A propósito del
consecuente posteo de estos Lecturarios, quiero ratificar que este ejercicio es
apenas una recopilación caprichosa de impresiones, comentarios, anotaciones y
signos que suelo borronear en los márgenes de los libros que leo.
Ningún mérito me cabe, y espero que
tampoco reproche alguno. Son sólo apuntes de lecturas recientes, y quienquiera
pasa de ellos y eso es todo.
Lo
más interesante para mí es descubrir que esta modesta y entretenida tarea me incita
a reflexionar sobre mi oficio. Supongo que es por eso que comparto estas ideas,
dudas, impresiones y descubrimientos que casi siempre vienen en malón y yo
ordeno caprichosamente. A nadie tienen por qué interesarles, desde ya, pero si ayudan
a alguien de algún modo, lo celebro.
* Hoy quiero
comentar dos obras o conjuntos de ellas que recomiendo, si me permiten, con
fervor juvenil. Y comienzo por "Haroldo Conti. La colección", un
merecido homenaje en 6 libros de distribución gratuita estupendamente editados
en conmemoración al 90º aniversario del nacimiento de este extraordinario
narrador nacido en 1925 en Chacabuco, Provincia de Buenos Aires, y secuestrado
y asesinado por la dictadura en mayo de 1976.
Publicados por el Ministerio de
Educación durante la gestión de Alberto Sileoni (o sea, hasta Diciembre de
2015) la relectura de la narrativa contiana es una experiencia impactante. En
primer lugar releí la novela "En vida" (de 1971, ahora presentada por
Guillermo Saccomano), que sigue siendo tan intensa y tan porteña como cuando
salió, y cuya vigencia, como toda la obra de Conti, es impresionante.
Con presentación de Juan José
Becerra, la primera novela de Conti, "Sudeste" (Premio Fabril 1962)
muestra al brillante narrador fluvial, el hombre del río y los peces y los
barcos, materias que prefiguraban ya entonces los que serían sus mejores
cuentos posteriores. Y materias, precisamente, que Selva Almada recupera en la
presentación del tercero de los libros de esta colección: "La balada del
álamo carolina", para mí uno de los libros más bellos y logrados de Conti,
con relatos plenos de lirismo y personajes inolvidables. Y relatos, además, que
se repiten en "Cuentos completos", cuarto volumen de esta serie que
presenta con su habitual solvencia Guillermo Martínez.
Completan el conjunto la novela
"Alrededor de la jaula" (1966), presentada por Ana María Shúa como
libro que "tiene magia. Pero no trucos. Magia de la verdadera, la
misteriosa, la que es difícil de explicar". Y la para mí incomparable novela
"Mascaró el cazador americano" (que es de 1975), una novela que fue
para mí formativa y me influenció poderosamente, y que en esta colección
presenta Eduardo Romano.
No sé si será fácil conseguir estos
libros, sobre todo ahora que tanto están cambiando a la Argentina, pero lo que
declaro con seguridad es que vale la pena cualquier esfuerzo para tener, leer y
releer a este escritor excepcional.
* El otro
comentario lo reservo para un autor que a mí me encanta: Alejandro García
Schnetzer, un joven narrador argentino que vive en Barcelona desde no sé cuándo
pero parece, por su prosa, que nunca se fue de Buenos Aires.
Desde hace un tiempo lo sigo con creciente
interés, y vengo pensando que es uno de los dos más notables escritores de la
que podría llamarse nueva camada de narradores argentinos. La otra es Samantha
Schweblin, desde luego, y los dos me gustan por sutiles y originales.
Curiosamente además, y también diría que lamentablemente, ambos residen en
Europa: en Berlín Samantha y Alejandro en Barcelona.
En este posteo me detengo en
"Quiroga", que es la nueva, tercera y más reciente novela de García
Schnetzer, cuyo mundo narrativo parecería que nunca salió de Buenos Aires, y a
quien ya mencioné en el primer Lecturario, el que inauguró esta serie luego de
una inundación. Escribí entonces:
"Requena"
y "Andrade", dos nouvelles maravillosas de quien es para mí uno de
los más originales escritores jóvenes de nuestro país: Alejandro García
Schnetzer. Publicadas por Entropía, no se las pierdan".
La primera es de 2008 y la segunda
de 2012, y aparte de sus títulos de siete letras (evidente homenaje a Juan
Filloy) su segunda particularidad es que siempre sus títulos son apellidos.
Ahora en "Quiroga" AGS
profundiza su línea de continuidad narrativa, en lo que constituye un verdadero
proyecto literario, algo que, en mi opinión, no es frecuente en nuestra
literatura. Y menos hacerlo con virtuosismo, siempre inesperado y con hallazgos
casi en cada página.
En esta nouvelle (todas son novelas breves, de un centenar de abigarradas páginas) hay un tour de force muy interesante alrededor de varios temas vigorosa y convencidamente rioplatenses: el mundo de los burros, la timba, el contrabando, los diálogos lunfardos, el tango y el río de la Plata como escenario eterno e incuestionable. Con una prosa seca y ardua pero sobre todo poética y cautivante, este escritor nacido en 1974 vuelve a sorprender con ésta su tercera novela, que es breve, intensísima y desafiante como las anteriores.
En esta nouvelle (todas son novelas breves, de un centenar de abigarradas páginas) hay un tour de force muy interesante alrededor de varios temas vigorosa y convencidamente rioplatenses: el mundo de los burros, la timba, el contrabando, los diálogos lunfardos, el tango y el río de la Plata como escenario eterno e incuestionable. Con una prosa seca y ardua pero sobre todo poética y cautivante, este escritor nacido en 1974 vuelve a sorprender con ésta su tercera novela, que es breve, intensísima y desafiante como las anteriores.
"Quiroga" es la historia
de un viaje en barco, lo que hace décadas se llamaba "el vapor de la
carrera" que unía Buenos Aires con Montevideo y en el que convivían
durante toda una noche inmigrantes, trabajadores, empresarios, fulleros,
contrabandistas, malandrines y buscas de toda calaña. En este texto, de prosa
compacta y compleja, pletórica de intertextos tangueros, el personaje que da
nombre a la novela es un joven intermediario que interactúa con sujetos
delineados breve, impecablemente, y entre los que sobresale un inefable
veterano, Maure, que combina humor, literatura, sabiduría, astucia y picardía,
y que de alguna manera guía al joven todavía inexperto en los cruces
rioplatenses.
Pero lo que más me gustó no fue
estrictamente el argumento, el plot,
digamos, sino la prosa atrevida y el modo como se cuenta esta historia de ambas
orillas. Es decir, estilo puro. Críptico por momentos, sí, pero capaz de teñir
estéticamente al texto de sutil poética tanguera y a la vez jugando con la
poesía clásica universal e incluso la contemporánea. Lo que garantiza una
lectura encantadora, llena de hallazgos, y todo en menos de 90 páginas.
Dedicada a Ana Basualdo y con breve
presentación de María Negroni, ambas elecciones de AGS me parecen atinadas
porque, además, estas dos grandes escritoras (cuentista excepcional Basualdo, y
poeta idem Negroni) pertenecen, al igual que este autor, a esa rara estirpe de exiliados
que jamás han abandonado el Río de la Plata. (Entropía).
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