+ Absolutamente conmovedor y recomendable
es "Los Oesterheld", exhaustiva investigación de Fernanda Nicolini y
Alicia Beltrami, un libro para leer a lo largo de varias noches y que no da
respiro. La tragedia familiar de Héctor Germán, su esposa Elsa y sus cuatro
hijas, en los años de la dictadura, es no sólo impactante sino también un
verdadero motor para la reflexión sobre la Argentina, las clases medias, la
violencia, el idealismo y el futuro siempre imprecisable de este país. Para
leerlo y condolerse, un libro excepcional. (Sudamericana).
+ Al regreso de un viaje al sur de Chile,
en Junio pasado, conocí a un notable escritor boliviano radicado desde hace
años en Puerto Montt. Tipo encantador y cultísimo, Yuri Soria-Galvarro me
sorprende con sus "Cuentos del Pacífico Sur", una originalísima
colección de relatos que me recuerdan a Jack London, a Joseph Conrad y hasta a
Herman Melville. Una tradición, estoy diciendo, para la que hay que tener mucho
talento y experiencia vivida para convertirla en gran literatura. Y en este
libro sucede: la naturaleza se hace texto y poesía en historias y personajes
duros, argumentos inesperados y un humanismo que admira y enternece. No se
pierdan este libro si andan por Chile.
(Das Kapital Ediciones).
+ Es mi hermano en la vida y por eso me
cuesta objetivar un comentario, pero Fernando Operé es también un poeta notable
y un historiador excepcional, y eso derriba todo reparo que me autoimpongo. Me
refiero, pues, a su última investigación: "Relatos de cautivos en las
Américas, desde Canadá a la Patagonia en los Siglos XVI al XX", un libro
fabuloso que supera todo lo conocido en la materia y se erige como indispensable.
Y es que lo tiene todo: información antropológica, historia, sabiduría,
humanismo y encanto narrativo. Cada una de las 16 historias de vida que se leen
después de la muy erudita introducción del impresionante poeta y académico que
es Operé, los estímulos se multiplican. Y el libro se constituye en una
oportunidad única para reflexionar acerca de la historia americana y de las
capacidades humanas para sobrevivir. (Corregidor).
+ Novela tan encantadora como inesperada,
"Mil y una", de Susana Silvestre (1950-2008) me resulta una
experiencia difícil de calificar. Admiré durante años la cuentística de esta
mujer notable, talentosa, sensible y bella, de quien leí hace añares "El
espectáculo del mundo" y otros cuentos agudos, inteligentes y feministas,
y a la que publiqué en "Puro Cuento".
Durante años mantuvimos una amistad cordial, respetuosa y signada por la
lejanía. Hasta que un día alguien me dijo que estaba muy enferma y tiempo después
supe que decidió acabar con su vida. Ahora descubrí, entre las parvas de libros
que me rodean, esta novela rarísima, juguetona, profunda y delirante que me
hizo recordarla con afectuosa nostalgia. Si la encuentran, no se la pierdan.
(Alción).
+ Otra agradable sorpresa fue para mí la
nouvelle "El militante", de Humberto Hauff, quien me la envió desde
Formosa, donde vive, escribe y enseña en la Universidad Nacional. Premio
Edenor-Fundación El Libro de 2004, yo había escuchado algún elogio de esta
historia de un marginal acorralado por la vida y las miserias de la política
provinciana. Ahora leí este relato de cien páginas de un tirón y apreciando su
tono seco y duro, tìpico del género negro. (ConTexto Editorial).
+ Algo más para decir sobre literatura de
provincias, ese hallazgo fenomenal de la rara modernidad que vive la Argentina.
Me refiero ahora a "Escritos de pie", notable antología de las siempre
agudas y a veces brillantes "crónicas ácidas sobre la selva de lo
real" de Julio Rudman. Referente indispensable de la cultura cuyana de
estos tiempos, desde su Mendoza entrañable, poliédrica y tantas veces hartante
(calificativos que me parecen aplicables a cualquier capital provinciana, como
la ciudad donde vivo), JR conmueve y sacude conciencias en cada uno de sus
textos. (Bruma Ediciones).
+ Como los lectores se dan cuenta, estuve
leyendo diversos libros de escritores de los márgenes de la Argentina, de esos
que trajinan ardorosamente sus pasiones literarias a despecho de silencios
innumerables. Entre ellos algunos textos
de mi tierra. Como "Nuestro señor de los velorios", nouvelle de
Miguel Ángel Moreya, docente chaqueño respetado y con obra ya extensa. En este
texto un tanto desmadejado para mi gusto, interesa sin embargo la lúcida
recuperación autobiográfica de un pago chico ya extinguido, con clara intención
pintoresquista y memoriosa. (ConTexto Editorial).
* También leo "Carece de
madurez", de Tony Zalazar, autor también chaqueño y docente y muy popular
entre los jóvenes de mi provincia. En sus relatos se advierte una escritura nerviosa,
algo apresurada y desprolija, además de forzadamente escatológica, lo que sin
embargo en algunos textos se compensa con la inclaudicable fuerza expresiva del
autor. Libro desparejo, no obstante se redime con un cuento sorprendente:
"Inatajable". (Mulita
Narrativa).
* Leo también "La cena de
Electra", primer libro de cuentos –que yo sepa– de Nelson Specchia, un
ensayista y académico cordobés (nacido en el Chaco y con larga vida en Europa) que
me había recomendado Fernando Fagnani y cuyo CV es impresionante. En estos
relatos hace alarde de prosa firme y elegante, imaginación frondosa y una notable ambición
literaria. Es muy atractivo especialmente el relato que da nombre al libro.
(Edhasa).
*
"Arqueología del terrorismo de Estado en el partido de Quilmes" es un
libro sobrecogedor, otra impresionante memoria negra de la dictadura en un
recorrido con textos y fotos por los centros de detención y torturas, y con un
listado de nombres de víctimas que hiela la sangre. Sobre todo en este tiempo
en que renacen bestias, torturadores y
genocidas, importan tanto estos libros que atesoran la memoria trágica de mi
país. (Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes).
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