Quienes deseen leer el texto completo de esta memoria personal, lo encontrarán en "EL LABERINTO y EL HILO" (completo)
De regreso del congreso de hispanistas brasileños en la Universidad Federal Fluminense, en Niterói, Rio de Janeiro, organizo mis cosas antes de una semana en la que debo hacerme algunos chequeos de salud.
Curiosamente, encuentro una anotación de Agosto del ‘94, que dice así: "Un miedo y un desasosiego como el que se siente cuando en una pesadilla estás por gritar y no podés; es una impotencia feroz, un pánico que te gobierna el cuerpo y te paraliza como en las peores pesadillas. Pero todo en vigilia. Así imagino la muerte de mi hermana mientras la operan del corazón".
Celebro íntimamente el recuerdo del buen resultado de aquella intervención.
En un registro completamente distinto, encuentro otro apunte, del mismo año 94:
"Reflexión sobre los transexuales de la Calle del Pinar, en Madrid. No son travestis. Son sonrisas que caminan, seres que se pintan los rostros como para ocultar su desesperación. Puedo estar equivocado, pero no los veo felices. O no comprendo el significado de las pinturas. ¿Son pinturas de guerra? Quién sabe... La visión madrileña me lleva de regreso al Chaco, como en un salto atlántico. Una muchacha que fue mi amiga durante una temporada me contó que tiene un hermano taxi-boy. Fue violado por el padrastro de ambos, en San Luis. Ella zafó de ser a su vez violada por el mismo sujeto, de la manera más insólita: ante el ataque del miserable lo pateó en los testículos con toda la fuerza de su desesperación, lo que le permitió salir corriendo, en la noche. La salvó en medio de la noche un camionero, que la llevó hasta más allá de Córdoba. Lo que no le perdonará jamás a su madre, dice, es que sabía todo pero no hizo nada. Ahora el chico, su hermano, vive un delicado amor —así lo define mi amiga— en un pueblo del norte de Santa Fe. Es un chico suavecito, una monada de persona. Qué difícil ser transexual en Resistencia y alrededores".
Sobras de mi nueva novela...
Creo que lo dije en otro posteo: he terminado una nueva novela. No diré el título, por pura cábala. Digo simplemente que la terminé, y ahora habrá que ver qué pasa. No quiero ni pensar en el futuro. Los libros se abren camino por sí solos. Siempre fue así...
Pero rescato ahora algunos fragmentos, textos que pensé incluir pero que a último momento quité del cuerpo de la novela. Y como siempre me sucedió, después no sé qué hacer con ellos. Así que esta vez rescato aquí algunos pensamientos de uno de los personajes, aunque sea para no tirarlos al cesto de la basura.
"...como en una representación de teatro isabelino, esas de escenario abierto".
"...aunque sólo fuera cierto en un plano formal que suena a lugar común dado que es un lugar común".
"Fastidiar no sólo por autodefensa sino para escarnio de idiotas. Como el Roquentin de Sartre, que estaba harto de todo eso mismo, digo fastidiar no por actitud existencial sino como burla superadora. No sé por qué me acuerdo de ese tipo justo ahora. Jamás comulgué en nada con ese comunista, pero me viene a la mente, en este instante preciso, esa idea del fastidio, por el asco ante la hipocresía y la insustancialidad".
En la noche del domingo
Seguidamente encuentro otro papelito, éste redactado en 1993. Lo escribí en algún bar, porque está en papel manchado de algo que parece vino, o gaseosa, y dice lo siguiente: "La sociedad ganó la democracia en 1983; la estabilidad en 1990; y ahora le toca el turno a la ética y la justicia social. Esto es: la sociedad va construyendo lo urgente, lo importante y lo necesario en cada turno". Anotado al margen en agosto de 1995: "Se ha perdido el último turno. Como en el juego de la oca, retrocedimos un montón de casilleros". Anotado en otro papelito en los Estados Unidos, a comienzos de 2011: "¿Y si se viene un nuevo suicidio social argentino? Este año habrá que considerar esta posibiidad y mantener los dedos cruzados".
Escribo este posteo en la noche del domingo 24, cuando se conoce la impresionante cantidad de votos que obtuvo el cómico Miguel del Sel en la Provincia de Santa Fe, lo cual yo veía venir desde hace dos semanas, mientras mis íntimos se burlaban de mí, asegurando que exageraba... Los cómputos me recuerdan que es la misma provincia que votó a Vernet, a Reviglio, a Vanrell, a Reutemann y a Obeid varias veces. Nada quisiera más que admitir un día mi equivocación...
Pero no consigo despejar mi tristeza porque amo a Santa Fe.
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