Por el Programa de Abuelas
Cuentacuentos de la Fundación.
Londres, 23 de Agosto de
2012.
Ante todo, quiero agradecer a IBBY (International Board on Books for Young
People) y al Jurado por este reconocimiento. Y también a ALIJA (Asociación de
Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina) por haber propuesto para este
premio a la Fundación que presido en el Chaco.
El slogan de este
Congreso es: "Cruzando fronteras: migraciones y traducciones" y a mí
me trae fuertes recuerdos personales. En 1976 debí marchar al exilio por nueve
años, y en México aprendí todo sobre fronteras y migraciones.
Años después, cuando
los argentinos recuperamos la Democracia, me encontré con un país diferente, en
el que había muchas nuevas fronteras que cruzar. Después de muchos años de
dictadura y autoritarismo, mucha gente en mi país, posiblemente la mayoría de
la población, había abandonado el trabajo y el placer de leer.
Este fue el origen de
nuestra Fundación: la promoción de la lectura, con los ojos puestos en la
literatura.
En 1998, durante una
gira por Alemania para presentar un nuevo libro, acompañé a una amiga de Mainz,
cerca de Frankfurt, a visitar a su mamá, gravemente enferma en un hospital.
Allí, mientras esperaba a mi amiga, vi que junto a cada cama una persona leía
para cada paciente. Cuando salimos pregunté si se trataba de lecturas
religiosas, y mi amiga dijo no, son voluntarias que leen novelas, cuentos y
poemas para ayudar a bien morir a los enfermos.
En el viaje de regreso
pensé que, dados los serios problemas de mi región, el Chaco, en el Nordeste de
Argentina, por entonces la de mayor desigualdad social, nosotros podíamos y debíamos
organizar un voluntariado similar, pero para ayudar a nuestros niños a bien
vivir.
En 1999 empezamos el
Programa de Abuelas Cuentacuentos. Sabíamos
que en nuestra ciudad, Resistencia, en el corazón del Chaco sudamericano, la
gran mayoría de los niños no había tenido oportunidad de compartir experiencias
de lectura basadas en el afecto y la belleza conceptual y estética.
Hoy tenemos más de
3.000 abuelas lectoras en 60 ciudades de la Argentina, y en siete países
hermanos de Sudamérica. En Medellín, Colombia, las abuelas leen en la red de
bibliotecas de la ciudad a los niños desplazados por la violencia. En Valdivia,
Chile, nuestro Programa fue adaptado para acompañar a las víctimas del último
terremoto. Y en Monterrey, México, más de cien voluntarios leen en medio de la
narco-violencia.
Hoy podemos decir, en 2012, que las abuelas de la
Fundación están llevando lecturas a unos 100.000 chicos cada semana.
Pero lo mejor es que, de hecho, ellas son Abuelas
Lectoras. No son solamente narradoras, ni llevan entretenimientos ni convierten
su actividad en espectáculo. No. Son lectoras de libros, que leen en voz alta
para los más variados auditorios de niños y niñas. Su actividad gira en torno
del objeto libro y de lo que contiene un libro. Ellas son lectoras
calificadas que van un día a la semana, como mínimo, a escuelas, hospitales,
comedores infantiles y orfanatos. Tratan
de enseñar valores de la manera más amorosa y generosa. Ellas eligen los textos
que van a leer, clásicos y contemporáneos, y acompañan el desarrollo intelectual de
los mismos grupos de chicos, en muchos casos durante años. Hoy tenemos
adolescentes que son lectores competentes porque nuestras abuelas les leyeron
desde que eran chiquitos.
El Programa es
participativo e integrador, y no incluye solamente a personas jubiladas, sino
que moviliza energías y genera actividades para personas que han sido
expulsadas del "mercado laboral" pero tienen intactas sus
capacidades. Así el Programa crea, de manera gradual pero consistente,
oportunidades para personas que parecían condenadas al aislamiento y la
inacción. De este modo se produce un importante impacto en la autoestima de las
Abuelas, que son voluntarias en su mayoría de entre 50 y 70 años con altos
niveles de instrucción. Estas mujeres —y algunos hombres— expresan su gratitud
por haber encontrado en el Programa una nueva y productiva manera de utilizar
su tiempo y sus capacidades en el rol de Cuentacuentos que leen.
