Aviso por los comentarios

AVISO: Es probable que en algunas redes sociales existan cuentas, muros o perfiles a mi nombre. NADA DE ESO ES VERDADERO.

Las únicas 2 (dos) vías de sociabilidad virtual que manejo son este blog y mi página en FB. Ninguna otra cuenta, muro o perfil —en Facebook, Twitter o donde sea— me representa. Por lo tanto, no me hago cargo de lo que ahí puedan decir o escribir personas inescrupulosas.

miércoles, 27 de agosto de 2014

PRECISIONES SOBRE EL FORO, LA LECTURA y LOS CLASICOS

Me envían un comentario de Germán Machado acerca de mi discurso de apertura del reciente Foro que hicimos en el Chaco.
            Me veo, entonces, lamentablemente forzado a clarificar lo que dije y sobre todo lo que NO dije.
            En el contexto de referirme a la escuela argentina de los últimos 40 años, que en los últimos 10 año ha crecido muchísimo en términos cuantitativos pero a costa de la calidad de la educación, sostuve que:
            a) "
La sociedad argentina está siendo sometida a un implacable bombardeo de mentiras, desinformación y siembra de odio y resentimiento".
            b) que en ese marco "el universo de la lectura, en particular, está cada vez más condicionado por el mercado editorial, que ve a los maestros, bibliotecarios y alumnos no como lectores sino como consumidores."
            c) que "la tarea de esta hora es elevar el nivel de nuestra exigencia (...) Lo verdaderamente esencial de una política de lectura no es solamente convencer a una sociedad para que lea, ni es lograr índices de lectoría masivos. Siendo todo eso importante, lo verdaderamente significativo es formar a esa sociedad para que lea textos de calidad, que son los únicos que garantizan una buena calidad educativa. Es necesario y es urgente que nos apartemos de las modas y las imposiciones del mercado, y retornemos a la Gran Literatura". RETORNAR, dije, subrayando así que al menos en las escuelas argentinas, y salvo raras excepciones, desde hace tiempo se prescinde de leer a los clásicos.
            d) que "recuperar la lectura de los clásicos es un imperativo. Los clásicos universales, digo, y los de la literatura argentina y latinoamericana. Ahí está todo. De veras, queridas maestras y maestros, ahí en los clásicos está todo". TOTALIDAD que obviamente —y como entiende cualquier lectura inteligente y de buena leche—, NO pretendió ni pretende ser una nueva verdad universal ni mucho menos anular lo mejor de la producción contemporánea.
            "e) que "menos moda y más clásicos, por favor. Menos "novedades" y más lecturas de calidad probada. Que la experimentación está muy bien, claro, pero no a costa de la educación de nuestros 17 millones de chicos y chicas en edad escolar".
            Esto fue lo que dije y sostengo.
            No cabe deducir de esas palabras una idea tan absurda como "hay que leer solamente clásicos porque no hay nada en los contemporáneos". Jamás dijé ni pensé semejante cosa.
            Muchas gracias.

             

sábado, 23 de agosto de 2014

LECTURARIO # 27 - Gonilski, Barnes, Amis, Genovese y una teoría de la lectura

Lecturario # 27 - Gonilski, Barnes, Amis, Genovese y una teoría de la lectura

* Estos apuntes que escribo no siempre son, en rigor, sobre libros de Literatura. A veces me permito incursionar en otras producciones escritas. ¿Y por qué no, si yo no soy más que un lector, y por ende un curioso irreprimible? Me arrogo el derecho de leer lo que se me da la gana, y sobre todo a esta altura de mi existencia, o sea sin planes, necesidades ni objetivos. De donde toda lectura verdaderamente en libertad, y es mi caso, obedece un poco al azar.
            Son muchos, muchísimos los libros que llegan a mis manos y no en todos me sumerjo. No me alcanzará la vida que me queda para leer todos los volúmenes que hay a mi alrededor, y los que seguramente compraré por las razones que sean, o llegarán a mí o pediré, en fin, he ahí el azar. De manera que la lectura en mi caso, y sospecho ahora que es el sentido mismo de este Lecturario que inauguré hace tiempo y de manera casual, obedece nada más que a mis puras ganas, mi curiosidad.
            Y dicho todo lo anterior, advierto que lo que quería y quiero decir es simplemente esto: que no todos los libros que leo, y por consiguiente no todos los que aquí comento, son Literatura en sentido estricto. Y está bien. Igualmente la Literatura, la mejor, la que siempre nos conmueve y seduce y deviene inolvidable, es la que marca el camino y determina las preferencias. Las mías, por lo menos.
            Y ahora que escribo todo esto, si me permiten, me gustaría titular esta reflexión. Aunque suene un poco presuntuosa, y por favor me disculpan, yo la titularía "Una teoría de la lectura". ¿Por qué no? Es la mía y no pretende más que eso: explicarme, representarme, en cierto modo justificarme.
            Bienvenidos/as quienes compartan esta afición, que, seguro, no le hace mal a nadie y a mí, en tanto lector, me dio mucho de lo mejor que me dio la vida.

