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lunes, 8 de septiembre de 2014

Lecturario # 28 - Una maravilla brasileña, Fernando López, el género negro y la literatura del llamado "interior".


* Elogios, aplausos, felicidad por la publicación de un libro que devoré el otro fin de semana. Y que como es una pena que no está traducido al castellano y no se consigue en la Argentina, intentaré resumir en breve síntesis.
            Se trata de "Diario de navegación. Pedro Lopes y la expedición de Martín Alfonso de Sousa (1530-1532)". Una edición de lujo y con tapas duras de la editorial brasileña Terceiro Nome. Los textos son del historiador Ricardo Maranhão y las ilustraciones, magníficas, fueron realizadas por el arquitecto y reconocido ilustrador brasileño Vallandro Keating. Ambos de la Universidad de São Paulo. 
            La obra es una revisión del viaje que realizaron los hermanos de Sousa en 1530, partiendo en tres carabelas hacia América, con las que recorrieron las costas de Brasil, desde Pernambuco hacia el Sur, así como las de lo que es hoy es Uruguay y adentrándose en el hoy delta argentino para remontar el río Paraná Guazú.
            El rescate del diario de navegación original que llevaba Pero Lopes (tal su nombre portugués) es una delicia y está comentado e ilustrado por los autores, pero conservando en un maravilloso apéndice final el texto original escrito por Lopes día a día, y desde el cual verdaderamente es posible recuperar la visión paradisíaca de este continente tal como lo encontraron los conquistadores europeos. La mayoría de los cuales, desdichadamente, y hay que decirlo y recordarlo siempre, no tuvieron la mirada sensible de Pero Lopes sino que fueron más bien feroces depredadores de pueblos, fauna y flora. Y todo por aquella estúpida quimera del oro que tanto oro dio a Europa y tantos sufrimientos a nuestra América.
            Un libro precioso, entrañable, que si por mí fuera ahora mismo traduciría al castellano. •

* Es curioso cómo la literatura argentina, canonizada y canonizadora en y desde Buenos Aires, se empeña en ser municipal. Y además de curioso es una lástima, porque así nuestra literatura se pierde de considerar la obra de muchos escritores/as que en todas las provincias crean obras lógicamente dispares, pero algunas muy valiosas.
            Por eso en estas notas suelo rescatar libros y autores de la llamada "tierra adentro" o "el interior", que son categorías etnocéntricas, y más precisamente porteñocéntricas, tan fastidiosas como inevitables.
            No digo que todo lo que se escribe en nuestras provincias tiene valor, desde ya, pero es bastante ofensivo seguir comprobando a estas alturas del Siglo XXI cómo los medios porteños miran todavía a los provincianos con aquel viejo, estúpido aire de superioridad; y cuando descubren alguna obra que les parece destacable lo que subrayan no siempre son los méritos literarios sino, precisamente, la condición foránea, provinciana, que es justamente lo que no tiene valor artístico aunque pueda tenerlo sociológicamente.
            Son decenas los escritores/as que viven en provincias y que no sólo escriben sino que escriben obras considerables y a veces muy originales, que, por lo menos, merecerían atención y respeto.
            En cambio son legión los/as autores de tanta literatura mediocre y vacua que se escribe en Buenos Aires y alrededores, mucha de la cual llega a recibir incluso altas consideraciones académicas.
            Hace un tiempo, en otro Lecturario, me referí a la Editorial Palabrava, un estupendo esfuerzo de escritores/as de la provincia de Santa Fe. No sé ni importa con qué forma empresarial —quizá como cooperativa— publicaron ya novelas de Alicia Barberis, Enrique Butti, Sara Zapata y Patricia Severín, y los estupendos cuentos de ese grande pero escamoteado narrador santafesino que es Carlos Roberto Morán, a quien sigo desde hace treinta años y publiqué en "Puro Cuento" y en varias antologías.
            De Morán publicaron “Historia del Mago y la Mujer Desesperada”, junto con las agudas “Crónicas del hombre alto”, de Alfredo Di Bernardo y más recientemente "Timbre a la hora de almorzar", relatos de Ángel Balzarino, un veterano cuentista de Rafaela. La última publicación es "Atadura", una novela aproximadamente policial y un tanto menor en mi opinión, cuya autora es Graciela Prieto Rey y que gira en torno de la desaparición de un hombre de vida y amores sórdidos en la Santa Fe contemporánea.
            También dediqué espacio aquí a la notable obra del poeta neuquino Gerardo Burton, y a la barilochense Luisa Peluffo, y hay además muchos, muchísimos otros narradores argentinos que merecerían mayor atención. Fue, de hecho, lo que hicimos en la revista "Puro Cuento" hace veintitantos años. Y no por afanes de justicia provincianista, quede claro, sino por mi viejo convencimiento de que la literatura de una nación es mucho más que el muestrario más o menos ampliado de la producción de una ciudad y sus alrededores.
            Por eso esta reflexión, que redacto en vísperas de que esta semana viajaré a Córdoba para pronunciar la conferencia inaugural del festival de literatura negra "Córdoba Mata!". Mientras preparaba mi texto y revisaba la producción de ese género tan popular y apreciable, escrita por autores que no son de Buenos Aires, me decía que la comprobación no dejaba de ser impresionante. Porque además de mi comprovinciano y amigo de toda la vida Miguel Ángel Molfino, y del idem idem joven amigo Mariano Quirós —ambos, destacados novelistas de este género— precisamente en Córdoba hay una variedad de escritores del género que resulta inexplicable que no tengan alguna resonancia nacional como yo creo que merecen. Pienso en Fernando López en primer lugar, que es un precursor y desde hace 30 años autor de textos estupendos, pero también en Jorge Felippa y en Reina Carranza, y en Jorge Cuadrado, Lucio Yudicello e incluso en la poco conocida obra de Jorge Baron Biza.
            Sugiero fuertemente que estos nombres y autores sean leídos por los lectores de esta página. Cierto que sus libros no son fáciles de conseguir, pero eso es parte del trabajo de todo buen lector.

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