—Qué queda de Soriano? Quién lee sus libros? Y
Por qué?
—A
veinte años de la muerte de Osvaldo, yo creo que sigue vivo en la memoria de
miles de argentinos que lo leían con placer, ansiedad y admiración. Claro que
también es cierto que las nuevas generaciones lo conocen bastante menos, como
una referencia literaria y como el autor de cuentos memorables como "El
penal más largo del mundo", que es un clásico escolar y estudiantil muy leído
por los jóvenes.
—Por qué tuvo éxito en la década de
1980 y 1990?
—Porque
era un gran escritor, e interpretó como nadie cierto espíritu de época. Era
brillante en la ironía, el humor, la agudeza para leer la política y además
hizo un culto de su pasión deportiva. Todo eso lo constituyó en el autor más
popular de aquellos años.
—Usted como conoció a Soriano? qué
efecto tuvo ?
—Lo
conocí en el año 1969 en la Editorial Abril. Habíamos llegado a Buenos Aires, él
desde Tandil, yo desde el Chaco, e integramos la primera redacción de la
revista "Semana Gráfica". Nos hicimos muy amigos y para mí fue como
un hermano. Osvaldo era cinco años
mayor que yo y a esa edad eso tiene mucho peso. Además ambos compartíamos iguales
pasiones: la literatura, los gatos, el fútbol, la política. Esa amistad fue
para siempre y para mí aún continúa. Caminábamos todas las noches la
Avenida Córdoba, desde el Bajo hasta Palermo, donde entonces vivíamos. Solíamos
detenernos a beber ginebra en algunos bares, si hacía frío, y en verano las
inagotables aguas minerales que fueron un vicio para Osvaldo. A veces ìbamos
hasta Corrientes, que entonces era una avenida luminosa y bella, y compartíamos
mesas con colegas, como Carlos Llosa y Mauricio Borghi, un chico que era poeta
y al que mataron las "Tres A".
—El
exilio es un hecho traumático, como toda emigración, pero más aún si se debe a
razones políticas, a persecusiones y a la necesidad de sobrevivir y rehacer la
vida en otras geografías. Nosotros nos despedimos una noche del crudo invierno
de 1976 sabiendo que el exilio cambiaría nuestras vidas. Y así fue.
—Si tuviera que retratar hoy Soriano a un chico que no lo conoce, que
diría?
—Le
garantizaría que de hacerse amigo de Osvaldo estaría ganando encanto, cerebro y
buenos momentos. Y le contaría la última vez que nos vimos, un año antes de su muerte. Fue
en el Bar Suárez y ya estaba el ignominioso Dr. Menem en el gobierno. Osvaldo
paría una novela tras otra, que es como decir un fulgor tras otro, y ya era el
más grande de todos nosotros, el más original novelista de las últimas décadas
y el único que hubiera podido ser una especie de Balzac argentino.
—Usted trabajó con Soriano en los
periódicos donde uno podia aprender a vivir, todavia ahora parecen criaturas moribundos, como es la condición de los
periodicos argentinos ahora?
—El
periodismo argentino, como siempre, es un espacio de lucha ideológica entre la
verdad y la mentira. Pero ahora, en 2017, la verdad es marginal y está bastante
exhausta, desalentada, mientras la mentira reina por imperio de un gobierno de
psicópatas y un sistema multimediático hiperconcentrado y mentiroso serial.
—Leyendo Soriano, Argentina parecía
una autopista que no lleva a ninguna parte, donde muchos hombres
vagan persiguiendo utopias. Ahora qué Argentina hay?
—Hoy
todo está mucho peor. El neoliberalismo está destruyendo nuevamente mi país, y a
veces pienso cuánta falta nos hace hoy Soriano, para deleitarnos ahora con su
inolvidable Max Ferrarotti.
—Usted hizo un largo uso de ironia
sobre los defectos de Argentina, que parece muy buena a producir mitos. En vez
Soriano parece buscar a los perdedores como su padre. Donde está la verdad?
—Cada
quien la busca como puede y donde cree que podrá encontrarla. Lo que tuvimos en
común fueron fuertes figuras paternas, idealistas y algo exóticas, y perdedores
románticos.
—Su
mayor carencia y error fue no dejar de fumar a tiempo. Y su mejor calidad yo
diría que estuvo en su prosa y en su pasión vital.
—Quién ha transpuesto su lección de
ironia y desencanto?
—No
lo sé. Cada ser es irrepetible y único.
—Es
como echar de menos a un hermano, con el que no te ves todos los días pero
sabes que anda por ahí y que si lo llamas viene, y si te llama vas. Y su regalo
fue su sabiduría, porque Osvaldo era además un tipo sabio, que leía
honestamente la realidad.
—Que es la pagina de Soriano que
sigue leyendo siempre?
—He
releído todo y valoro mucho "No habrá más penas..." y algunos de sus
cuentos. Pero las dos novelas que más me gustan son "Cuarteles de
invierno" y "A sus plantas rendido un león", que son
magistrales.
—Si fuera un futbolista, Quién
es Soriano?
—Yo
diría que Poroto Cubero, el número 5 de Vélez desde hace 20 años. Un jugador
pasional, inagotable, fiel a su camiseta. Y además casado con una de las
mujeres mas hermosas de la Argentina.
—Si fuera un compositor
de tango?
—Virgilio y Homero
Espósito, los autores de "Naranjo en flor".
—Soriano fue un escritor feliz?
—Para un escritor
entendido como él y yo entendimos siempre nuestro oficio, ningún escritor puede
ser feliz. La felicidad no es un destino ni una categoría literaria. Pero él sí
fue un hombre enamorado, y yo creo que a su modo fue feliz con Catherine y
Manuel. Y además era muy divertido, con un enorme sentido del humor, casi
infantil, y un extraordinario olfato para la ironía inteligente. Nos sigue
haciendo falta, Osvaldo fue un imprescindible.
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