* En realidad lo anterior se debe a preguntas que me hice durante la lectura de un libro precioso, encantador, que me regaló mi amiga Irene Chikiar Bauer en los recientes días del Foro que nuestra Fundación organiza en el Chaco. Y libro que primero me estuvo haciendo ojitos porque es voluminoso y llamativo, y después me acompañó durante todo este fin de semana.
            No es un libro de narrativa ni de poesía, ni es un ensayo literario, sociológico o político. No, nada de eso. Este libro se titula "El piano, ¿es o se hace?", su autora se llama Perla Gonilski y es un bellísimo tratado de teoría de la música. Sobrado de amor, humor y un impactante sentido didáctico, la autora nos ayuda a saber, entender y gozar la música desde ángulos inesperados. También es, de hecho, un libro para iniciar a futuros pianistas, pero a mí lo que más me interesó fue la alegría de leerlo, detenerme en sus dibujos, en la deliciosa iconografía que lo ilustra, y todo con una sencillez, humildad y profundidad de las que no se ven frecuentemente. Búsquenlo, que no es solamente un libro para músicos o aprendices. Es un encanto de libro, que yo puse en la sala y a la vista de cualquiera que venga a mi casa. (Editorial Troquel).

* No sé qué me estará sucediendo con la reciente literatura británica, pero acabo de leer dos libros de narradores ingleses muy reconocidos, ambos de mi generación, y lo que siento ahora es una cierta perplejidad. Ninguna sorpresa, ningún entusiasmo, y eso que se trata de dos escritores de fama internacional. 
            En primer lugar "La mesa limón y otros cuentos" de Julian Barnes, cuyos relatos están muy bien estructurados, sin dudas, a la vez que procuran despegarse de ciertas concepciones clásicas de la gran literatura inglesa, e incluso con algunos dialogos sabrosos. Pero bueno, a mí las tramas de esos cuentos no me interesaron en lo más mínimo. Más bien, y lo digo un tanto inquieto, me aburrieron a punto tal que terminé de leerlo más por disciplina que por placer.
            El otro libro que leí, y diría que en este caso más por disciplina y respeto que por placer, fue "Tren nocturno", la novela de Martin Amis de la que había escuchado, y leído, referencias muy favorables. Famoso y muy de moda, reconocido internacionalmente y considerado ya uno de los escritores más interesantes de Inglaterra, este "Tren nocturno" de Amis fue para mí una decepción. No digo que esté mal escrito o traducido, ojo, y entiendo que haya convocado a muchos lectores, pero digo que a mí no me resultó para nada interesante. Se supone que es una novela policial con un personaje interesantísimo, que sin dudas lo es, pero envuelto en una trama más discursiva que creíble. Elogiada como una gran novela negra moderna, la verdad es que a mí no me parece que lo sea. No me sacudió como novela, ni como policial, ni mucho menos del género negro, del cual creo que no soy un neófito.
            Se trata de una historia que se propone muy atractiva, sí, pero está narrada como a paso demasiado lento. Y sobre todo, está "contada" y excesivamente, como si Amis debiera justificarse a cada página. No quiero ser injusto y lo digo con todo respeto, pero tuve la impresión de ser, como lector, uno que asiste a una promesa que luego no se cumple. A ver si lo digo mejor: este libro es la promesa de un diamante, pero no es un diamante. Demasiado discurso y poca acción, demasiado narrador que lo explica todo, me parece que debilitaron las posibilidades del diamante.
            Ambos libros están publicados por Anagrama, en la notable colección que vengo leyendo y comentando, casi completa.

