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domingo, 21 de agosto de 2011

Últimas reflexiones sobre la lectura

Quienes deseen leer el texto completo de esta memoria personal, lo encontrarán en "EL LABERINTO y EL HILO" (completo)

Acaba de terminar el 16º Foro por la lectura que hacemos en el Chaco. No les doy lata aquí; la info se puede ver en la página web de la Fundación o en el blog del Foro: http://www.16forolecturachaco.blogspot.com/

Ahora viene una natural depresión luego de días tan intensos.

Y viene también la escritura de un libro de emergencia en el que trabajo a todo trapo. Y han de sucederse buenas lecturas, además: los varios libros que me trajeron los visitantes invitados al Foro.

Y como lógico corolario del Foro quedan también reflexiones sobre éste que es uno de mis oficios: el fomento de la lectura para que la nuestra vuelva a ser una sociedad de lectores.

Claro que algunas son reflexiones forzadas por las circunstancias, porque pareciera que nunca faltan lecturas equivocadas, o tendenciosas, o tontas. Lo digo por una afirmación que hice en la apertura del Foro y que fue mal entendida (mal leída) por la dirigencia de un gremio docente del Chaco. Dije que hay que celebrar que en el presente argentino ahora "podemos pensar la calidad educativa", y ellos leyeron que estábamos proponiendo abandonar la lucha por mejores salarios. Asombroso.

Parecido a lo que pasa con los comentarios que suelen aparecer en los diarios online, que es asunto al que ya me he referido.

No sé a ustedes, pero a mí me sorprende lo mal que se lee. Quiero decir: cómo no se entiende lo que está bien dicho. Parece mentira. Y cómo se puede llegar, desde un acto sublime y pacífico como es la lectura, a determinados grados de violencia verbal. La exasperación de algunos lectores es a veces delirante; y en esencia denotativa de una deficitaria capacidad de lectura.

Siempre pensé que leer es comprender, pero ahora lo dudo. No parece que necesariamente se comprende cuando se lee. Hay lectores distraídos y los hay de mala fe; los hay fanáticos, capaces de malentender lo escrito; los hay distorsionadores e interesados; y hay los que cambian sentidos y aplican sus propias intenciones y resentimientos a lo que ha sido textualmente expresado. Algunos son como Torquemadas, en el fondo, censores potenciales y sin empleo (por suerte).

Quedará por discutir, todavía, si es democrático o no abrirles espacios y mantenerlos. Más allá de los moderadores de los medios —que en general moderan poco y mal, acaso porque simpatizan con las virulencias de la horda, o porque así logran estimular una mayor participación— lo cierto es que si se abriera ese debate yo sostendría esta posición: sí, está bien abrir canales participativos a los lectores, pero deberían ser muy estrictos el control a los desbordes, el cuidado del lenguaje y el decidido freno a lo que podríamos llamar, evocando a viejos caudillos políticos argentinos (creo que Hipólito Yrigoyen), "agresividades inconducentes".

De donde el problema no es sólo leer o no, sino que muchas veces se lee mal. Se lee lo que no se dijo ni se escribió. Se mal comprende. Se tergiversa y distorsiona. Y así no hay debate ni intercambio de ideas. No hay estímulo a la inteligencia, sino, apenas, gritos, susurros, acusaciones gratuitas que nadie escucha. Formas onanistas del agravio. Intolerancia y violencia.

Todo lo cual es, en realidad, no-lectura. Y eso no democratiza; obnubila.

En la Fundación que presido nos ocupamos, precisamente, de todas estas cosas. Creadores de la Pedagogía de la Lectura en la Argentina, desde hace un cuarto de siglo la estudiamos y promovemos como motivación educacional para niños y jóvenes, como capacitación para maestros y bibliotecarios, como alternativa de resignificación para personas con experiencia, generosidad y tiempo para repartir, y como camino hacia la construcción de ciudadanía. Eso por lo menos, porque hay más; la Pedagogía de la Lectura es un horizonte ancho, diría que interminable.

Todo esto, también, es materia sutil de nuestro Foro.

Después de todo, siempre lo repito, somos lo que leemos.

Para el corcho en la pared:

Una idea del Maestro Rousseau, Juan-Jacobo, que viene a cuento —también— de este posteo: “Me preguntarán si soy príncipe o legislador para escribir sobre política. Respondo que no, y que por eso escribo sobre política. Si fuera príncipe o legislador, no perdería mi tiempo en decir lo que es necesario hacer. Lo haría o me callaría la boca”. Chupate esa mandarina, diría mi mamá.

—Recuerdo una visita al Museo Thyssen Bornemisza, de Madrid, en noviembre de 1994. Creo que con mi amiga y colega Laura Freixas. Me maravillan algunos Dureros, y sobre todo el caballero de la Casa Capponi, de Ridolfo Ghirlandaio, que se parece tanto a Luciano Pavarotti. Y hablando de rostros, qué cara impresionante la del viejo con calavera del San Jerónimo Penitente, de José Ribera, El Españolero (que es de 1634). Ah, y La Piedad del mismo Ribera: ¡qué triste, patético, sombrío cuadro!

—Idea para describir la cara de un loco: alcanza con evocar y revisitar la de Egon Schiele (1890-1918). ¡Qué loco estaba ese tipo, y qué artista genial fue! Vivió sólo 28 años pero dejó una obra maravillosa. ¡Y pensar que hoy hay tanto boludo con esa misma edad, y tan al cuete...!

—Si hasta ahora lo que se escribía con la mano había que borrarlo con el codo, o con alcohol, o incluso con goma de borrar, pues ahora basta con hacer Delete.


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