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domingo, 10 de octubre de 2010

Frankfurt, Argentina, 2010 - Una crónica día a día / 5 (y última)










NOTA 5 (y última) Domingo 10 de Octubre. Cierre y adiós.

Por la mañana participo de una de las últimas mesas, en el estand. Hay mucha gente dando vueltas, no quedan asientos, el pequeño auditorio está colmado. Y eso que son las once de la mañana de un domingo soleado.

El título es: "Cine y Literatura; vasos comunicantes". Participan Martín Kohan, a quien veo por primera vez en mi vida, Alan Pauls y Claudia Piñeiro. Cada uno desarrolla sus ideas en muy pocos minutos, hay preguntas varias y todo termina relativamente rápido, antes de que se cumpla una hora.

A las tres de la tarde es el acto de clausura. De todos lados aparece gente, que se suma a la lógica concentración de invitados, funcionarios y público en general. El Pabellón Argentino está colmado.

Tradicionalmente, esta Feria termina con una ceremonia en la que el país invitado de honor del año en curso entrega la insignia de la Feria (una estatuilla de cristal) al país que lo será durante la Feria del año próximo. Esta vez toca a la Argentina traspasar dicha insignia a Islandia.

El Pabellón está a reventar, aunque se ve muy poca gente de aspecto nórdico. Claro que a falta de escandinavos hay una notable aglomeración de argentinos en Alemania, latinoamericanos de todas las procedencias, alemanes y quién sabe de dónde más. Seguramente editores, agentes, libreros. Hay gente en los pasillos, en el suelo, muchísimas cámaras y todo mundo anda con los audífonos puestos para la traducción simultánea.

El acto comienza con un cortometraje sobre el poema "Islandia", de Jorge Luis Borges. Enseguida los discursos están a cargo de Juan Gelman y el narrador y traductor islandés Güoberger Bergsson. El nuestro, la verdad, se muestra extremadamente escueto, desangelado. No sé si será que está muy fatigado, pero me sorprende. Irónico y seco, no parece a gusto. Conozco a Juan y creo advertir que por alguna razón que ignoro no está cómodo. Lee tres poemas, responde un par de preguntas breve y ácidamente, y calla. En cambio el islandés resulta encantador. Escoge hablar en perfecto castellano, lo que todos interpretamos como un gesto de cortesía, y se refiere con respeto y conocimiento a nuestra literatura. Lee incluso un texto ambientado en la Patagonia, primero en islandés y luego en castellano, y se sabe que ha tenido además la cortesía de entregar una versión en inglés para la traducción simultánea. Se lleva los aplausos más sonoros de la noche.

Entonces se pone de pie y habla Juergen Boss, el avezado patrón de la Feria del Libro de Frankfurt, quien pronuncia un discurso conmovedor. Dice que van a extrañar a la Argentina, porque ha hecho un papel excepcional y, sobre todo, destaca, porque ha traído más literatura que ningún país antes, en muchos años... Subraya esto último y se ve que el reconocimiento es sincero, porque el hombre se muestra muy emocionado cuando subraya que nunca habían visto en esta Feria que un país trajese más de 200 libros traducidos al alemán en un solo año. Y promete visitar la Feria del Libro de Buenos Aires en abril próximo.

Cierra Magdalena Faillace, también emocionada, y sobre todo agradecida: a Alemania, a Boss, a Frankfurt, a su equipo de Cancillería y por supuesto a los/as escritores/as que integramos la delegación.

Al final, una foto del grupo que incluyo aquí. Creo que faltan algunos/as. Pero es lo que hay.

Y colorín colorado... •


2 comentarios:

  1. Guau... menos mal que estabas vos ahí, chamigo, dando una mirada menos municipal y portuaria de la literatura argentina. Abrazón en cordobéééé

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  2. Mempo querido, me encantó revivir los días en Frankfurt, tan cercanos, que aún me parecen al alcance de la mano. Y qué alegría comprobar que experimenté sentimientos similares a los tuyos. Fue un orgullo formar parte de la delegación argentina.
    Gracias por tu crónica.
    Un abrazo, Silvia Plager.

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