con sinceridad y dolor, porque ése es nuestro modo de exorcizar el horror. Y también como purificación, quién sabe (...) Propongo tener más cuidado, entonces, con las trilladas argumentaciones acerca de la supuestamente proverbial violencia latinoamericana que impera en nuestra narrativa. No la niego, quede claro, pero me permito recordarles que en democracia América Latina es hoy el continente menos militarizado y menos violento del Planeta. Y eso no nos parece nada mal... Como tampoco estaría mal que ustedes, dicho con todo respeto, revisaran y corrigieran las formas de violencia que los caracterizan tanto o más que a nosotros..."

1 comentario:

  1. Me has convencido de que la dicotomía civilización y barbarie es un mito y creo que siempre lo fue. Creo que tiene importancia y validez en la literatura fundacional como Facundo y en los relatos de la conquista porque enmarca la subjetividad del momento. En cierta forma creo que esa subjetividad, esa manera de verse ante el mundo permanece. Evelyn Galindo

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