Las voluntarias establecen
extraordinarias conexiones entre ellas, a despecho de sus diferentes orígenes
sociales. Es asombroso ver cómo interactúan sin prejuicios abuelas de clase
media o alta con chicos de sectores marginados. La nutritiva combinación de
"afecto + calidad literaria" promueve la integración social y
cultural. Los cuentos transferidos de una generación a otra siempre fortalecen la
identidad de una comunidad y la memoria colectiva. Por eso en cada lugar que
visitan las Abuelas, se incrementa la demanda de lectura. Por eso estamos
convencidos de que contribuimos a construir una ciudadanía con una fuerte
cultura lectora y mucho más y mejor integrada de cara al futuro.
Aunque no es misión
específica de la Fundación, muchos de los textos que las Abuelas leen a los
niños incluyen mensajes que promueven un trato amistoso y consciente con la
naturaleza, así como la seguridad sanitaria y las responsabilidades cívicas,
sin descuidar la calidad estética.
La misión de nuestra
Fundación es la promoción de la lectura, porque sabemos desde siempre que la
lectura es un alimento necesario. Por eso damos de comer y damos también de
leer.
Para ello creamos un
sistema de gestión que garantiza la sustentabilidad y el registro de las
acciones de todas y cada una de las abuelas, lo que permite acompañarlas sin
estar nosotros presentes, de manera que ejerzan su voluntariado en la intimidad
del aula o del espacio de lectura donde ellas elijan encontrarse con sus
auditorios.
Por cierto, no hay lugar
donde no quepa la lectura. Ellas también asisten a cárceles, donde leen a
madres procesadas o condenadas, y a los hijos que algunas crían en sus celdas.
Otras van a hospitales y leen en las nursery a las nuevas mamás, y sobre todo a
las niñas que son madres prematuras. Y leen también a niños enfermos,
accidentados o quemados. Desde hace muchos años leen en hogares de niños
discapacitados, en comedores comunitarios y en colonias de verano.
La eficacia del Programa
depende de tres factores fundamentales: primero, la calidad de las lecturas, o
sea, la mejor literatura para niños y jóvenes, clásica y contemporánea, bien
ilustrada, la mejor.
Otro factor es la
libertad. La libertad de expresión, porque cada Abuela Cuentacuentos necesita
para su tarea lectora un ambiente de paz y libertad.
Y a propósito, y por
las mismas razones, en tanto escritor y periodista quiero enviar desde esta
tribuna y este acto mi solidaridad y mi afecto al Sr. Julián Assange, quien
está refugiado en la Embajada de la República del Ecuador, en esta misma
ciudad.
La tercera, y acaso la
más importante, es el amor, una palabra que no siempre se usa en la educación y
que en la literatura suele asociarse a la cursilería.
Bueno, en esta materia
el amor es el centro, el motor y la garantía de continuidad. Amor al prójimo y
amor a la gran literatura universal, y por supuesto esa manera especial del
amor que son capaces de brindar las abuelas de todo el mundo.
Me gusta pensar que
este Programa se basa en la misma, romántica idea de cualquier historia de
amor, incluída la nuestra, la de cada uno de nosotros, y que en este caso
terminaría como en los cuentos de hadas: "y tuvieron muchas, muchas
abuelitas".
Muchísimas gracias.
Merecidísimo premio a este enorme aporte que significa Abuelas Cuenta Cuentos. Una pequeña parte del premio está en Posadas y siento un enorme agradecimiento haber podido participar.
ResponderEliminarCarlos Daniel Resio
felicito a Mempo y a la Fundación por el premio recibido...ultramerecedisimo. agradesco las palabras de aliento de Mempo a nuestra revista virtual en el interior del Chaco, Avia Terai. saludos.
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