Ayer fue el centenario del nacimiento de quien tuve la inmensa fortuna de que fuese mi maestro y amigo, durante los años de mi exilio en México, JUAN RULFO.
En algunos libros (Final de Novela en Patagonia, entre ellos) me referí a aquella relación que para mí fue trascendente.
Hoy en su centenario lo evoco con el mismo, viejo, intacto cariño, con esta foto en la Plaza de Coyoacán, circa 1980, donde nos reuníamos los sábados de mañana en la Librería y café El Juglar.
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miércoles, 17 de mayo de 2017
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