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miércoles, 27 de junio de 2012

Sobre el paro de Moyano y el gorilismo argentino

Apuntes para un hipotético Manuel de Gorilismo

http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-197299-2012-06-27.html

4 comentarios:

  1. gracias por tus palabras. Un abrazo.

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  2. Gorilas y progresimios.

    Disculpe, señor Giardinelli, pero mi opinión diverge de la que usted ha hecho pública en su nota “Apuntes para un hipotético Manual de Gorilismo”. En primer lugar, porque, si bien su caracterización práctica -a la que en parte adhiero- del gorilismo es muy ilustrativa, no creo que identificar esa “actitud argentina” sea tan simple como usted parece creer. Por el contrario, creo que, más allá de sus manifestaciones empíricas, la equivocidad semántica del concepto permite, no sólo que el término sea aplicado sin mayores criterios a diestra y siniestra, sino también, principalmente, que muchos gorilas sean capaces de enmascararse de y -confundirse con- progresistas. A estos, si se me permite el neologismo, me gustaría identificar como “progresimios”.
    Tampoco creo, por otra parte, que la ideología gorila sea un condición ontológica insoslayable, ni que su origen esté estrictamente condicionado por una conciencia de clase (“media o alta”, según usted dice suele suceder): conozco casos de quienes habiendo profesado el progresismo han devenido gorilas, y viceversa; y no menos personas que, aunque comparten la ideología gorila, a duras penas llegan a fin de mes. No creo que el gen del gorilismo se lleve en la sangre, ni tampoco que se lo sea, estrictamente, por nacer en cuna de oro. La realidad es muchos más diversa y compleja, y los motivos de nuestras creencias más profundas la mayoría de las veces hasta nos resultan inextricables.
    Más allá de eso, volviendo al principio, lo que en realidad me inquieta -y he aquí, creo, nuestra principal diferencia en torno al análisis de “lo real”- no es la caracterización de los Macri, los Pando o los lectores de La Nación, fácilmente identificables como gorilas “de cepa”, sino la de los que profesan cierto gorilismo semejando o creyendo no hacerlo: los progresimios, como dije. Esos particulares personajes que simulan o creen ser progresistas cuando en realidad muchas de las actitudes que sostienen sus prácticas los posicionan más bien en las cercanías del gorilismo. Y digo simulan o creen, porque estoy seguro que la inmensa mayoría de los progresimios no actúa de mala fe. Por el contrario, creo que muchos de ellos están convencidos de ser los verdaderos abanderados del progresismo. Lo que también los lleva a creer, no sin cierto peligro para la vida del Estado, que nadie con buen juicio o con un verdadero interés por la justicia social puede oponerles un reclamo sin convertirse, inmediatamente, en un fiel aliado de los sectores más retardatarios.
    Pero eso no esto. Los progresimios tampoco parecen escuchar mucho mejor que sus primos gorilas, ni ser demasiado partidarios de recibir críticas, aun cuando afirmen estar plenamente dispuestos al diálogo. Muchas veces suelen reclamarlo, es cierto, pero no para establecer un verdadero intercambio: su intención no es otra desplegar toda su sabiduría progresimia, siendo raras las ocasiones en las que están dispuestos a abrir el juego. Al igual que los gorilas, gustan de tener la razón, y de ser aplaudidos; raras veces aplauden, o piden consejos. Su número es creciente; y su discurso, cerrado y homogéneo. Su visión de la realidad, tan primitiva con las de sus primos: maniquea. Rehúsan admitir, por principio ideológico y metodológico, que acerca de algunas cuestiones pueden existir tantos puntos de vista como hombres vivos. Odian -aunque lo digan cordialmente- a los neutrales; o ni siquiera creen que existan tales personas. Para ellos todo es simple, blanco o negro, de izquierda o derecha. O se está con ellos, o se está contra ellos. Y al igual que los gorilas, cuentan con un dispositivo mediático que recoge y abona su concepción del mundo, reproduciendo con gran astucia el autoengaño de muchos y el disimulo de otros. (Continúa...)

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  3. (Continúa...)

    En definitiva, y aquí el más profundo motivo de mi inquietud respecto de ellos, no son asiduos agentes de la autocrítica, y gustan poco del disenso. Rehúyen la palabra franca y directa; el decir crítico y sin concesiones. No se permiten la duda, porque están convencidos que en cada actitud que asumen se les va la vida. Comparten con sus primos la pretensión de verdad absoluta. Lo que, si bien ha producido las mayores revoluciones, también ha dado origen al fanatismo, la exaltación y la desdicha.
    Con el objeto de abrir un espacio a la infinita diversidad de pareceres, y con un profundo respeto, les envío mis más cordiales saludos.
    Manuel Tizziani
    manutizziani@hotmail.com

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  4. Hace mucho tiempo que no leía un pensamiento descripto y escrito tan claramente y con cierta dureza. Comparto en gan parte lo expuesto y pongo como tema de reflexión la semejanza de progresimios y gorilas en lo de " pretensión de verdad absoluta". Cuando alguien cree algo y está convencido que así es la cosa, la expone y defiende como la verdad que cree. No me parece mal esa actitud, ahora si del otro lado no se recibe una reflexión, un pensamiento o lo que es peor, se ataca, se descalifica, se miente y en algunos casos se ejerce violencia, la discución deja de ser tal para convertirse en una batalla sin fin. Así es como veo día a día se pierden energías que pudieran ser utilizadas para causas mas importantes y trasendentales. Les envío mis sinceros y cordiales saludos.

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