* Entonces la poesía, ah la poesía, qué maravilla cuando nos salva de lecturas que no nos satisfacen del todo. Una buena poesía, leidita con voz baja y bien modulada, o en voz alta si se tiene a quién leerle, es una medicina maravillosa para tolerar libros pretenciosos, altisonantes o directamente mediocres, de los que hay tantos en el mundo, o mejor dicho tantos en el jodido "mercado".
            Claro que para que lo anterior suceda, tiene que tratarse de poemas de calidad, en los que campean la idea y la música, el ritmo y el sentido, la gracia y el concepto, la profundidad y la elegancia, la brisa y la tormenta. Digo, como para proponer una aproximación, ¿no? Con toda modestia y prudencia. En fin, ustedes saben.
            Todo esto pienso mientras leo, como al pasar, "Aguas" (Ediciones del Dock), un sutil poemario de Alicia Genovese en el que la poeta recorre mares, ríos y humedales, naufragios y sumersiones, mientras reflexiona acerca de la vida y de la muerte como para recordarnos y confirmarnos, de modo casual, pero inevitable, que no hay más tema que esos dos: la vida y la muerte. Veamos:

            "En diálogo con el agua tomo
            las mejores decisiones.
            En el agua pienso
            en el agua descanso
            encuentro
            la boca blanda
            hacia todas las cosas".

            Y también leo:
            "En el agua que muere,

            la propia muerte".

lunes, 18 de agosto de 2014

UNA ENTREVISTA HETERODOXA

Esta entrevista completamente heterodoxa me la hizo un joven músico a quien yo no conocía, hace unos dos años.
   El tipo estaba grabando un CD con un grupo de rock y los temas, me dijo, tenían que ver con diferentes escritores. No sé si lo capté bien, pero accedí y charlamos largamente ante su grabador, una tarde, en la plaza de la muy porteña Estación Coghlan.
   Todavía hoy no sé por qué dejé que el tipo grabara, puesto que jamás acepto entrevistas grabadas. Siempre pido cuestionarios que respondo por escrito, a fin de evitar que después los entrevistadores o sus jefes "editen", o sea malcorten aquí y allá. En literatura no se puede hacer eso, enseñaba Tito Monterroso hace muchos años, porque la entrevista —decía— es un género literario y es uno mismo, en tanto autor, el que debe editar lo que se va a leer.
    Lo cierto es que este joven, que se llama Nando Varela Pagliaro, me grabó durante mucho más de una hora, casi dos, y luego se fue y nunca más lo vi. Ni siquiera tengo su teléfono o su mail. Y me olvidé del asunto.
   Hasta que ahora me envían, personas que me quieren, la versión completa de aquella conversación. Publicada en el sitio o blog de la también muy porteña librería y editorial Eterna Cadencia.
   Y ahí está, con algún pequeño error en cuanto a fechas, pero completamente respetuosa de lo que hablamos y cómo lo hablamos aquella tarde. Y por ende, absolutamente representativa de lo pienso y cómo pienso.
   Estuve a punto de no postearla aquí, ni en FB, pero después me dije que si en una de esas voy y me muero esta noche o un día de estos, no estaría mal que quedara esta charla. No sé cómo qué quedaría, pero bueno, como lo que sea pero que quede. Así que aquí la reproduzco y comparto con mis lectores de este blog y de mi página en FB.
   Y gracias, Nando!
http://blog.eternacadencia.com.ar/archives/2014/37947

