Éste es el artículo que mandé el lunes pasado al diario Página/12. Seguramente saldrá esta semana pero aquí lo adelanto. Gracias.
Para Página/12
Lo que hay y lo que viene
La democracia es así, y ésa es su maravilla: una enorme decepción domina a casi la mitad del país; una inmensa alegría gobierna a la otra casi mitad. Y algo más de un 20% del electorado se da cuenta de que tiene el destino del país en sus manos. Ni drama ni locura, ni bueno ni malo; democracia en estado puro.
O sea, es lo que hay, y en cuatro semanas más y con la misma disciplina cívica, la ciudadanía decidirá si los próximos cuatro años quiere ser gobernada por el Sr.Scioli o el Sr.Macri.
Claro que en opinión de esta columna el primer sector —del que formo parte— tendrá que revisar profunda y sinceramente todo lo que hizo mal. Que no fue poco y que ya algunos amargos, agoreros, solitarios con pretensiones de iluminados y críticos permanentes —como se nos suele bautizar— lo hemos venido señalando.
Quizás no hay mucho más para decir, pero no sobra recordarlo una y otra vez: el mismo kirchnerismo que supo establecer los mejores logros de estos doce años (recuperación de la soberanía política y económica; vigencia de los Derechos Humanos y ampliación de los Civiles; políticas de inclusión social, empleo y previsión; gran infraestructura educativa y consistente desarrollo en ciencia y tecnología, y mucho más) erró sin embargo en ítems también fundamentales: desdeñó las necesarias políticas de transparencia que toda democracia exige; su política ambiental fue desastrosa; su incapacidad de diálogo político y tejido de alianzas quedó expuesta desde la muerte de Néstor; y la frutilla del postre fue el dedazo de la Presidenta imponiéndonos un candidato que ni a ella le gustó jamás.
Es duro, pero es necesario repetirlo. Esta columna no tiene que inventar nada al respecto porque lo sostiene desde hace meses y puede reiterarlo ahora con autoridad: este gobierno —al que adherí con lealtad y absoluto desinterés— empezó a suicidarse cuando canceló la elección interna por vía de las PASO llamando a un hipotético "baño de humildad", y en cambio designó a dedo a un candidato desangelado y muy resistido, al que el domingo muchísimos votamos llenos de dudas y endebles esperanzas.
Por supuesto, todo demócrata y pacifista convencido hace un culto del respeto al voto mayoritario, y éste es el caso. Pero todo resultado electoral es opinable y entonces a uno puede parecerle lamentable que tanta ciudadanía haya decidido votar en favor de lo que muchos juzgamos un "cambiemos" miserablemente mentiroso, que está cantado que significará un enorme retroceso en términos políticos, económicos, sociales, culturales, educativos, morales, de Derechos Humanos y de Derechos Civiles.
Uno puede pensar también que muchos compatriotas votaron una vez más a los verdugos, los explotadores, los corruptos y los que embrutecen y engañan con música y globitos. Y se podrá debatir por qué lo hicieron, pero el hecho es que lo hicieron y hay que respetarlo. Porque el voto es el voto y es de canallas y fascistas deslegitimar la voluntad ciudadana.
Por lo tanto, y puesto que la única verdad es la realidad, se debe aceptar y respetar lo votado anteayer, y enfrentar el porvenir inmediato con serenidad y sinceramientos. Cierto que puede ser tremendo y doloroso lo que viene, porque los intereses más retrógrados han demostrado ser muy fuertes en las urnas desde que cooptaron prácticamente a todo el sistema de partidos políticos de la Democracia. Cierto también que acaso estemos asistiendo al verdadero principio del fin de un período excepcional de conquistas democráticas y sociales como los argentinos no habíamos vivido jamás. Y cierto que muchos y muchas hubiésemos querido otro final.
Pero esto es lo que hay, y entonces, ante el ballotage que se viene, en opinión de esta columna lo que queda es ratificar el voto a Scioli-Zannini con absoluta firmeza y sinceramiento y a la vez, ojalá, con autocrítica. Esa rara avis de la pajarera argentina.
Y si en la segunda vuelta se gana, habrá que redoblar las alertas ante propios y ajenos, y ser mucho más exigentes en la militancia. Y si se pierde, retomar las grandes, mejores banderas de estos años y no aceptar dedazos nunca más y horizontalizar de una vez la práctica democrática. •
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Por qué motivo no salen sus comentarios en Página 12? Hay algún enojo de los editorialistas por sus término? Sería lamentable. comparto lo que dice en el artículo.
ResponderEliminarGracias
Por qué motivo esta nota no fue publicada en Página 12? Sus editorialistas mo están conformes con sus opiciones? Sería lamentable. Comparto plenamente lo que expresa en éste artículo. Espero poder volver a leerlo, como corresponde, en Página 12.
ResponderEliminarSaludos