De Tacca leí y absorbí también su
libro "Instancias de la novela" (creo que de los años 80) y hace
menos de una década, ya retirado él, sus cuentos y su original novela
"Crónica de Santibana".
Ahora leo "Letras", que me
parece es su último libro publicado. Una joya que en mi opinión debieran leer
legiones enteras de aspirantes a críticos literarios, y también autores/as,
iniciándose o veteranos. Este libro es una deliciosa clase magistral de
sabiduría y razonamiento lector, una especie de antología personal de estudios,
homenajes, recuerdos de viajes y artículos periodísticos. Desfilan por estas
páginas Facundo y Cervantes, Quevedo y Güiraldes, Camus y Borges, Valery y
Anderson Imbert, y hacia el final hay un texto que si por mí fuera sería
obligatorio en todas las facultades de Literatura: "Supersticiones de la
crítica". (Editorial Olivia, Buenos Aires).
* Leo poesía.
Siempre leo poesía, y ahora recibo varios libros que me acompañan durante un
reciente viaje por los Estados Unidos. Entre ellos "Mano en vuelo",
un notable, inquietante y diría que devastador poemario de Alicia Kozameh,
argentina residente en California desde hace muchos años. Exiliada a fines de
los 70, retornada luego al país, y finalmente emigrada en los 90, su obra ha recibido
atención editorial y crítica en diversos ámbitos y lenguas.
De ella conocía "Mano en
vuelo", un robusto poemario existencial en el que el dolor, un infinito e
inacabado dolor, es el eje central de cada verso.
"Me pregunto, porque no sé cómo
no preguntármelo,
qué celebro yo con esta palabra en
formación,
con esta sílaba".
Este libro para mí supera su
producción narrativa, también nutrida y ponderable. Leo en vuelo su ardua
novela "Natatio aeterna", inasible por momentos, experimental y
agobiante; y leo también "Ofrenda de propia piel", una colección de
cuentos desoladores, de encierros, cárceles y mujeres en llamas. Me impacta el
impresionante "Bosquejo de alturas". Y en todos el dolor, la
desesperación, la vida que cuesta tanto recomponer. (Alción Editora, Córdoba,
Argentina).
* Leo también
un interesante libro de Pedro Larrea, joven madrileño egresado de la
Universidad de Virginia, en los Estados Unidos, a quien tuve como alumno hace
algunos años. "Federico García Lorca en Buenos Aires" es el título de
este riguroso estudio sobre la temporada que pasó el poeta de Granada en la
otrora Capital Federal entre 1933 y 1934. En la misma línea de otros libros
precursores sobre Lorca en el Río de la Plata, como el de Reina Roffé ("El
otro amor de Federico") y el de Santiago Roncagliolo ("El amante
uruguayo") —a los que curiosamente Larrea no menciona— esta investigación
se centra en el teatro porteño y la influencia que significó la residencia del
gran poeta en Buenos Aires. (Editorial Renacimiento", Sevilla, España).
Asimismo, Larrea tiene la gentileza
de obsequiarme su poemario "La tribu y la llama", un libro que aunque
sin reconocerlo tributa a Girondo y a Huidobro, por lo menos, y que confieso
que me excede, me impide toda comprensión y sensibilidad. Lo atribuyo a que mi
inteligencia y mi sensibilidad no han de ser capaces de alcanzar esas alturas.
(Amargord Ediciones, Madrid).
* También
incursiono en "Vidas pesadas", un libro entre médico y literario que
bordea la autoayuda pero sale airoso de la comparación. Sus autoras son una
pediatra, Nancy Buschenbaum, y una narradora, Delia Sisro. A la limón se las
ingenian para organizar un texto que prologan y recomiendan con generosidad
Gonzalo Bonadeo y Christian Ferrer, y que combina relatos sobre el cuerpo, los
kilos, los excesos, la autoestima y la culpa que producen las malas costumbres
alimentarias de este tiempo. *
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