domingo, 10 de agosto de 2014

LECTURARIO # 27. Lem, Goldman-Dobry, Burroughs


• En una nueva, preciosa edición de Edhasa Argentina, releo un gran libro que leí en mi adolescencia: "Solaris", del polaco Stanislaw Lem (1921-2006).   Impactante aún hoy, esta novela que fue escrita en 1960 es todavia uno de los clásicos indispensables de la literatura de anticipación, también llamada de Ciencia-ficción.
            Lem fue uno de los más notables cultores de este género e hizo las delicias de muchos jóvenes lectores que en los años 70 devorábamos, entre otros, la fabulosa novela "La investigación" así como "Diarios de las estrellas" y "Fábulas de robots".
            "Solaris" es la historia de un psicólogo enviado al planeta de ese nombre, donde todo es decadente y terrorífico, y su residencia en ese ambiene. De la manera más inesperada encuentra allí a su esposa, que había muerto muchos años antes en la Tierra. La alucinante, agobiadora peripecia en ese planeta de mar proceloso, con esa mujer a la que tanto había amado, todavía me impresiona.            
            Esta novela fue escrita, hay que subrayarlo, cuando todavía los viajes intergaláticos y las industrias espaciales estaban en pañales y eran tiempos de la llamada Guerra Fría. Sin embargo, Lem supo estar por encima de eso, y hoy mismo su obra sigue siendo atrapante porque, en esencia, fue mucho más que un creador de libros de un género muy popular; lo suyo fue y es literatura, y de la buena. (Edhasa).

• "Ser judío en los años Setenta", de Daniel Goldman y Hernán Dobry, es un libro cuya lectura me conmovió hasta lo más profundo. Quizás porque la causa de los Derechos Humanos es parte de mi vida por lo menos desde mis años en el exilio en México, lo cierto es que ahora sentí que este libro trasciende esas causas. Este libro es una indagación sin concesiones, un recorrido honesto y profundo por las entrañas de la colectividad judía argentina, sus mejores expresiones y también las peores, revisadas todas con firme delicadeza, con sinceridad, dolor y honestidad absolutos.
            La organización misma del libro es un acierto, porque cada testimonio, cada evocación histórica, cada reflexión de los autores, habla, en estas páginas, de memoria, de amor y de vida. Enaltece la libertad de conciencia y cuestiona las convicciones más blindadas. Sin un solo golpe bajo, no es éste un libro de denuncia ni de lamento. Es un libro de investigación y análisis.
            Y además, y quiero decirlo con toda claridad, éste es un material memorable, necesario y conmovedor que toda persona decente, sensata y de buena fe debería leer. Y sobre todo bien harían en leer este libro muchos compatriotras confundidos por medios mentirosos y pésimas propagandas. (Siglo XXI Editores).

• Aunque no es un autor que yo haya seguido durante años, ahora y de casualidad me encontré sumergido en la prosa dura y ácida del norteamericano William S. Burroughs (1914-1997), un autor de culto para muchos y quien fuera uno de los íconos fundamentales de la llamada Beat Generation en su país, posterior a la Segunda Guerra Mundial.
            Hablo de "Queer", una novela de los años 80, creo, muy posterior a "Yonquis", la única de él que yo leí, hace muchos años, y que confieso que tenía completamente olvidada.
            Ahora, en esta novela estupendamente traducida y que integra la colección de Anagrama que publicó el diario Página/12 hace dos o tres años, me sorprende y fascina la poética narrativa de que fue capaz este escritor. Desde las primeras páginas, en las que describe un México que me es absolutamente reconocicle, la trama en apariencia desflecada constituye sin embargo un hallazgo por el tono fuertemente autobiográfico del texto, tan lleno como sus personajes de homosexualidad, alcohol y heroína, pero sobre todo de un desaliento absoluto, como si sólo ése y ningún otro fuese el destino necesario de esos tipos desalentados, viciosos, irónicos hasta la ferocidad y sin más futuro que el próximo trago y el próximo ligue.
            Cierto también que por momentos la lectura se torna fatigosa, un tanto reiterativa en la descripción de las relaciones neuróticas de Lee y sus ligues, así como sus pactos y obsesiones. Lo mejor es, quizás, la descripción de mundos encantadores como deben haber sido hace décadas México, Quito o Panamá, y en general esa América Latina que este libro disecciona desde la visión ineludiblemente prejuiciada y soberbia de los norteamericanos medios sobre nosotros los latinos.
            No estoy diciendo que sea una lectura imprescindible. Sí que a mí, y a estas alturas, me impresionó como una novela que muchos años después de escrita mantiene vigencia, alusión y calidad. Y sobre todo esto último, evidente en las geniales puntadas de la prosa burroughsiana. (Anagrama).