• Acabo de terminar
"Casa Rosada", último libro —hasta ahora— del querido maestro de
maestros y distinguido académico Noé Jitrik. Nacido en 1928 en Rivera, un
pueblo entre bonaerense y pampeano, y siempre en plenitud, Noé viene publicando
(Ediciones al Margen, La Plata) sus memorias en forma de una interesantísima
saga que convoca recuerdos y vivencias familiares, literarias y políticas. Y lo
hace, y a esto me importa destacarlo especialmente, con un tratamiento en el
que priman la belleza poética, la sinceridad y la ternura.
Los cinco libros que hasta ahora se publicaron, y que cierra
esta "Casa Rosada", son igualmente bellos, sabios, intensos y
personalísimos. En ellos, y mediante la estrategia del relato que es cuento y
es semblanza, y es también recuerdo y nostalgia y juicio, Noé nos narra el Siglo
XX argentino desde el punto de vista de un discreto protagonista comprometido.
La pentalogía se completa con:
—"Libro perdido" que lleva un subtítulo
pertinente: "Marcas (apenas) autobiográficas". Fechados algunos en
los años 50 y hasta 2008, son relatos personales de viajes, encuentros y descubrimientos.
—"Atardeceres" es un libro de relatos con
estructuras más definifidamente cuentísticas, e igualmente testimoniales.
—"Los lentos tranvías" es un delicioso
recorrido entre familiar y de juventud, en formatos más breves, como remembranzas
espontáneas.
—"Mediodía" está escrito también en clave de
relatos autobiográficos, algunos interesantísimos por el punto de vista de una
recatada primera persona que recuerda y narra como al pasar de la vida.
No es una prosa fácil la de Noé, sin embargo, y no por
acartonada sino por su empeño reflexivo con profundidad y erudición. Pero la
sabiduría y las nutridas lecturas de este intelectual de excepción no impiden
el acercamiento, para nada, y por eso leerlo es fascinante.
Hoy mi amigo fraterno, como hace tres décadas compañero
del exilio, Noé es reconocido como una de las figuras consulares de la crítica
académica latinoamericana, director de esa obra enorme y polémica que es la "Historia
Crítica de la Literatura Argentina" que en 12 tomos viene publicando
Sudamericana. Y que es una obra valiosa pero en mi opinión discutible y
cuestionable, y que a mí me ha interesado sólo en algunos tomos, por caso el de
Sarmiento, que es sensacional. Pero cuya visión general de la literatura
argentina, hasta donde yo he leído, es bastante más incompleta de lo que
hubiese sido esperable, sobre todo porque es una visión, una vez más,
excesivamente porteña, municipal y no exenta de soberbia, como es
característica de muchas cátedras de la UBA.
• Últimamente, en los
festivales Córdoba Mata! y Medellín Negro debí enfrentarme a un género —el
policial negro— del que hace ya muchos años intento despegarme, aunque sin
éxito. Ahora, ya veterano y siendo autor de una obra que muchos aficionados
leen (mi ensayo "El Género Negro", recientemente reeditado por
Capital Intelectual), me encuentro regresando a estas lecturas siempre amenas y
gozosas, y en algunos casos de autores que se inician en el género.
Ya mencioné aquí a Fernando López y a mi paisano Miguel
Molfino, claro está. De éste, por cierto, acabo de leer su impresionante novela
"La polio", que es como una versión literaria del art-brut, que en la pintura tuvo
como gurú a Jean Dubuffet. (Editorial Wu Wei).
Pero también descubro a una notable escritora que me
impresiona con dos novelas negras estupendas: María Inés Krimer, de ella se
trata, me obsequió en Córdoba "Sangre kosher" y "Siliconas
express", dos novelas muy intensas protagonizadas por la detective
aficionada Ruth Epelbaum, un personaje absolutamente delicioso que evoca, en su
andanza desgarbada y sus investigaciones heterodoxas, a lo mejor de Raymond
Chandler.
En ambas novelas la encantadora y porteñísima detective judía
que vive en un pequeño departamento del Once, donde la asiste su implacable shikse, la Gladys, se mueve con soltura
y pasmosa serenidad en ambientes de ricachones y corruptos. Imposible no disfrutar
las andanzas de este personaje que Krimer crea y desarrolla con elegancia y
soltura. (Aquilina).
• En Medellín, como siempre
en este tipo de viajes, me colmaron de atenciones y de libros. No se puede
leerlos todos, y menos velozmente, pero es usual en mi caso que me deje llevar
por el azar. Una portada, un nombre, un título, un hojear al acaso, de pronto
me enganchan y me llevan a terminar un libro inesperado, o bien a abandonarlo
sin culpa.
En el primer caso está el grueso volumen de un hombre que
proviene del mundo empresarial, escritor sólo en su vejentud, y que ha
pergeñado un volumen impactante que no pude abandonar. "Desde el salón del
Nunca Más" se titula este tratado —y es que lo es— de Hugo de Jesús Tamayo
Gómez, un comerciante retirado antioqueño que ya veterano investiga la tragedia
de la violencia en Colombia. Libro premiado en 2013 como mejor crónica, se
ocupa del "desplazamiento, desaparición y muerte" de miles de
colombianos invisibilizados en la larguísima guerra civil que definió al Siglo
XX en ese país y que aún no terminó totalmente. El libro consta de relatos en
primera persona, testimonios grabados y/o recuerdos de familiares que no por
conocidos, y hasta trillados, dejan de ser impresionantes. A mí, al menos, este
género (si acaso lo es, y creo que sí) jamás me resulta indiferente. (Instituto
de Cultura de Antioquia).
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