Mis lecturas del fin de año y algunas recuperaciones al
ordenar libros que, como todos, van pasando a la Biblioteca de la Fundación:
• La reedición de "Juan Rulfo", profunda y
paciente biografía no autorizada del gran maestro jalisciense. Su autora es la narradora
argentina Reina Roffé, residente desde hace dos décadas en Madrid. Roffé
trabaja la obra de JR desde hace más de treinta años y podría pensarse que ésta
es la versión definitiva de su investigación, ahora con un agudísimo prólogo de
Blas Matamoro y publicado por Fórcola, Madrid.
• "Nadie acabará con los libros": un exquisito
diálogo entre Umberto Eco y Jean-Claude Carrière compilado y editado por André
Kertész (y publicado por Lumen). Un libro lleno de sabiduría, ocurrencias y
brillo. Lo gocé de punta a punta, más allá de que no coincido con algunas de
sus hipótesis sobre la lectura.
• De Silvia Finocchio, "La escuela en la Historia
Argentina", un libro necesario y recomendable que en realidad revisita la
historia de la educación en nuestro país. Llenará de nostalgias y provocará
furias a muchos veteranos/as. De eso se trata cuando uno se adentra en libros
como éste. (Edhasa).
• "La búsqueda del lenguaje. Experiencias de su
transmisión" (Paidós), de la querida colega Ángela Pradelli. Un libro que
expone e interroga el presente de la educación en la Argentina, con interesantes
percepciones, experiencias y recuerdos docentes de la autora.
• También me continué mi puesta al día con la literatura
venezolana contemporánea. Seguí con los poemas de Enrique Hernández D'Jesús, ahora
con "El tigre invisible", "Los poemas de Venus García" y "Recurso
del huésped". Desparejos entre sí, develan a un intelectual desbordante, impar.
Todos publicados por Monte Ávila.
• Y para completar mi literaria visita al Caribe, leí una
docena de cuentos notables y heterodoxos de Osvaldo Chirinos, presentados por
el siempre certero Alexis Márquez Rodríguez: "Mercurio y otros
metales" (Ediciones Huella de Tinta, Caracas). Y también los cuentos
breves y brevísimos de Gabriel Jiménez Emán: "Consuelo para
moribundos" y "Divertimentos mínimos", algunos de los cuales ya
conocía y apreciaba.
Y ahora, en dizque vacaciones (dizque porque estoy casero
pero trabajando a todo vapor) leo con paciencia y lentitud tres obras cuya
vastedad y rigor reclaman atención: la
poesía reunida de Rosario Pedreira, notabílisima poeta y querida amiga de
Lisboa; la impresionante biografía de Virginia Woolf que escribió Irene Chikiar
Bauer; y la obra completa, o casi, de la académica y narradora martiniqueña
Maryse Renaud. Ya les contaré.
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