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domingo, 8 de diciembre de 2013

OTRA SEMANA ARGENTINA, CON TODO FUERA DE LUGAR


Mi nota de hoy domingo en el diario The Buenos Aires Herald

Y aquí la versión en castellano:

Como en los viejos, y mejor sería decir superados tiempos, los saqueos regresaron a la Argentina, concretamente a Córdoba y en circunstancias desdichadas, trágicas, con dos muertos, un centenar de heridos, absurdas disputas políticas y un exasperante resentimiento social que ya es piel de esta nación.

Ahora en Córdoba, y por la impericia evidente del gobernador José Manuel De la Sota, en la que acaso sea la segunda ciudad del país se vivieron horas de una zozobra y angustia que no condicen con el estado general de la Argentina.

Y es que el gobernador no sólo ha venido silenciando inexplicablemente la crisis, sino que no aceptó dar necesarios aumentos salariales a los uniformados de su provincia ni advirtió la gravedad del acuartelamiento que derivó después en repudiables saqueos y un vandalismo insólito. Y para colmo dejó hacer a los vándalos, que por supuesto nadie sabe si estaban organizados por la izquierda loca o por la derecha idem, o por ambas. Gravísimo todo, y especialmente si se toma en cuenta la denuncia del periodista Tomás Méndez, que fue quien destapó hace un par de meses el narcoescándalo en esa provincia que años atrás se autoconsideraba "la docta" o "la culta" y ahora es una especie de bestiario ejemplar de esta república: "La protesta policial cordobesa fue por falta de los sueldos en negro que surgían del narcotráfico", disparó Méndez.

Tal atribución hiela la sangre de la sociedad, si es que se toma como hecho natural un reclamo de aumento salarial por parte de un sistema oficial de policías —el de la segunda provincia del país, nada menos— motivado en la inaceptable razón de que "había un sueldo en negro que surgía del delito y que no está más porque las investigaciones pusieron en jaque a los altos jefes. Entonces, las tropas piden un aumento absolutamente desmedido porque no está más esa plata".

Y no fue todo lo que dijo Méndez, cuya conclusión es igual de escalofriante: "En la Policía provincial hay una metodología que es delictiva y los policías, en muchos casos, se han convertido en delincuentes".

En ese contexto el senador Luis Juez, que es el más duro opositor al gobierno cordobés y extrañamente también al gobierno nacional por razones de pura torpeza —pudo ser un importante aliado del kirchnerismo, que lo desatendió y dejó a la deriva—, dijo con su habitual estilo campechano que el problema policial cordobés "se hubiera arreglado 72 horas antes con dos monedas".

Difícil saber si el senador Juez tuvo razón, pero es altamente sospechoso que De la Sota, al volver urgido desde Panamá y hacerse cargo del desastre, supuestamente “arregló” la sublevación con un aumento de casi el 300% y la aceptación de una cantidad asombrosa de reivindicaciones gremiales. La pregunta cae de madura: ¿Por qué no lo hizo antes del horror? ¿Y por qué prefirió derivar las responsabilidades en el gobierno nacional, algo a la vez tan inútil como necio?

Seguramente por eso el Secretario de Seguridad Sergio Berni calificó de "payasada" el pedido de auxilio que hizo De la Sota al gobierno nacional, un calificativo que compartieron de hecho el jefe de gabinete Jorge Capitanich e incluso el ministro del Interior Florencio Randazzo, quien acusó al gobernador cordobés de tener una "actitud mezquina e irresponsable".

Lo que parece estar en el fondo es también, y así quedó como suspendida en el aire, la sensación de inmanejabilidad que ha venido ganando a la república en materia del poder narco. Sin dudas a eso se debe que, en medio del fuego graneado, el chaqueño Capitanich está convocando a los 24 gobernadores uno tras otro y con cierta urgencia. La semana que hoy acaba recibió al porteño Mauricio Macri y al santafesino Antonio Bonfatti. Y el martes de esta semana que hoy se inicia le toca el turno a De la Sota, por cierto.

Y así él, el ya popularizado "Coqui" Capitanich, sigue mostrándose como un Jefe de Gabinete diferente, sí que a la vez recibiendo aprobaciones inesperadas. Aunque es difícil dilucidar si su estrategia es propia o más bien, como él mismo ha dicho, sólo cumple órdenes de la Presidenta, quien felizmente se ha llamado a silencio y al menos por ahora cuida un poco su imagen. Algo opinable, desde ya, pero que siempre ha merecido atención y fue factor principalísimo de la política argentina de por lo menos el último año.

Y es que algo, bastante, parece haber cambiado en el ambiente político nacional, y conviene destacarlo. No sólo porque fue interesante ver a Macri con Capitanich y ambos de buen humor y con más coincidencias que diferencias, sino porque también se conocieron declaraciones de bienes (de riquezas, mejor dicho) del propio Macri y de su gabinete, en el que son todos millonarios (el jefe de gobierno declaró 30 millones de pesos y siete millones de dólares). Sería de esperar entonces que, en adelante, no sean las especulaciones inmobiliarias las que determinen sus políticas para la destrozada capital de esta república.

Y en ese contexto, se eligió nuevo rector en la Universidad de Buenos Aires, una de las más numerosas del mundo con más de 300.000 estudiantes. Resultó el economista Alberto Barbieri, hasta ahora vicerrector, y todo en medio del desorden ya habitual provocado por grupos de izquierda que intentaron, por suerte en vano, impedir y/o condicionar la asamblea universitaria.

Y por si todo ello fuera poco, parece cerrarse la brecha entre el dólar ilegal (románticamente llamado blue) y el oficial que empezó a moverse hacia arriba. Nadie sabe si esto frenará la inflación, pero seguro calmará algunas ansiedades como también es seguro que no modificará las perversas costumbres de esa detestable porción de argentinos especuladores que, con razones o sin ellas, llevan décadas dañando al país.

Y entre tanto, y en las sombras, el gran enemigo sigue acechando y de él casi no se habla: el Narcopoder que está entre nosotros y del que se habla poco y se combate —pero en serio y de a deveras— muchísimo menos. *

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