Aviso por los comentarios

AVISO: Es probable que en algunas redes sociales existan cuentas, muros o perfiles a mi nombre. NADA DE ESO ES VERDADERO.

Las únicas 2 (dos) vías de sociabilidad virtual que manejo son este blog y mi página en FB. Ninguna otra cuenta, muro o perfil —en Facebook, Twitter o donde sea— me representa. Por lo tanto, no me hago cargo de lo que ahí puedan decir o escribir personas inescrupulosas.

viernes, 6 de julio de 2012

Mi nota de hoy en la revista Debate


México: el bolero de la tragedia

No tiene sentido hablar, en una breve nota de opinión como ésta, de lo que ya se sabe: en los comicios del domingo pasado, México eligió como nuevo presidente a un hombre joven y guapo (Enrique Peña Nieto) con más pinta de actor que de político y evidente dependencia de, por lo menos, los medios dominantes y el mundo de la farándula.

Para un país de más de cien millones de habitantes, el más populoso de habla castellana en el mundo, y con una historia —y un presente— violentos hasta el hartazgo, este futuro presidente al que llaman "el Luis Miguel de la política" no parece asegurar una perspectiva de mejoramientos sociales como los que son urgentes en esta nación. Con todavía un 30 % de su población analfabeta, con enormes bolsones de pobreza en choque abierto con las más grandes fortunas de Latinoamérica, y la amenaza de un incontenible Narcopoder, México hace un siglo que es un polvorín. Quién lo hará estallar ahora no se sabe. Pero que no lo apaciguará este joven de apariencia frívola e ignorancia probada es casi seguro.

Producto de un partido arcaico que durante 70 años en el poder traicionó sistemáticamente las esperanzas de la Revolución Mexicana (1910-1920), Peña Nieto tiene ante sí un camino espinoso, ineludibles retos y un futuro incierto. En primer lugar y desde ahora mismo, al cierre de esta nota, confirmar su triunfo, puesto en duda por el candidato al que venció, el duro y empecinado centro-izquierdista Andrés Manuel López Obrador.

AMLO, como se le conoce, es el ex jefe de gobierno de la capital mexicana, una megalópolis de 24 millones de habitantes a la que práctica y verdaderamente le cambió la cara y la modernizó al punto que se granjeó un fuerte favor popular. Lleva varias elecciones triunfando holgadamente en el Distrito Federal, y esas son sus razones de peso para reclamar el recuento de votos, como ya lo hizo en 2006 ante el actual presidente Fernando Calderón (quien lo superó por sólo el 0.5% de los sufragios). Ahora AMLO ha logrado que el tribunal electoral ordene revisar casi el 60% de las urnas, lo que podría dar vuelta el resultado. Algo que yo no descartaría.

El clima de sostenida violencia, la inseguridad pavorosa, la corrupción que cala desde hace años todos los estamentos del sistema político-económico-social, son síntomas abrumadores de peligro. En comparación, la publicitada inseguridad local y la media docena de casos más sonados de corrupción argentina, son algo así como un juego de niños. E incluso la corporación mediática azteca, maestra interpares, deja chiquitos a grupos como los de nuestras pampas.

En ese contexto, México asistirá todavía y en los próximos meses, a un zarandeo que, en mi opinión, impide que Peña Nieto pueda bailar todavía la danza de la victoria, a menos que sepa renguear muy bien y se sostenga tambaleante en el bastón mediático.

Por eso para la mayoría de los observadores no cooptados por los sistemas de medios dominantes, Peña Nieto no deja de parecer un monigote bonito manejado desde la más grande corporación televisiva privada de habla castellana. Y frente a él AMLO es, aunque se confirme su derrota, lo que ya se sabe desde que en 2006 se plantó al no reconocer al presidente Calderón: un hueso durísimo de roer.

Para quienes, como este cronista, amamos México desde que cobijó a decenas de miles de argentinos y latinoamericanos en tiempos de dictaduras, la tragedia azteza parece no tener fin. Y una vez más el bolero, ritmo emblemático como el tango para nosotros, en este caso puede estar todavía prenunciando más tragedia, antes que flamante felicidad. •

No hay comentarios:

Publicar un comentario