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lunes, 8 de diciembre de 2014

LECTURARIO # 31 - Gorodischer, Operé, Stevenson

 * Éste será un Lecturario fraternal, digamos, porque esta vez quiero hablar de las obras recientes de dos de mis hermanos, en la vida y la literatura: Angélica Gorodischer y Fernando Operé. Dos personas que me regalaron la lectura y el azar y que junto con algunos pocos más hoy son mis compañeros de vida, cuyas opiniones siempre respeto y cuyas obras sigo y me interesan y admiro.
            Y vaya casualidad, si es que la casualidad existe: en los últimos meses los he leído como me gusta leerlos: de a sorbitos, saboreando sus poéticas, reencontrándome con sus universos imaginarios y sensibles.
            Angélica es mi hermana desde que hace algunos años nos declaramos esta fraternidad y decidimos sostenerla y cuidarla. Lo que implica además, pero sólo además, leernos. Porque el amor fraternal excede nuestras creaciones literarias, incluyéndolas.
            De ella he leído muchas de sus obras en originales, y así luego, cuando se publican, las releo sintiendo una especie de regodeo infantil, privadísimo, como de quien confirma que la obra era buena nomás. En los últimos años, "Tirabuzón", "Las señoras de la calle Brener" y ahora "Palito de naranjo", una novela que todavía parece que me tiembla en las manos. Una joya narrativa de escritura impecable, preciosa y no sólo por la tensión del relato, sino por la sabiduría que destila cada página.       
            Es la historia de una mujer fascinante, que ha pasado por todo lo malo de la vida, su vida, y ya de grande la cuenta a una escritora que la graba en sesiones continuadas. Fermina es una chica de origen muy humilde, de padres desconocidos, que vivió en una villa miseria y después pasó por todo: la calle sin techo, la cárcel, el convento religioso, la prostitución, un cafisho que la enamora, la brutalidad de la vida y el desamor, todo eso que, sin embargo, parece incapaz de destruirla.
            Yo la leí despacito, a lo largo de varios días, con la creciente admiración que me producen las grandes obras literarias. Ésta es una de ellas. No se la pierdan, vayan y léanla. (Emecé).

• Durante una reciente visita a Charlottesville, la incomparable ciudad norteamericana en la que está la Universidad de VIrginia, en la que enseñé durante años, me recibió el mismo, delicado Otoño que en cada Octubre se deshoja en amarillos, verdes, rojos y ocres intensos y únicos. Allí vive mi otro hermano, el poeta y catedrático Fernando Operé. Madrileño de origen y valenciano de corazón, es también un orgulloso ciudadano estadounidense y un poeta que en mi tierra diríamos "de la Gran Siete", y cuyas últimas obras parecían estar esperándome, impresas y estupendas.
            Conozco toda la poesía de Fernando, que es nutrida y nutricia, y se puede consultar en su estupenda página web: www.fernandoopere.com.
            Ahora me encontré con sus tres últimos libros, que también conocía desde que eran originales. Uno es "La vuelta al mundo en 80 poemas", una preciosa edición bilingüe de poemas inspirados durante un viaje del poeta, en barco y por los cinco continentes, realizado en 2010 y cuyo tono elegiaco vibra en versos de rendida, incontenida pasión:

            Llorar porque no hay razón para reir
            ni laurel en la ventana.
            La sed regresa cuando se avienta
            la esperanza.
            El mar es hoy un llanto consagrado.

            La estupenda traducción al Inglés se debe a la hoy consagrada actriz neoyorquina Mercedes Herrero. (Colección Biblioteca Nueva, Siglo XXI Ediciones, Madrid, España).
            Otro de los libros de Operé es "Ciudades de tiza", una especie de cántico ceremonial a muchas de las ciudades del mundo que el poeta ha visitado. Son abordajes que fluctúan entre la fascinación y el desencanto, la geografía y las experiencias vividas, todo visto desde los instantes de reflexión y serenidad que ofrecen los viajes. (Gerión de Poesía, Bilbao, España)
            Y el tercero de los libros, y acaso el más original, es un viejo texto de Operé, ahora revisitado y enriquecido por él mismo. Se titula "Refranero de dudas" y es, yo diría, un intenso y personalísimo tratado de paremiología, en el que el poeta discurre con gracia y sabiduría partiendo de dichos populares y apotegmas, lugares comunes y refranes de la lengua castellana. (Renacimiento).

* Finalmente, no me resisto a comentar un clásico siempre recomendable, que me tocó releer casi a la par de mi hija adolescente. Me refiero nada menos que a "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide", del genial y siempre delicioso Robert Louis Stevenson (1850-1894), un tipo que me hubiese encantado conocer y que bien mereció llamarse "Tusitala" como lo rebautizaron los habitantes originarios de Samoa, adonde este extraordinario narrador se fue a vivir sus últimos años, y que significa "el que cuenta historias".
            La trajinada y muchas veces no bien comprendida alegoría moral stevensoniana, esta vez, volvió a sorprenderme. Todo el bien y todo el mal caben en un mismo ser, nos dice Stevenson, y en eso pueden caber su maravilla y su desdicha. (Servilibro).
            Descubro, además, que es una gozada exquisita darme cuenta de que no sólo soy lector sino también relector. Enhorabuena. *

1 comentario:

  1. Gracias, querido Mempo, por este hermoso blog y el comentario de tus lecturas que son siempre nuestra guía. "La isla del tesoro" de Stevenson fue el primer libro que me deslumbró en la infancia,

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